SABORES DEL DESIERTO

2875 Words
Una puta noche más de trabajo atendiendo a ricos pendejos que no saben ni partir un huevo. Tomo mis utensilios, mi filipina y demás cosas que pueda llegar a necesitar como chef, estoy tan agotado y fastidiado que no recuerdo ni en qué día estoy y todo por culpa de esta maldita rutina en la que vivo. Luego de varios minutos atravesando la ciudad, llego a un lugar extraño, reviso más de una vez la dirección para confirmar que no me he equivocado y también la lista de ingredientes y platos que solicitaron. Qué locura, no sé qué tipo de fiesta será, pero mi trabajo solo es cocinar y servir; lo demás le corresponde al cliente. La verdad es que no quería tomar este pedido puesto que llevaba tres semanas trabajando sin descanso, pero por insistencia de un cliente, quien dijo tenía un amigo que requería de mis servicios con urgencia, acepté para evitar escuchar una palabra más, al menos el p**o era bueno, pero después de este trabajo pienso largarme lejos de esta ciudad, tal vez unas vacaciones en la playa no me caerían mal. Al confirmar todo bajo del vehículo con mis cosas y presiono el timbre, no tardaron mucho en abrir siendo un hombre quien me da la bienvenida muy amablemente. —Tú debes ser Javier Olveira, soy Ansel Beaton, mucho gusto —extiende su mano y la recibo formal. —El gusto es mío —respondí amable para evitar que notara mi cansancio. Beaton me da un ademán para que ingrese y así hago, los dos caminamos por un pasillo hasta un ascensor donde posteriormente subimos al último piso. Una vez abiertas las puertas se deja ver un enorme loft de estilo industrial, está en tonos gris claro y blanco, la verdad es bastante agradable a la vista y muy relajante. —Disculpa que te hiciera venir con tan poco tiempo de aviso, la persona que tenía contratada me quedó mal y necesitaba a alguien con urgencia, y en cuanto Mark me habló de ti no lo dudé un instante —comenta un poco avergonzado. —No te preocupes, él es un excelente cliente y supongo que tampoco tenías opciones por lo que me dices —digo un poco en broma para relajar el ambiente. —No te creas, tal vez estaba necesitado, pero no por eso aceptaría a cualquiera, soy muy escrupuloso con mi trabajo y este es uno importante para mí. —Bueno, gracias por la confianza. Por otra parte, necesito saber lo que haré, la verdad es que Mark no me comentó demasiado, solo que debía realizar algunos platos, pero me pareció que había algo más que no supo cómo decirme. —No te preocupes el trabajo es bastante sencillo, necesito que prepares unos postres pequeños, jaleas, algo de fruta picada, también un ganache de chocolate y si es posible algunas bebidas con alcohol, pero estas deben tener una textura espesa. —¿Y cuánto tiempo tendré para hacerlo? —Espero que no te importe, pero a más tardar en tres horas, por los postres no debes matarte, con que hagas dos o tres tipos de entre cinco y diez unidades cada uno estará bien, lo importante es lo demás. Este sujeto está demente, pero considerando cuánto están pagando y que en verdad es sencillo el pedido, no le veo mucho problema. —Está bien, entonces empecemos cuanto antes. Con eso dicho me dirigió a la cocina, tenía un estilo moderno y elegante, estaba todo muy limpio y las cosas eran fáciles de encontrar, lo bueno es que los ingredientes más importantes los tenía a la mano y junto a los que traje, que son una preparación especial mía, estaba preparado para todo. En esas tres horas hice todo lo solicitado, treinta postres con tres sabores diferentes, jalea de frutos rojos y otra de hierbas con frutos amarillos, el ganache de chocolate amargo y chocolate blanco para mayor variedad, y la fruta la corté con diversos diseños para hacer una presentación más llamativa a los comensales. En cuanto a las bebidas, preparé gin and tonic, mojito, chilcano y el padrino. Todos tenían un jarabe diferente de mi marca personal que le daba un toque característico y único, por supuesto todos quedaron con la textura solicitada, pero más que