La chica revisó toda la habitación y también en el cajón en donde tenía ese calcetín con dinero, pero no había nada. Era evidente que su padre había tomado sus ahorros, entonces, mirando a su madre le mencionó:
—Lo siento mami, papá tomó el dinero. Tenia ahorrado unos dos mil dólares que había guardado para la lista de libros de esa materia en especial, pero papá se nos adelantó. ¡Es que todo fue tan rápido! Había ahorrado eso por cuatro meses. —apretó sus labios de la decepción que sintió.
Su madre se puso muy triste al escuchar lo que dijo Mely, pero a su vez estaba muy sorprendida por la cantidad de dinero que tenía ahorrado, entonces, abrazándola le dijo:
—¡No sabia que tenias tanto dinero ahorrado hija mía! Yo tenia dinero en el banco, pero se lo di a tu padre para que pagara una deuda. Según él me lo devolvía hoy, pero sabes que nunca me regresa nada. —Suelta un suspiro—La cosa es que me pagan el viernes y no tengo nada de dinero hasta esa fecha. De todas maneras le diré al jefe para ver si me adelanta el sueldo.
Mely, mirando hacia el suelo, muy decepcionada por la cantidad de cosas que les estaban sucediendo exclamó:
—¡No entiendo porque papá es tan malo con nosotras mamá! Pareciera como si nos odiara. No se para que se casó contigo si nos iba a tratar así como basura. Pero bueno, no puedo hacer más nada, ese es el padre que me tocó.
Su madre con los ojos llenos de lágrimas le dice:
—Bueno, empeñaré mi violín y el collar que me regaló mi madre para obtener algo de dinero mientras me pagan el viernes. Con lo que me den podremos pagar un motel barato mientas resolvemos hija mía.
Mely sabía que si empeñaban esas cosas, era difícil que la sacaran, ya que la vida en el estado de California era algo costosa, y nunca iban a tener dinero para retirar lo empeñado. Entonces, toma a su madre de sus manos y llorando le menciona:
—¡No madre, no vas a empeñar tus cosas! ¡No te preocupes, hoy conseguiré dinero repartiendo comida y quizá me den buenas propinas hoy. Pero no vendas lo único que te quedó de mi abuela, no lo hagas, todo va a salir bien. Me voy a dar una ducha y tu también, y al momento que salgamos de aquí seremos felices, porque no vamos a vivir con el miedo de con que temperamento llegará papá.
» Ya no vas a tener esa ansiedad que siempre has tenido por su culpa, y tampoco vas a cocinar y limpiar para él cuando llegaba con sus feos amigos, nunca más. Ahora vamos a vivir una vida tranquila! Guardemos las maletas en el Do Yang —el Do Yang era el sitio donde se practicaba el Taekwondo —, y luego las buscamos en la tarde ¿sí?
Enseguida, las dos mujeres se dieron un baño, se vistieron, alistaron sus maletas y se fueron de esa casa, la cual juraron nunca más volver por lo mal que Harry las trató durante toda su estadía. Las dos mujeres muy tristes caminaron unas cinco cuadras, hasta llegar al Do Yang de Taekwondo donde estaba el mejor amigo de Mely llamado Esteban, quien era un joven de descendencia mexicana de unos veintidós años de edad, piel canela, de muy guapo semblante, alto, como de un metro noventa, cuerpo atlético, ojos color café, de una amable sonrisa quien quería a Mely como si fuera su hermana menor. Ellos se conocieron gracias a una pelea que tuvo la joven con otras chicas del barrio hace cinco años atrás, y desde ahí le enseñó el arte del taekwondo para defenderse de los busca pleitos, por lo tanto, desde aquel momento, fueron inseparables.
Entonces, Esteban quien estaba comprando su desayuno cerca de su Do Yang ve con mucho asombro a las dos mujeres las cuales se dirigen hasta allá, con unas maletas. Así que, con un sándwich en la mano y un vaso de café corre hasta allá para saber que fue lo que les sucedió, y cruzando la calle las llamó para que se detuvieran.
—¡Mely, señora Irina! —gritó Esteban.
Las mujeres se detuvieron, y con una sonrisa esperaron a que él viniera. Enseguida, Esteban parado enfrente de ellas, un poco agitado por la corrida que se echó les preguntó:
—¡Oigan, ¿Por qué tienen esas maletas? ¿Se van del país y vienen a despedirse de mí?
A lo que Mely con una sonrisa un tanto apática le responde:
—Nah, papá nos echó de casa anoche. Vinimos a dejar aquí las maletas mientras vamos a nuestras labores. Recuerda que los vecinos de nuestro vecindario no son muy buenos que digamos. —Y la chica empezó a toser de nuevo.
Esteban muy preocupado por las palabras de Mely y por la tos extraña que le sintió puso sus manos sobre sus hombros y le dijo:
—¿Te sientes bien? oh no, que mal todo esto que les sucede. Vengan entren al Do Yang, está haciendo mucho frio aquí afuera.
