Engendros por doquier.

2359 Words
Cerré la puerta y me recosté en ella jadeando con Catherine en mis brazos, su cuerpo se volvió flácido y sus ojos se encontraban cerrados, el sudor comenzó a cubrir mis poros por el esfuerzo del golpe de adrenalina que tuve y el calor que emitía mi pequeña hermana, su rostro estaba rojo, apestaba a vómito y alcohol, sin embargo, esa reacción no era porque estuviese ebria, ese maldito debía haberla drogado, sólo de recordarlo mi sangre hervía en ira, el cuerpo de ese animal yacía casi inerte a un lado de la cama como consecuencia de la paliza que le había propinado y por haberle roto una botella en la cabeza, al final no tuve más opción porque se encontraba agresivo y para ser sinceros no era que importase mucho… esto probablemente era el inicio del fin del mundo o de la humanidad en realidad. Pasé el seguro de la puerta que vibraba por los múltiples golpes de las personas que tocaban e hice oídos sordos a sus gritos desesperados detrás de la pesada puerta y las llamadas de auxilio, sin duda pesaría en mi conciencia más tarde, pero ahora sólo me importaba salvarme a mí y a mi hermana que yacía inconsciente en mis brazos, tomé una sábana y la amarré estilo taquito, la sujeté en mi hombro con la misma y me asomé por el balcón de la habitación, la calle era un caos, había gente corriendo y chillando por todos lados, ésos monstruos desgarraban a las personas como si de un perro hambriento ante un bistec se tratasen, un aroma metálico llegaba a mi nariz y las calles brillaban de un rojo negruzco entre la sangre-suciedad que cubría el suelo y sus alrededores, si algo pude percibir es que se abalanzaban sobre las personas que gritaban, habían cinco de esas terribles bestias con grandes colmillos devorando a múltiples jóvenes en la calle, con una idea en mente comencé a descender por el balcón, a duras penas podía mantener el equilibrio, mi corazón tamborileaba acelerado por la adrenalina que me inundaba, miré en todas las direcciones y no parecía haber atraído la atención de ninguno de ésos bichos, entre tantos gritos y agitación me favorecían moverme por el patio sigilosamente, había dejado mi automóvil en el frente de la casa al llegar, pero ya no se encontraba por ningún sitio, el deportivo de Cathy tampoco estaba, podía sentir la ansiedad carcomiéndome, gritos y destrozos se escucharon justo sobre mí, no paraba de temblarme el cuerpo y no tenía la más mínima idea de que hacer, o bueno sí, mi mente se iluminó por una terrible idea al ver un c*****r despedazado junto a una Lincoln Navigator, era terriblemente hermosa y perfecta para la ocasión, en cuclillas me dirigí cautelosamente sin quitar la mirada de las bestias concentradas en los c*******s que tenían delante, justo en la mano del tipo tasajeado y de rostro irreconocible brillaba una luz plateada, con repulsión tomé la llave entre sus dedos sanguinolentos, inconscientemente o incluso podría decir que estúpidamente presioné el sensor de alarma y al mismo tiempo se encendieron las luces brillando intermitente, la estridente alarma resonaba por toda la calle alertando y atrayendo las temibles bestias, ipso facto presioné el botón panic de la llave apagándola, en vano claro está, porque a una velocidad temible se movieron abalanzándose sobre nosotros, por suerte mi cuerpo se movía en modo automático y sin saber en qué momento abrí la puerta, salté dentro del asiento del conductor y cerré la puerta, segundos antes de que se estrellaran contra el automóvil, el sonido de los arañazos, alaridos y golpes contra el metal eran terribles, el vidrio había resistido los impactos al ser antibalas, sin embargo la fuerza de esos monstruos era tan brutal que el vidrio temblaba y fisuras amenazaban con dejarnos expuestos, aunque todo parecía pasar en cámara lenta ante mis ojos, descubrí que era yo quién me movía endiabladamente veloz, mi mente atemorizada se movía por instinto y tenía lapsus mentales, por lo que no podía percatarme de lo que hacía, hasta que mi conciencia se activaba sin saber en qué momento salté al puesto del conductor, temblando introduje la llave en el bombín de arranque y aceleré en retroceso buscando alejarme lo antes posible del lugar, pude ver como las terribles bestias se resbalaron del automóvil por la velocidad y sólo una luchaba aferrada en el techo para evitar caerse, en las películas vemos a los típico protagonistas girando el vehículo de un lado a otro para deshacerse de las amenazas que le acechan, pero yo temía que de sólo intentarlo descarrilara por el asfalto bañado en sangre y fluidos humanos volteándome