un coctel parecía jalea para niños… No quiero ni imaginar de qué será la dichosa reunión desde que solicitaron esto. Con todo listo fui a buscar a Beaton a su estudio, él me dio el pase y abrí la puerta encontrándome con una habitación enorme, conservaba el mismo estilo industrial acompañado de un enorme ventanal con vista a la ciudad. La verdad es que después de ver esto me dieron ganas de buscar otra casa. Él me indicó que trajese todo y lo organizara en una mesa que ya estaba lista a un lateral de la habitación en lo que él terminaba de montar algunas cosas para la dichosa reunión, pero seguía sin comprender de qué iba. En menos de quince minutos tenía todo listo y había preparado en una torre auxiliar los postres, en otra las jaleas con el ganache, una bandeja con varias decoraciones hechas con la fruta picada y en unas jarras en forma de espiral acomodé cada coctel. Quedé tan satisfecho al ver el resultado que por un momento olvidé todo mi estrés, la verdad es que esta mezcla de platos y bebidas siempre me ha gustado, me trae buenos recuerdos. —Esto es increíble Javier, no me imaginé ni de cerca lo que hiciste, es una locura. —Me alegra que te guste. Bueno, creo que mi trabajo aquí está hecho, mañana enviaré a alguien para que recoja las cosas, así que no tendrás de qué preocuparte. —Si… bueno… Javier… —ese balbuceo no es buena señal, maldita sea hasta aquí llegó mi momento de felicidad. —¿Qué ocurre? —Me da pena pedirte esto y sé que no tiene nada que ver contigo, pero me gustaría pedirte otro favor si no es mucha molestia. —¿Qué necesitas? —trataba de modelar mi tono, pero estaba que lo asesinaba. —Verás, me acaba de cancelar alguien para la sesión y necesito a una persona que lo reemplace ¿Te importaría ser mi modelo esta noche? —¿Modelo? ¿De qué es la fiesta? —pregunté bastante extrañado. —¿Fiesta? No es una fiesta, es una sesión de fotos, no sé si Mark te dijo pero soy fotógrafo y esto hace parte de mi próxima obra, por supuesto te pagaría lo correspondiente a este nuevo trabajo, tendrías que firmar un contrato y en fin, tecnicismos que veremos mañana, prometo que tu rostro no saldrá así que nadie logrará identificarte. Maldición, este no es mi día, solo quiero largarme de aquí. —Sé que te fastidia la idea, pero te lo suplico Javier es importante y no puede pasar de hoy esta sesión, así como tampoco puedes venir otro día a hacer las mismas preparaciones, según me dijo Mark tomarás unas vacaciones pronto. —No sé Beaton, jamás estuve en esto, ni siquiera sé qué hay que hacer. —Tú tranquilo que para eso estoy yo, pero si aceptas necesitaré que vayas a ducharte en seguida y vistas las prendas que te pasaré. No sé ni por qué putas acepté esta maldita locura, pero aquí estaba frente al espejo del baño en ropa interior con una bata negra, al menos tengo que reconocer que vale la pena hacer tanto ejercicio y cargar todas esas cajas con herramientas, insumos y demás cada día. No soy modelo, pero sí sé que tengo buena presencia y físico, cuerpo ejercitado, barba corta, cabello n***o, ojos grises, no soy un adonis, pero mi apariencia me ha servido para obtener buena compañía en algunas ocasiones. En fin, no pierdo más tiempo y regreso al estudio con Beaton. —Javier de nuevo gracias por esto —comenta alegre en cuanto me ve. —pero déjame te presento a Amaira, ella será tu compañera en esta sesión, perdón que acelere un poco las cosas, pero no tenemos tiempo y la ansiedad me está ganando —ríe nervioso. Giro detrás de mí que es donde él está mirando y me encuentro a una diosa del oriente, piel dorada como el desierto, ojos marrones con mirada intensa, cabello abundante castaño, labios gruesos y una voz que despierta todos mis sentidos. —Mucho gusto, Javier, soy Amaira Cortés, te agradezco que aceptaras hacer esto, es el sueño de Ansel y mío y saber que podemos hacerlo a pesar de tantos inconvenientes significa mucho para nosotros. —Un placer ayudarlos, pero no esperen mucho de mí, jamás he sido modelo así que ustedes me dirán qué