Hablemos aquí adentro—abrió la puerta, y dejó que las mujeres entraran.
Enseguida, Mely e Irina se sientan, Esteban les comparte un poco de su desayuno y empiezan a conversar. Entonces el joven muy preocupado les dice:
—¿Así que no tienen a donde ir? Si quieren se pueden quedar aquí en el Do Yang. Puedo traerles unas cobijas y almohadas y pueden dormir aquí. Para mí no hay problema. Les convidaría mi casa, pero es muy pequeña y solo quepo yo.
A lo que Irina con una sonrisa apática le contesta:
—No te preocupes Esteban. No queremos molestarte mucho. Mira que tu pagas alquiler en este lugar y no queremos ser una carga para ti.
—Si Esteban, no te preocupes, nosotras resolveremos. Pagaremos un motel de treinta dólares la noche mientras tanto. —comentó Mely muy apenada.
El apuesto joven les dice:
—¡Es mejor que ahorren dinero! No se preocupen, pueden dormir en este suelo acolchado mientras tanto y luego cuando quieran pueden irse. Recuerden que los moteles y hoteles de ese precio en esta zona son peligrosos para mujeres solas como ustedes, porque los utilizan muchas personas malas. Mejor quédense aquí, esta zona es un poco más segura.
Las mujeres asientan con la cabeza, y le dan un abrazo a Esteban. Entonces, Mely con lágrimas en sus ojos le dice:
—En los tiempos malos es que se conocen los verdaderos amigos.
A lo que Esteban le contesta:
—¡No te preocupes pequeña, para eso estamos los amigos! Y que mal por tu padre que las dejó a las dos. Por eso me pareció muy raro verlo esta mañana comprar con otra señora pan y café allí en el restaurante de doña Gladys. Era por eso, porque las había dejado a ustedes.
A lo que Mely de forma desinteresada le respondió:
—Si, y nos dejó durmiendo afuera. Pero no te preocupes, algún día nos pagará todo esto que nos hizo. ¡Dios se lo cobrará!
Irina al escuchar las palabras de su hija se persignó y bajó su cabeza. Esteban estaba muy indignado por todo lo que Mely le dijo por la maldad que había hecho el señor Harry a quien conocía desde lejos. Enseguida, el joven le da una copia de la llave a Mely, para que cuando ella venga de noche junto con su madre, se queden en ese lugar para que pasen la noche y las dos se van del lugar para hacer sus labores. Mely quería pedirle algo de dinero prestado a Esteban, pero no quiso hacerlo para no molestarlo más. Así que, la chica junto con su madre salió de ahí, y se fueron caminando unas cuadras más hasta llegar a la ciudad. Entonces, mientras caminaban, Irina revisando su cartera, pudo ver que tenia como unos diez dólares y un pase de autobús.
—¡Mira hija, estamos de suerte! ¡Con esto podemos tomar el autobús y no caminaremos mucho!
Mely con una sonrisa de oreja a oreja le responde:
—¡Si, por lo menos estamos de suerte madre! Vamos tomemos el autobús que vamos a llegar tarde.
Asimismo, las dos mujeres tomaron la buseta y fueron hasta otra zona de los ángeles donde trabajaban. Mely era estudiante de periodismo, porque su sueño era ser comentarista en la sesión de deportes de algún canal de televisión, ya que su madre y ella eran aficionadas a ver futbol. Entonces, la chica y su madre sacaron uno de sus celulares, y se distrajeron de todos sus problemas sonriendo viendo el partido de futbol repetido de su equipo favorito, Los Halcones de Wisconsin que no se pudieron ver anoche, porque su padre las botó de casa.
«¡Llegamos a West Hollywood!» sonido de voz robótica.
—Mira hija, ya llegamos a tu Universidad. ¿Trajiste todos tus libros contigo?
Mely revisó su mochila, y pudo constatar que todo estaba bajo control. Entonces, con una sonrisa sin mostrar sus dientes le dijo a su madre:
—Si mamá todo está bien. Cuídate, nos veremos en el lugar de siempre para que luego vayamos donde Esteban. —Le dio un abrazo a Irina y corriendo se bajó del autobús.
Irina, con rostro melancólico, miró a su hija cuando se iba caminando rápidamente hasta la universidad y se dijo en pensamientos:
«¡Ojalá tuviera un mejor empleo para que mi hija no trabajara y que solo tuviera una vida tranquila como una chica normal de diecinueve años. Pero como voy a conseguir un empleo decente aquí si no tengo documentos. Todo ha sido mi culpa por no haberme movido con esa documentación por confiar en Harry. Ahhh mi vida es muy dura!» enseguida, se limpió las lágrimas y siguió su camino hasta el trabajo.
Por otro lado, Mely caminando miró su reloj y vio que todavía le quedaba una hora más para entrar a clases, cuando de repente su estómago empezó a sonar, porque sintió mucha hambre.
