Capítulo 2

2311 Words
El intenso destello causó estragos por unos momentos en la visión del príncipe Ross'Vent, ya que la teletransportación  había sido sido llevada a cabo en un tiempo bastante rápido, no hubo tiempo para las apropiadas preparaciones adecuadas. Pero aquello no quería decir que sufriría de algun daño permanente, como ceguera o quemaduras por la incandescente luz abrazadora que se producía al momento de la teletransportación. Fueron unos cuantos minutos que su visión permaneció con distintos puntos de luces por todas partes, efectivamente, él aun no podía observar nada a su alrededor. ¿Había funcionado? ¿Ya se encontraba en la el planeta Tierra? Sus preguntas silenciosas fueron contestadas casi al instante, él fue terriblemente atacado, su cuerpo fue lanzado hacia atrás con mucha rudeza por otro peludo y suave cuerpo pequeño, pero eso no fue todo, pronto otro cuerpo se lanzó sobre él aunque este ultimó duro muy poco sobre él. Una nueva sensación fue lo que sintió, la viscosidad de una lengua llegó a su rostro. —¡Max!—. Ross escuchó aquella voz muy cerca suyo, —¡MAX!— Oh no, la voz se escuchó mucho más cerca. —Max, dios, ya déjalo—. El peso sobre su cuerpo desapareció, parecía ya estar libre nuevamente. —¿Estas bien?— Ross aun se encontraba acostado en el pasto verde intentando alejar lo que ya no tenia sobre él, solo por precaución a que volviera ser atacado. Ahora intentando abrir sus parpados y enfocar algo. Él lo logró, logró enfocar algo, o a alguien. Dio con una mirada curiosa, con ojos de iris color verdes. Pero sobretodo, ¡Él dio con el primer terrestre de la Tierra! O bueno, mejor dicho, este humano estaba siendo su primer terrestre en conocer. Y había sido una muy buena idea el que "tomase prestado" un dispositivo de multi-idiomas, aunque este no se trataba del más avanzado, pues este no había sido implantado en su celebró; Aquello le hubiera tomado tiempo y pudo haber sido d*********o en cuestión de minutos, por lo que traía consigo una implantación automática de un micro dispositivo en el canal auditivo de ambos oídos. Por lo que el idioma terrestre fue detectado con un poco de retraso, pero fue rápido al sincronizarse con la voz humana. —Amigo, ¿de qué loca fiesta de disfraces saliste?— La risa terrestre llegó a sus oídos, y claro, también la pequeña burla, ya que el tono utilizado así le hizo saber. Parpadeando un par de veces más, logrando por fin enfocar con claridad tanto al humano como a su alrededor, Ross se vio expectante y emocionado. Pero, él fue atacado nuevamente. —¡Max, no, ya suéltalo!— Ross retrocedió cuando la bestia de tamaño mediano fue retenido por aquel terrestre de ojos verdes, pudo ver que habían muchas más bestias sujetadas con cuerdas a su alrededor. ¿Qué hacia aquel terrestre con bestias de Cogrót?... Su cabeza se ladeó hacia un lado, llegando a una muy lógica conclusión; No podían ser bestias del planeta Cogrót, pues no estaba ese planeta. Entonces... —Tú, chico romano, al parecer le agradas a Max— Ross volvió a dirigir su mirada al humano... —¿Chico romano?—. Y si se lo están preguntando, si, el micro dispositivo de multi-idiomas no solo traducía todos los idiomas existentes, pues también te brindaba una muy fácil comunicación. En pocas palabras, aquel dispositivo te hacia un bilingüe muy superior al resto, demasiado, pues eran miles los idiomas que existían. —Eso dije, ¿y bien?, ¿me dirás de que fiesta de disfraces saliste?— La burla nuevamente estaba en el tono utilizado, aunque no se escuchó agresivo o con intenciones de dañar al receptor —¿O estas totalmente ebrio?— —No estoy ebrio— Al ponerse inmediatamente de pie, Ross le demostró a aquel terrestre que no lo estaba fuera de sí. Él estaba muy bien y con algo de baba en su rostro, —Y no salí de ninguna fiesta, terrestre tonto— —Entendiendo, ¿acabas de decirme 'Terrestre', eh? ¿Y dices no estar ebrio?— Una no muy sutil risa escapo de sus labios, —Bien, como sea, ¿necesitas ayuda o algo?— Él volvió a recorrer con la mirada al chico romano, vaya, él era tan... uhm, ¿Cómo decirlo sin sonar gay? Al diablo con eso, el chico frente a sus ojos solo podía ser catalogado como alguien bonito, pequeño y muy bonito. Además, sus grandes ojos de color azul noche y tal vez si se acercaba un poco más él podría ver unas cuantas estrellas ahí, eran los primeros par de ojos que le parecían realmente hermosos, nunca antes había visto a alguien con tal mirada deslumbrante. —Tú definitivamente debes ser ayudado— Ryan no era un mal chico, él nunca se definió o lo definieron de esa manera, digamos que él pertenecía a la categoría de chico agradable; Lo cual lo llevaba a ser el típico chico con amigos, hermana mayor y sobrinos. Y definitivamente tenía una vida normal; Tenía cuatro empleos, uh, tres en realidad, pero cuidar a sus sobrinos contaba como uno, puesto que también recibía una paga, así que.. si, él lo consideraba un trabajo. Y con ello se las arreglaba para pagar el alquiler de un acogedor departamento en el barrio de Manhattan.  