hay que hacer. —Y así será, pero primero un trago para celebrar. Ella reparte unos shots con los cocteles que preparé, brindamos y bebimos otro más para relajarnos, según dijo ella. Después Beaton comenzó a dar las instrucciones acomodándonos de cierta forma, lo extraño es que más que una sesión de fotos se sentía como un juego de niños, pero me agradaba hasta el punto de hacerme olvidar nuevamente mi estrés, especialmente por Amaira, ella hacía que todo fuese tan natural que me hacía reír olvidándome de la cámara por completo y enfocándome solo en ella. De pronto me pidió que la ayudara a subir sobre una mesa alargada, fue raro porque ella alcanzaba, pero igual la tomé de su cintura y la acomodé. Dicha cercanía me permitió sentir más su aroma, uno tan exquisito, que me obligó a debatirme entre su profunda mirada y esos labios que moría por probar. Ella bajó su mirada reparando la bata en mi cuerpo y liberando el nudo en este, se abrió un poco e introdujo sus cálidas manos hasta tocar mi abdomen. Cerré mis ojos un instante dejándome llevar por su tacto, era tan lento que al segundo de rozar sus uñas, mil corrientes atravesaron mi cuerpo y un suave gruñido salió de mi boca. Abrí mis ojos con alterada respiración y encontré una mirada hipnotizante, parecía los ojos de una víbora que me atraía a su merced. Abrió sus piernas para dejarme entrar entre ellas y sus manos ascendieron hasta retirar la bata de mi cuerpo, luego hice lo mismo que ella y abrí la suya. Para mi sorpresa, vestía únicamente su piel desértica provocando una erección en mí que no quise esconder. Retiré la prenda por completo y ella se levantó un poco para que quitara esa tela que pisaban sus increíbles glúteos. Esa mujer era fuego puro. Extendió su mano señalándome la mesa con las preparaciones que había hecho, no comprendí al comienzo, pero al volver mi mirada a ella entendí lo que quería hacer al darme esa sonrisa traviesa. Traje la mesa movible para dejarla junto a nosotros y ella se acomodó hacia lo largo de la mesa apoyándose sobre sus codos, una de sus piernas ligeramente levantada y la otra con su rodilla un poco doblada, se veía tan exquisita que olvidé mi razón por completo y me dejé llevar por su imagen. Tomé primero el ganache de chocolate blanco y lo repartí en sus pies, ella mordía su labio suavemente a lo que yo mordí su pie suavemente, mordió más fuerte y yo igual. Repasé mi lengua entre sus dedos ascendiendo poco a poco sobre el hilo de chocolate. Luego tomé el ganache de chocolate amargo e intercalaba los colores en sus piernas y brazos, no quise bañarla del todo… no todavía, solo quería dejar caminos pecaminosos en su piel. Dejé los recipientes a un lado y tomé la jalea de frutos rojos, pero ella se giró regalándome otra vista exquisita de un culo como nunca antes llegué a ver; seguido de unos hoyuelos en su espalda que despertaron mi perversión aún más. Creé otro camino generando figuras entre sus muslos, tomé la otra jalea y con una jarra en cada mano fui ascendiendo. Dos caminos, dos colores, dos montañas de fuego que me incitaron a morderlas, pasé mi lengua, mordida va, mordida viene y sus gemidos aparecieron… malditos gemidos… Moría por probar el néctar que fabricaba su centro, pero para ese tenía otro plan, uno que vino a mi mente en cuanto sentí el aroma de su ser. Tomé un par de postres, al ser pequeños, cubrían bien esos hoyuelos al sur de su espalda. Seguí creando las líneas de Nazca en el desierto más sublime que crearon los dioses, mil figuras trazaron su espalda y mi lengua estaba sedienta de ellas, dejaba sutiles mordidas que erizaban su piel y al escuchar un fuerte gemido nalgueé con fuerza su glúteo derecho. Caminé hacia su rostro donde ella levantó su vista hambrienta de mi piel, dejé las jarras a un lado y ella bajó mi bóxer sin retirar la conexión de nuestros ojos, éramos el sol y la luna compartiendo el mismo espacio celestial. Arrojé la prenda a un lado y ella tomó la jarra con frutos amarillos, estaba tan duro que ella