—Oh no. Salimos muy apresuradas de casa. Debimos haber preparado algo para comer, ahora no tengo nada de dinero ni siquiera para comprarme un café. ¡Eso es lo malo por ser tan comelona!
Enseguida se le ocurrió una idea y con el rostro iluminado dijo:
—¡Ah, pero por aquí está un Walmart. En la noche siempre botan cosas que están a punto de vencerse, y tiran cosas que están prácticamente buenas. ¡Mmm me queda una hora todavía, creo que si me da chance de ir y de venir! —salió corriendo hasta ese lugar.
Luego, mientras corría, Mely pudo observar que unos maleantes estaban atacando a una chica por un callejón. Entonces, se devolvió hasta aquel lugar, y con mucho cuidado se asomó y vio que los hombres tenían una navaja y que le estaban quitando un collar a la chica, la cual decía con mucha insistencia que se lo dieran.
—¡Por favor, llévense todo lo que tengo, pero no ese collar. Era de mi madre que falleció cuando nací. Por lo que más quieran no me lo quiten! —Decía la chica llorando a moco suelto.
Los maleantes eran unos adolescentes como de unos dieciséis y dieciocho años, quienes siempre cometían delitos a cualquier hora del día, ya que por esa zona de West Hollywood había muchos delincuentes quienes atacaban a muchos peatones. Si no estabas pendiente del lugar, podrías ser presa fácil de algunos de esos malhechores. Así que, Mely pensó en irse, pero al ver que los hombres comenzaron a patear a la chica, cerró los puños y no pudo resistirse en irla a defender. Entonces, tomó un ladrillo que estaba cerca de allí, y con buena puntería atinó a uno de ellos.
—¡Déjenla! —gritó Mely con mucha autoridad.
Al que le tiró el ladrillo cayó al suelo de nalgas, sobándose la cabeza, y el otro con un cuchillo, acercándose lentamente a ella con mucha ira le dijo:
—¿Sabes lo que hiciste estúpida perra? ¿Quieres morirte?
A lo que Mely le dijo un tanto nerviosa tomando otro ladrillo:
—Dale el collar a la chica, o si no te lanzaré el ladrillo. Mira que tengo buena puntería. Practiqué beisbol en el barrio a los siete años.
—Já, malnacida, si llegas a lanzarme ese ladrillo, te voy a sacar las tripas con este cuchillo. —exclamó el maleante.
La otra joven muy asustada le gritó:
—¡Ten cuidado chica, no hagas nada loco!
Mely ve que el otro hombre se levanta del suelo, y le lanza el ladrillo atinándole a su cabeza; el joven enseguida cayó inconsciente. Su amigo se volteó y al ver que su amigo estaba desmayado, fue directo con el cuchillo para cortar a Mely, pero ella como sabía defensa personal y taekwondo, esquivó a la perfección las intensiones de ataque del hombre, dándole una gran patada a su mano, haciendo que el cuchillo callera lejos. El hombre se sorprendió al ver el movimiento de la chica, e intentó golpearla, pero Mely rápidamente le dio una gran patada en sus partes íntimas, un golpe con una de sus manos en su quijada, haciendo que el hombre cayera estrepitosamente boca abajo del dolor hacia el suelo, rompiéndose sus dientes. Enseguida, Mely tomó su cabeza y le dio un golpe en medio de toda la frente, dejando al hombre inconsciente de inmediato. Mely, con la mano llena de sangre y reventada, le saca el collar de la chica del bolsillo de aquel hombre y se lo entrega en sus manos.
—Toma, suerte que estaba por aquí, o si no te iban a rajar la cara. Yo conozco ese tipo de maleantes porque cerca de mi casa hay muchos, así que estoy acostumbrada a ellos.
La chica en estado de shock se quedó viendo a la rubia, y boquiabierta le dijo:
—¿Eres una karateca profesional o algo por el estilo? Tus movimientos fueron tipo el actor asiático Bruce Lee —Se levantó rápidamente, y sacó un pañuelo —.Ven, déjame cubrir tu mano, está sangrando.
Mely dejándose cubrir la mano por la chica le dijo:
—Gracias, y no soy Karateca profesional, esos eran movimientos de Taekwondo y defensa personal. En esta ciudad debes saber eso o si no te pueden matar, Pero dime ¿Estas bien? ¿No te hicieron nada esos malditos?
La chica aun asustada le dijo:
—¡No, no me pasó nada grave, unas patadas no más. Solo me estaban amenazando!
Enseguida, otros chicos que eran amigos de los que estaban tirados, maleantes también, vieron a sus amigos en el suelo, sacaron unos cuchillos, y corrieron hacia donde estaban las chicas. Mely desde lejos los vio y algo asustada exclamó:
—¡Rahat! —traducido seria: Maldición en rumano — Vienen cuatro más, seguro son amigos de estos, toma tus cosas chica. ¡Vámonos, salgamos de aquí!
Rápidamente, la muchacha muy nerviosa tomó sus cosas del suelo, y junto con Mely salieron corriendo despavoridas de ese lugar.