Por lo tanto, él no dejaría a aquel pobre chico totalmente ebrio a su suerte, como ya se había dicho, Ryan no era una mala persona. —Vamos, te acompañaré a tu casa— Ross negó muy rápido mientras se esforzaba por no reír, ¿aquel terrestre quería acompañarlo a su casa? Imposible, simplemente imposible. —Gracias, pero diré que no— Retrocediendo solo dos pasos él se detuvo —¿Dónde consigo una casa?— preguntó. —Uhm... mi nombre es Ryan, ¿el tuyo?— ¿Aquel terrestre estaba sordo? ¿Qué no escuchó su pregunta?, aun así —Ross'Ve- Ross, solo Ross— Decidió con rapidez el no decir su nombre completo, tal vez sonase raro para los seres de este planeta. —Bien Ross, déjame ayudarte, ¿quieres algo de agua?— En este momento Ryan estaba seriamente pensando si llevar a aquel chico a alguna comisaria, tal vez los oficiales podrían ayudarle mejor al averiguar su dirección y eso. Ross, príncipe de Legania resopló cansado, aquel terrestre estaba cansándolo. ¿Todos serian así? ¿O solo había tenido mala suerte y se cruzó con el más tonto de todos? —No quiero agua— No, él solo quería un lugar donde vivir de ahora en adelante, ¿era mucho pedir? Al parecer en este planeta si, volvió a resoplar cansado y fastidiado —Adiós— Una última mirada y se giro, e ignoro los ladridos detrás suyo. —Tan vez son mascotas— Dijo en voz baja. Ryan vio al chico irse —¿Debería de seguirlo?— le preguntó al aire, terminó negando y también le dio la espalda —Solo esperó no verlo en los noticieros de mañana— La mueca en sus labios fue visible, tal vez... se giró, no lo vio, bien, él había intentado ayudar al chico romano. —Hora de volver con sus dueños—. Él se encontraba en uno de sus trabajos después de todo, él era un paseador de perro ahora, pero luego seria un mesero de un cafetería cerca del edificio donde vivía. ... Ross ahora mismo se encontraba muy nervioso y con algo de miedo, pero a su parecer cualquiera estaría en su mismo estado si es que las miradas de todo ser vivo estuviera sobre uno. Y esto mismo era lo que le estaba ocurriendo, él estaba siendo el centro de atención de todas las miradas y ya tenia una leve sospecha del porque. —¿Dónde es la fiesta?— —¿Puedo unirme a la fiesta de disfraces?— Desconocidos pasaban por su lado y le preguntaban las mismas repetitivas preguntas, llegó un momento que dejó de escucharlos, y solo se dedicó a observar todo a su alrededor, todo era tan diferente y uh, algo muy, pero muy poco avanzado si es que lo comparaba con Legania. Aunque tenia algo único y claro, muy diferente. Aunque la tecnología no fuera avanzada, este lugar era muy agradable a la vista. Su mirada recayó en un letrero algo maltratado, leyó claramente —Manhattan, La Gran Manzana de Nueva York— Nuevamente ladeó su cabeza —¿Estoy sobre una Manzana?— Si, él sabia lo que era una manzana, y se suponía que aquel fruto era eso, un fruto comestible y muy consumido en su planeta. —Extraño...— Si, bien, Ross tendría mucho que aprender si es que quería tener una vida cómoda en el planeta Tierra. Pero no había que apresurarse, había tiempo de sobre, ¿verdad? —¡Oh!, eso se ve y huele delicioso— Su atención rápidamente se lo llevó un puesto de Hot Dogs que se encontraba ubicado debajo de una gran sombrilla en una esquina. Y no espero mucho en salir corriendo hacia dicho puesto, pero hubo un problema, él casi fue atropellado pero en lugar de recibir ruedas sobre su cuerpo, él recibió un que otro insulto por su  impudencia.  Para cuando logró llegar al puesto de Hot Dogs él volvió a desanimarse, él no traía dinero terrestre consigo, pero lo más importante ¿Los humanos aun usaban el dinero como medio de pago?... Ellos eran tan poco avanzados, por no decirles de otra manera. —Este planeta apesta— Dijo cuando volvió a estar en el mismo lugar donde había sido transportado, uh, no exactamente en el mismo lugar pero si estaba nuevamente observando los grandes árboles y el pasto verde con algunas flores coloridas. Dio unos pasos más y tomó asiento en un banco largo de madera. Y ya no supo que más hacer, tal vez debió dejarse ayudar por aquel chico de nombre Ryan, al menos él había querido ayudarle y no estaba siendo demasiado bromista como el resto de los humanos que se cruzo en su camino. —¿Qué voy a hacer ahora?