-¡No quería llegar a eso Pablo… sé que fui un miserable, pero yo no soy como él! Me dejé engañar, no lo niego, pero… pero yo no quería hacerle eso… o sí, pero creí que se lo merecía y… ¡No sabes cuánto me arrepiento de haber… de haber… -¡De haber abusado de una muchacha tan buena y noble, porque eso fue lo que hiciste! -lo acusó Pablo. Pablo lo calló con otro puñetazo, seguido de otro y otro y otro… no paró. Aun viendo el rostro del duque bañado en sangre, el doctor no pudo parar porque una crueldad como aquella debía ser pagada con sangre. Aunque acabar con una vida iba en contra del juramento que hizo el día que pasó a ser médico. Los guardaespaldas de Iker irrumpieron en el despacho, listos para apartar a Pablo de él, pero el duque levantó la mano. Un simple gesto que les impedía mov