en el intento, siendo todo en6 vano por supuesto, al entrar en una zona concurrida los automóviles yacían esparcidos por la calle dejando apenas espacio para maniobrar entre esas pequeñas dimensiones, concentrado en el bamboleo no noté la caída de ese peluda aberración hasta que la divisé por el espejo retrovisor corriendo para tratar de alcanzarnos, suspiré aliviado sólo para notar demasiado tarde que un engendro de ésos estaba parado justo en frente del carril y le atropellé a una velocidad de 80 km/h, por supuesto el impacto se lo llevó Catherine quien aún yacía sobre mi hombro amarrada con la sábana firmemente a mí, la colisión nos envió hacia delante chocando la espalda de mi hermana, más mi peso contra el volante, no sabía cuánto daño había recibido, pero sentí su cuerpo temblar con mayor fuerza y sus gimoteos inundaron mis oídos, por un segundo mi cuerpo se quedó completamente inmovilizado, el pánico se estaba apoderando de mí, el volante desviándose en mis manos me trajo a la realidad, lo agarré con firmeza y por el retrovisor vi a la fea bestia quedar atrás, con mucho cuidado sin quitar la vista del frente me coloqué el cinturón de seguridad, a través de una visión salida de una espantosa pesadilla (ésas que tienes después de un maratón de películas de terror y tres kilogramos de comida rápida cuya indigestión te lanza a las pailas del infierno) logré llegar a la avenida, según el GPS había tomado veintiochos minutos, para mi fueron siglos transitando esas vías donde había ocurrido tan letal c********a, si algo positivo había sacado desde mi perspectiva “segura” en la camioneta, fue que por fin pude detallar a esos engendros, podría decirse que era una deformidad que se erguía en dos patas, un abundante pelaje cubría su cuerpo, similar al que posee un animal, poseían afiladas garras y colmillos, eran ágiles y reaccionaban “principalmente” al ruido, si porque también les vi olisquear, de su visión no sabría que pensar, sus pupilas eran de un brillante carmesí, aunque sus iris tenían tonos “normales” (como los que poseemos los seres humanos), principalmente eran oscuros, sin duda no sabría con qué compararles, ya que poseían un hocico bastante pronunciado, como los de Milky, nuestra mascota, una cachorra de r**a siberiana, sólo había una conclusión para mí, se trataba de una aberración que no había visto nunca antes, una quimera, una monstruosidad alienígena, un experimento, un demonio que venía a exterminar la humanidad, un esperpento cuyo alarido hacía temblar de horror todo mi ser de sólo evocar su recuerdo… el estremecimiento incontrolable de mi hermana me sacó de mi ensoñación, Cathy se encontraba jadeando y su calor corporal era terrible, ardía en fiebre y me espantaba el sólo hecho que estuviese a punto de convulsionar, rápidamente orillé el vehículo y lo detuve a un lado de la desierta carretera, con el motor aún encendido por si acaso, me quité el cinturón y saqué a mi hermana de la sabana colocándola en el asiento del copiloto, le puse el cinturón de seguridad y subí el aire acondicionado al máximo, pronto el automóvil se volvió completamente helado y un vistazo a Catherine me indicó que el movimiento telúrico de su cuerpo disminuyó considerablemente, sin tiempo que perder puse nuevamente el coche en marcha y aumenté la velocidad para dirigirnos a nuestra residencia al noroeste de Vancouver, a las afueras de West Point Grey, donde vivíamos alquilados en una residencia por la universidad en la que estudiábamos “The University of British Columbia”, mi interés de irme tan lejos fue adiestrar mi independencia y tener un entorno tranquilo a la hora de estudiar, aunque Cathy detestó el lugar que elegí por la lejanía de la institución y el epicentro de sus amadas fiestas, sin embargo, accedió a estudiar en la misma universidad que yo elegí en vez de nuestra ciudad de origen “Alberta”, ¿razones?, ni idea, porque ella amaba la ciudad y era la princesa mimada por nuestros abuelos y mi padre, aun así, hace dos años llegó luego de graduarse y ser aceptada, la verdad a pesar de ser tan superficial y aparentemente cabeza hueca, era muy aplicada en sus estudios y se encontraba ya finalizando su segundo año de Ingeniería mecánica, al final la mini nerd que pasaba el 90% de su tiempo estudiando y deseando construir una súper nave con la que pudiese explorar nuestro sistema solar, sólo estaba oculta en su fachada de Barbie… por algún motivo que desconozco mi mente se desvió al pasado y la simplicidad de nuestras vidas anteriores a éste noche me consoloban, encendí la radio del automóvil y sintonicé una