Ni las respiraciones, ni contar hasta mil podían tranquilizar a Solange. A esa altura de las circunstancias. Aquellas mujeres habían cruzado el límite con ella, y aunque eran cinco contra ella sola, no les tenía miedo. Había una delgada línea entre la prudencia y dejar que alguien te falte al respeto. Ellas se estaban metiendo en sus asuntos privados. Era bastante doloroso, pero no permitiría ser la burla de nadie. — Creo que subastar a su hijo con cuatro mujeres como si fuera un premio de feria es la cosa… —Solange se levantó de su asiento dispuesta a escupir la furia que tenía atorada en el pecho cuando fue interrumpida. — Buenas noches cariño —dijo Luka al oído de Solange. Rodeó a su esposa por la cintura desde su espalda. — Sígueme el juego —le dijo a Solange al oído para que so