Capítulo 2

1561 Words
—Oye realmente eres buena — exclamaba el hombre a su lado. Ella levantó la ceja de forma sugestiva —. No me refería a eso, sino a la fotografía, pero también eres buena en lo otro — rió el sujeto antes de darle un suave beso en los labios. Ambos estaban acostados, desnudos y observando las fotos que la mujer guardaba en su cámara. Esas no eran las mejores que tenía porque aún no las había trabajado, aunque existían varias que le gustaban bastante. —Gracias. Estás son para una muestra — le indicó mostrándole un conjunto de imágenes. —¿Me dirás cuando lo hagas? — preguntó él sonriendo. —Por supuesto. Necesito que vaya la mayor cantidad de gente posible así no siento que todo es un fracaso — rió ella. —Tú me invitas y date por segura que llevo a toda la gente que más pueda — respondió él. Julián le sentaba bien. Era un sujeto activo y optimista, siempre lleno de energía con palabras amables para ella. Lo apreciaba, pero no mucho más que eso. Luego de más de un mes de estar en una especie de relación no formal decidieron solo quedar como amigos. —------------ —Puedes venir esta noche que nos queda mi departamento solo para nosotros — le decía la castaña a Manuel por teléfono. —¿Y tu familia? —Mamá y Karen deben trabajar esta noche — El morocho ya conocía la profesión de Karen. La muchacha era stripper en el mismo cabaret dónde la madre de Zamira trabajaba llevando la administración del lugar. No le molestaba aquello ya que ambas eran felices trabajando allí, además tampoco era su asunto la forma en la que las mujeres decidían ganarse la vida. Zamira vivía, además de con su prima y madre, con su hermana Mar, por lo tanto la pregunta siguiente tenía bastante sentido. —¿Y tu hermana? —Ah, ella... Hoy hace una muestra fotográfica no sé en qué galería. Va a volver tarde, si es que lo hace — respondió sin demasiado interés. —¿Y no irás a verla? Si es por mí no hay problema, te puedo acompañar. —No Manuel, son aburridísimas... Ni siquiera entiendo el concepto que trata de transmitir. —¿Pero no crees que a ella le gustará, no sé... que la acompañes? —He ido cientos de veces a sus muestras, ésta no será diferente. El hombre no lo entendía, pero supuso que sería así, que tal vez la morocha hacía una por semana, y tener en una a su hermana o no tenerla, no le sería un gran cambio. Tampoco sabía que esa era la primera muestra de Mar de una magnitud importante, y que aquella mujer realmente estaba muy nerviosa por todo el evento. —------------ Julián se acercó a la morocha acompañado por dos mujeres muy simpáticas que conversaban animadamente con el muchacho. —Mar, ella son Camila y Azul, mis compañeras de trabajo — le indicó y ella sonrió amablemente a ambas. —Me encanta tu trabajo — le dijo aquella que fue presentada como Camila mientras apretaba su mano. —Gracias. Espero que todos aquí opinen como tú — le susurró Mar sacándole una suave risa. —Miren, allá está Ramiro. Ya vuelvo — indicó Julián y caminó directo a un hombre que observaba detalladamente cada fotografía. Mar pudo ver cómo besaba en los labios al recién llegado y no pudo ocultar su sorpresa. Las mujeres a su lado lo vieron. —Emmm... Incómodo... — susurró Azul con una sonrisa nerviosa. Su compañero de trabajo la había puesto al tanto de la relación que había mantenido con la morocha y que ahora solo eran buenos amigos, de allí la incomodidad que la mujer rubia sentía en ese momento —Yo... Pero... — La morocha no podía articular palabra. —Sí, también nos sorprendió — confesó Camila —. Pero bueno... Parece que ahora están juntos — Mar rió. Veía a Julián cómodo al lado de aquel hombre asique solo se alegró por él. —Espero que sigan disfrutando de todo — cortó el momento la fotógrafa —, yo seguiré saludando gente — Las mujeres a su lado la despidieron y continuaron observando las preciosas imágenes que se exponían en aquellos muros de ladrillo. —Mar, él es Ramiro — le dijo Julián casi al finalizar el evento. Ella sonrió y lo saludó muy cortés. Ramiro era un hombre que se dedicaba de pleno al mundo de la fotografía, llevaba años en el negocio y era considerado un muy buen mentor. Si bien era relativamente famoso, y por eso