frecuencia en la que hablaban sobre la calamidad que se desató en Vancouver… hasta el momento no se había reportado incidentes fuera de éste estado, pero era una onda expansiva que avanzaba a un vertiginoso paso, llamaban a la población a dirigirse a las bases militares más cercanas para su resguardo, o de poseer, esconderse en búnkeres bajo sus casas hasta que se controlase la situación, mis manos temblaron con indecisión, ¿debía dar media vuelta?, podía dirigirme hasta el cuartel militar Jericho Garrison que era la más cercana a nuestra ubicación actualmente, pero… a sólo 25 metros se encontraba nuestra residencia, tomar algunas cosas y darle algo a Catherine para la fiebre solo tomaría un momento, además debía estar Valery en la residencia, nuestra médico médico que vivía en el segundo piso junto a su pequeño hijo, suspiré profundamente y aparqué la camioneta prácticamente en la entrada, si algún policía me viese estacionado de ésta forma sería una multa segura, aunque ése tipo de pensamiento ya no era importante, extrañamente ésta residencia y las dos que se encontraban adjuntas brindaban una calma espeluznante, apagué la radio y las luces de la camioneta, con manos temblorosas preparado para el más mínimo movimiento salir pitando, toqué el claxon del volante, observando nerviosamente todo mi alrededor por un segundo, dos segundos, tres… no pasó nada, esperé tres minutos hasta que me atreví a abrir la puerta y al fin salir con mi hermana. Todo estaba en completo silencio en el pasillo, sin embargo pude notar que la cocina y el salón eran un desastre, aunque no parecía haber sangre, arañazos o algún tipo de violencia en la propiedad, sólo objetos desperdigados, la nevera y algunos cajones entreabiertos, sin duda debían haberse ido a un lugar seguro y llevado municiones alimentarias, no lo había pensado, pero en éste momento y luego de la vivencia que había tenido ¿cómo se me iba ocurrir buscar comida? lo más probable es que en los sitios que marcaron como “seguros” dispongan de alimentos suficientes para las personas que se refugien, por otro lado, ¿el largo camino?, si se accidentan o quedan inmovilizados en algún lugar por algún tiempo… definitivamente había valido la pena guardar comida instantánea en mi habitación. Jadeando subí las escaleras con Catherine a cuestas, se retorcía en mis brazos y ardía en fiebre, me detuve en el segundo piso a respirar y llegó a mis oídos un sonido familiar, era un programa animado, podía distinguir las voces y nombres de fondo, un anime que llevaba ya más de mil capítulos y el hijo de Valery era tan fan como yo, acomodé a mi hermana y toqué con cautela la puerta del apartamento de mi vecina. _ ¡Chris! -después de llamar varias veces Tommy abrió la puerta con una gran sonrisa, su tupido cabello castaño claro lucía enmarañado y tenía una camiseta manchada de chocolate, o espero que esa pastosa sustancia lo fuese, por su estado de ánimo noté que obviamente no sabía nada, ¿no estaba Valery en casa? _ ¿Dónde está tu madre Tommy? -pregunté en un tono grave sin querer… su grisácea mirada se desvió a mi hermana e inmediatamente se hizo a un lado invitándome a entrar. _ Mi mamá está duchándose, debe estar por salir, iré a buscarla… -su voz fue perdiendo intensidad y se volvió casi inaudible, no quería asustarlo, pero la situación era… “caótica”, me era casi imposible ocultar mi precaución a pesar de ser un niño no mayor a siete u ocho años. Tomé el control remoto y cambié los canales hasta encontrar uno donde estuviesen dando las noticias y hablando de la situación actual, hablaban prácticamente de lo mismo, pero con imágenes de esas temibles bestias, habían llegado ya a Richmon y Burnaby, las fuerza militares estaban acordonando la zona y las áreas infectadas se denominaban “zonas en cuarentena”, pedían que en la brevedad posible nos movilizásemos a los cuarteles o bases seguras, eso sólo dejaba una revelación espantosa, éramos el epicentro de este abominable h********o… de donde sea que hayan salido esas criaturas o engendros como era el nombre que le habían dado a esos seres repugnantes que se encontraban aún en investigación, aún no sabían su origen, pero no es como si hubiesen salido de la nada o ¿sí? _ Christopher cariño, ¿le sucedió algo a Cathy? -la voz de Evelyn me sacó del trance que me carcomía, la miró en mis brazos y algo en mi semblante transformó su bonita cara en forma de corazón a una mueca de preocupación- ¿por qué no la llevaste a un hospital? -me preguntó asombrada mientas su mirada pasaba de mi hermana a mí.
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