— Él prosiguió por ocupar todo el banco largo de madera, su mirada se dirigió al cielo. este se mostraba con nubes muy blancas y un fondo muy celeste. Parecía ser un clima muy cálido, pero él tenía un poco de frío. Porque vamos, este planeta solo tenía un sol, en cambio el suyo tenía dos soles, y por supuesto las temperaturas siempre eran altas pero aquello no importaba porque la piel, el cuerpo de un Legariano era muy diferente a la de un simple terrestre. Perdido, sumido en sus pensamientos Ross pronto, demasiado pronto, se encontró extrañando Legania, sobretodo a su mejor amigo; Uriel, necesitaba de él, de su compañía.  ¿Realmente estaba arrepintiéndose de su huida? Sobretodo... ¿tan pronto?, ¿así de débil era? No, él no podía rendirse tan fácilmente, por favor, solo habían pasado horas de su magnifica huida, la cual no se volvería a repetir si era atrapado o se entregara.  Tomando asiento con prisa en el banco de madera, él se decidió, él seria un humano más, solo necesitaba de tiempo y de, su estómago gruñó, de comida —Debí de traer comida conmigo— Si, definitivamente tuvo que hacerlo, puesto que ahora sabia que necesitaba de dinero si es que quería comer o sobrevivir en la Tierra. Sin nada en mente se quedo ocupando el banco por unas largas tres horas, y bien, él consiguió comida al fin, aunque de una manera poco honroso. Si solo sus padres, los reyes de Lagania le vieran aceptando migajas de comida de una anciana, él no seria visto de muy buena manera por toda una semana. Era bueno no ser visto, o vigilado.  —Gracias— La anciana ocupó un lugar en la banca larga, —De nada— Ella completamente se había trasformado en una buena amiga; ¡Le había dado de su comida a un completo extraño! —Tenía tanta hambre— Ross le devolvió la sonrisa y sin esperar más él dio la primera mordida al sándwich, —¡Delicioso!— Sencillamente exquisito, ahora mismo habían tantos sabores en su paladar. El comido gustoso mientras era observado con diversión. —Que bueno que te gustara, pero mira que desastre hiciste— La amble anciana rebuscó en su bolso, dos pañuelos de papel se vieron, y estos fueran rápidamente a parar en los alrededores de los labios del pobre chico. Ross asintió mientras se dejaba hacer, no estaba siendo nada nuevo, Uriel solía también limpiar su boca luego de comer juntos, y él simple le decía que no fuera un animal a la hora de comer. No pudo retener su sonrisa al recordar aquello. —Gracias otra vez—  —Te pareces tanto a mis nietos, ellos aun siguen ensuciándose cuando comen— —¡Oh!, Niños humanos... ¿cómo son?— La anciana no había llegado a escuchar lo primero, pues su audición era un tanto mala, —Ellos son unos pequeños demonios, pero son muy demonios, y son adorables, no hay duda de ello— Volviendo a revisar dentro de su bolso, ella saco un par de fotografías —Simple las llevo conmigo, son mi amuleto de la buena suerte, mis pequeños ángeles— Ross recibió las fotografías en sus manos con mucho cuidado, ya que al parecer la mujer adoraba aquellas simples imágenes impresas. Y lo confirmó, —Son muy lindos— Los niños humanos no eran muy distintos a los de los de su planeta o los visitados. La conversación duró por lo menos hasta que el sol comenzaba a ocultarse, el atardecer anaranjado de veía con claridad en el horizonte. Era hermoso y muy diferente, pensó Ross. —Debería de irme— La anciana dijo al ponerse de pie, pero por supuesto le dirigió una preocupada mirada al chico amable con el cual había estado hablando por dos horas. Pero cunado estuvo a apunto de hablar, alguien le llamó. —¡Abuela!— El chico de cabellos negros se acercó corriendo, tomando mucho oxigeno luego de dejar de hacerlo, —¡Abuela!— —Ryan, estoy a tu lado— —¡Estuvimos llamándote a tu celular por horas!— La sonrisa volvió a ser visible en el rostro de la mujer mayor —Deje el celular en casa, ya sabes que odio cuando suena de la nada— Sus quejas sobre aquel aparato eran muy conocidas en la familia. —Estaba por volver a casa de todas formas— Ryan asintió muy aliviado, diablos, él odiaba cuando su abuela solo desaparecía y no avisaba a nadie. —Vamos entonces—   —Espera— La anciana caminó hacia donde el joven amable, —¿Tienes donde dormir hoy?— Preguntó gentilmente. Ryan se encontró parpadeando un par de veces, —¿Tú?— Ross sonrió y levando  a penas la mano, saludando débilmente —Hola—
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