Solange nunca pensó que las consecuencias de aquella noche en la cena de disculpas por parte de su suegra, de lo que dijo la seguirían persiguiendo hasta hoy en día. Luka definitivamente no dejaría pasar por alto el sufrir solo los estragos que la comida afrodisíaca estaban haciendo efecto en su cuerpo. No cabía duda que deseaba su mujer, pero hacer pasar con él su penitencia era lo mínimo que podía pasar después de semejante humillación que había recibido aquella noche. La veía con cierta burla, al mismo tiempo que una sonrisa malévola se le dibujó en los labios. —Creo que no es necesario llegar a tanto ¿no crees? —comenzó a dar pasos hacia atrás, titubeante de lo que pudiera pasar—No hay que ser tan rencorosos. El olor de la fragancia de Luka le penetraba como un golpe brusco a su n