exploró cada milímetro con el líquido. Al llegar a la punta dejó que una pequeña cascada descendiera de esta hasta quedar solo gotas, sonrió perversa, yo igual. Su lengua hirviente saboreó la punta con tiento, se abrió paso entre esos labios pecaminosos y mi placer fue en aumento. Amaira se giró quedando boca arriba, repartió otro poco de la jalea a lo largo de mi m*****o e introdujo mi falo en su boca con tal energía que nos excitaba. Una de sus manos se paseó en su cuerpo, aquel que deleitaba mi vista mientras su boca y lengua deleitaban mi hombría. Tomé la jarra con el chilcano, era momento de despertar más sus sentidos. Repasé la helada tentación sobre sus montañas, aquellas que envidiaba el Everest, sus pezones endurecieron al sentir el frío del coctel haciendo que sus tetas se vieran más jugosas. No perdí el tiempo y bajé para probarlas sin que ella detuviese su felación acompañada del humming, combinación mortal que no todos saben hacer, pero ella sin duda era una profesional. Nos deleitamos tanto el uno con el otro que estuve a punto de correrme en su boca, más no era así como quería terminar. Me separé de ella y di la vuelta para quedar sobre la mesa, entre sus piernas. Tomé la jarra en que reposaba el padrino y abrí esas exquisitas columnas egipcias descubriendo el secreto de sus dioses, uno que nos hizo sonreír nuevamente con maldad. Repartí en un movimiento rápido, pero con finas líneas el líquido en su pecho y abdomen, me fui sobre este devorándolo hambriento de placer, estrujé, chupé, mordí y disfruté de su sinfonía. Repartí de la misma forma en el vientre, pero este lo saboreé más despacio hasta trazar esa línea que conectaba con la suya. Ella abrió más sus piernas y el padrino bañó sus pliegues. Entre el color de su piel, el whisky, el amaretto y mi jarabe crearon un ámbar que calmó mi sequía y despertó mi lujuria. Tal como lo pensé, esos sabores quedaban exquisitos en ella, pero ya la había saboreado tanto que mi cuerpo me pedía una cosa y ella también lo hizo entre jadeos. —Javi… te necesito… mételo ya-. ¿Quién soy yo para negar una petición de su boca? Dejé la jarra a un lado, levanté una de sus piernas y la empotré con todo mi maldito placer, fui suave al saborearla, más los dos moríamos por sentir cada penetración con fuerza. Entraba rápido, entraba duro, pero quería sentirla más. Me acosté en la mesa y ella quedó sobre mí dándome la espalda, me cabalgó con fuerza, con seducción, subía y bajaba en movimientos circulares, esta mujer parecía conocerme bien. Abrí su culo apretándolo con fuerza y en esa misma intensidad palmeaba hasta dejar mi mano marcada. Ella tiró su cuerpo hacia atrás y me apoderé nuevamente de esas tetas estrujándolas y pellizcando sus duros pezones. Con mi otra mano masturbaba su clítoris ayudado del coctel, se desplazaba todo tan bien. Mordí su espalda, aceleró su movimiento y nuestros gemidos se mezclaron junto a nuestras voces. —No creo aguantar más, necesito hacerlo —dijo. —Vente conmigo Amaira. Aceleré el movimiento sobre su clítoris en lo que pellizcaba más fuerte sus pezones, abrió sus labios con sus dedos dejándome sentir ese pequeño bulto que ocultaba, palpitaba ansioso al igual que mi pene dentro de ella, pero necesitaba más. En un rápido movimiento la coloqué en cuatro sin salir de ella, sus dedos masturbaron su clítoris y como una bestia empotré ese maldito coño con mi v***a, no había más piedad, estábamos al borde de este puto orgasmo. —Javier… Javier… —Amaira… Pude sentir la lava fluyendo de ambos mezclándose en un mismo punto, ese puto gemido de ambos fue la gloria y su coño el cielo de mi vida. Caímos uno sobre el otro con la respiración agitada, con mi v***a y su coño palpitando al compás de nuestros corazones y sus piernas vibrantes acompañadas de nuestras risas descontroladas por el placer. Jamás amé tanto mi trabajo como lo hice hoy, pero ahora creo que el modelaje junto a Amaira será un hobby al que me haré adicto.
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