Una semana después de esa confesión bajo la luna y las estrellas, Travis quería ver a Raven. Él pensaba que ella lo evitaba para no incomodarse o ruborizarse por ser tan honesta esa noche, y en parte si era la razón por la que ella no volvió a tocar su puerta ni le envió un texto. Raven se sentía terrible por ser tan honesta con él. No debió dejar salir lo que sentía por él, ni ese deseo que pugnaba por salir cada vez que Travis se acercaba y ella olfateaba su perfume. Raven se sentía como un perro oliéndolo hasta sentir el orgasmo en su interior. Travis era su hombre perfecto, pero tenía un defecto: era casado, y eso era impensable incluso para ella. Travis esperó una semana hasta que ella se decidiera, sin embargo, como Raven no dio ninguna señal, Travis subió a su vieja y destartalada