Mar no necesitó muchos más datos para saber quién era, se mantenía con un perfil bajo. —Me gustó mucho tu trabajo — le dijo el hombre estrechando su mano —. Me gustaría saber si te interesa trabajar conmigo y mi equipo — La sonrisa de Mar se amplió llena de sorpresa y felicidad —. Nos dedicamos a la moda principalmente. Creo que será interesante para tí. —Por supuesto — respondió ella estrechando aún más la mano del hombre —. Muchas gracias. —Julián te pasará mi número. Llámame mañana a primera hora así arreglamos esto. Realmente un talento como el tuyo no lo voy a dejar pasar — le sonrió antes de despedirse. —¡Julián, eres la mejor persona de este puto mundo! — le gritó antes de lanzarse a sus brazos. El hombre le devolvía el gesto con una enorme sonrisa en los labios. —Te dije que eras buena — le susurró antes de darle un sonoro beso en la mejilla. —----------- Manuel había quedado con Zamira de encontrarse en el parque. La mañana estaba fresca y no había demasiada gente, ideal para ejercitarse un poco. Él estaba consciente de que su condición física estaba cayendo debido a las noches de trabajar en el bar y beber hasta la madrugada casi a diario, por ello la castaña se ofreció a preparar una rutina que lo ayudara a mejorar. Mientras caminaba escaleras abajo, para adentrarse en la zona verde rodeada por una pista para correr, pudo ver a lo lejos a una muchacha con su cámara apuntada a lo alto de unos árboles al otro lado del espacio. Caminó directo hacia ella para sentarse a su lado. —Hola Mar — dijo una vez que estaba a su lado. —¡Manuel! — exclamó ella y, sin poder controlarlo, una enorme sonrisa se plantó en sus labios. —¿Trabajando? — preguntó señalando la cámara. —En realidad ajustando unas cosas. Nada importante. —Lamento no haber podido ir a tu muestra — confesó de repente el hombre. Mar lo miró extrañada. ¿Acaso él sabía de aquel evento?¿De verdad hubiese querido ir? Trató de espantar la sensación que comenzaba a nacer en el centro de su estómago. —No hay problema — articuló sin mirarlo. —¿Cómo estuvo? —Mejor de lo que esperaba. Pude conseguir un trabajo en fotografía gracias a un... Amigo de un amigo — rió suave. A Manuel le gustaba esa chica que era suave y tranquila en sus modos, muy distinta a su hermana que parecía siempre excedida de café. —Es genial ¡Felicitaciones! — exclamó el morocho. —Sí, al fin trabajo solo de esto — levantó la cámara para reforzar su idea. Se quedaron unos segundos mirándose, sin decir nada, solo mirando los ojos del otro. Mar, para interrumpir el momento que comenzaba a tornarse incómodo, levantó su cámara, apuntándola al hombre que tenía a su lado. El morocho, por reacción, levantó su mano intentando tapar el lente pero la mujer fue más rápida y llegó a captar su figura con una enorme sonrisa. —¡Manuel! — escucharon un grito a lo lejos y ambos giraron para encontrar a Zamira trotando hacia ellos. —Hola — exclamó el morocho sinceramente alegre de verla. —¿Mar? —Hola Zami — respondió ella mirándola desde el piso. Su hermana tenía una figura atlética que hacía girar a más de uno, era simpática y divertida, nunca la había envidiado hasta que apareció de la mano de Manuel. Ese hombre era dulce y tierno, pero estaba con su hermana y debía quitárselo de la cabeza. —¿Sigues con lo de las fotos? Sabes que no llegarás lejos ni te dará... —¿No lo sabes? — le preguntó el morocho a la mujer mientras se ponía de pie —¿No lo sabe? — le preguntó a la que estaba en el piso. —¿Qué cosa? — preguntó la castaña. —Que Mar... —Que ya conseguí otro trabajo — lo interrumpió ella sin ser demasiado específica en sus nuevas responsabilidades laborales —. Me pagan bien — agregó sabiendo que era lo único que le importaba a su hermana. —Que bien Mar — exclamó la castaña —. Debemos irnos — agregó golpeando con suavidad el brazo del morocho —, nos vemos en casa — saludó a su hermana que sonrió a modo de respuesta. Manuel caminó a paso lento al lado de la castaña sin dejar de mirar cada tanto hacia atrás, a la mujer que seguía sentada allí mirando hacia el lado contrario, seguramente sumergida en pensamientos que él jamás sabría.
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