Era de madrugada cuando el duque salió de su despacho. Para Iker el resto del palacio se había convertido en un lugar inhabitable, pues no podía evitar sentir vergüenza o repulsión hacia él mismo cuando veía la mirada de los empleados y como lo juzgaban o sentía pesar por lo que él había hecho. Su teléfono volvía vibrar en su bolsillo. Otra llamada de su madre a la que el duque no podía contestar…otro mensaje que dejaba en visto, todo por no poder enfrentar a su familia después de lo que le había hecho a su esposa. Solamente las personas que entraban y salían del palacio en los últimos días sabían lo ocurrido, pero de todas formas, Iker no podía contestar la llamada de su madre y decir que todo estaba bien, cuando en realidad su mundo se estaba derrumbando lentamente. Solo durante la no