Camino sin mirar atrás, sé que debe de estar mirándome, pero yo no voy a dar la vuelta. Subo a la habitación donde me doy una ducha, me cambio con mi lencería y me acuesto a dormir.
—Amor—susurro emocionada—¡Estoy conduciendo!—Miki no quería dejarme conducir pero por fin lo convencí.
—Despacio Kagome—él ríe yo paro el carro.
—Sabes que te amo—él besa mis labios.
—Lo sé hermosa—me quito el cinturón y subo a su regazo.
—Quiero darte lo más valioso que tengo como mujer—siento mis mejillas ardiendo.
—Kagome ¿qué dices?—bajo la mirada avergonzada y me quito de su regazo volviendo a donde estaba antes sentada.
—Quiero ser tuya de todas las maneras Miki—confieso siendo sincera.
—¿Quieres darme tu virginidad?—pregunta y yo asiento—¿estás segura amor?—vuelvo asentir.
—Lo anhelo—él asiente y me mira.
—Cambiemos de puesto—me quito de piloto y paso al copiloto.
—¿A dónde vamos?—pregunto nerviosa.
—Está noche te hago mía—sonrío feliz.
—Higurashi—un meneo severo me hace despertar y ver entre las sombras de la oscuridad los impresionantes ojos de Inuyasha, los cuales me miran preocupados.
—¿Pasa algo?—pregunto sintiendo mi garganta seca.
—Eso te debo preguntar yo a ti—lo miro sin entender—estabas inquieta y susurrabas cosas sin sentido.
—Nada importante. Sólo fue un mal sueño—él asiente.
—Cada vez afirmo más que ocultas algo—ruedo los ojos.
—Entrometerte en asuntos ajenos no es de personas como usted señor Taisho. Le pido que no se meta en lo que no le importa—él asiente en silencio.
—Buenas noches—se marcha antes de que responda.
—Imbécil—susurro en las oscuridades de la habitación.
***
—Los planos van bien, si seguimos a este ritmo entonces creo que acabaremos antes de lo pensado, ¿no cree señorita Higurashi?—la voz de representante de esta empresa por milésima vez se centra en mí.
—Sí, también lo creo—sonrío de manera hipócrita y dejo que siga hablando. Tocan la puerta y por ella entra un chico que se me hace conocido.
—Buenas tardes señores y señorita—su cabello es tan inconfundible que sonrío un poco. Pensé que jamás lo volvería a ver. No después de todo lo que ha pasado.
—¿Miroku?—pregunto probando suerte.
—¿Preguntas hermosa?, eso hace mi corazón duela, pensé que jamás te ibas a olvidar de mí. Este bello y perfecto cuerpo esculpido por los dioses—sonrío ante su arrogancia.
A Miroku lo conocí en mis peores momentos. Fue después de la muerte de mi familia en el hospital donde me tenían internada. Él estaba allí acompañando a una jovencita y el muy idiota acaricio mi trasero ocasionando que lo golpee con todas mis fuerzas. Después de ese día nos fuimos conociendo hasta hacernos muy buenos amigos. Él me contó cosas muy importantes en su vida y yo le conté todo mi plan y mi venganza hacia los Taisho, él me comprendió y me abrazo, un abrazo muy paternal haciéndome sentir segura. Lo adoro como un hermano mayor.
—Ya me hacía falta tu carismática arrogancia—me levanto de la silla y voy a abrazarlo.
—Hueles tan bien—entierra su cara en mi cuello.
—¡Aléjate de mi pervertido!—sonrío. Una sonrisa salida de mi corazón y no una falsa e hipócrita.
—¿Se conocen?—la voz de Inuyasha me hace volver a la realidad.
—Claro, Kagome es una gran amiga—responde Miroku por mí, mientras me abraza por los hombros.
—Muy bien, pero sus escenas cariñosas para después, necesito acabar con esto cuanto antes. Saben que tengo una prometida y una boda la cual planear—ambos miramos al muy celoso de Inuyasha mientras Miroku me pellizca un hombro.
—Creo que alguien está celoso—asiento dándole la razón.
—¿Comenzamos?—asentimos y hacemos lo que tenemos que hacer.
***
—¿Tienes lo que te pedí Koga?—pregunto al teléfono mientras mis pies se mojan por el agua de la piscina.
—Mañana llega, no fue tan difícil, ella fue muy fácil. No sabes lo que me reí mientras lo hacía. Fue tan divertido—por eso me encanta Koga, él no se deja llevar de romanticismos baratos, el actúa rápido y tenaz.
—Bien hecho, mañana te confirmo todo—no dejo que se despida y cuelgo.
Me levanto y camino hasta recepción donde me encuentro con Miroku e Inuyasha ambos dándose malas miradas. Al parecer mantienen una conversación muy incómoda.
—¿Pasa algo?—me apresuro a preguntar.
—Nada importante, te invito a un trago—acepto y me marcho sin siquiera mirar a Inuyasha.
Miroku me hace reír toda la noche, la cual pasa muy amena gracias a él. Me cuenta que estaba viviendo fuera del país, pero que ya volvió.
—Creo que ya me marcho—él asiente y me despido.
***
El ruido de algo quebrándose en pedazos es el causante de causar que despierte de un susto terrible. Miro a mi alrededor y el espejo está hecho añicos en el suelo. Me levanto y procuro no cortarme con alguno de ellos. Camino y veo a Inuyasha en un rincón con un sobre en las manos.
—¿Estás bien?—no responde y me pasa el sobre, lo abro y lo miro sorprendido. Son las imágenes que le pedí a Koga. Su amada Kikyo revolcándose con otro hombre. Si. Mis planes avanzan rápido.