Ambos caemos en la cama agitados por el largo viaje. No dejo pasar un solo segundo en el que no lo provoque. Creo que me es hasta divertido ver como su mirada cambia en otra dirección cuando lo descubro mirando mi escote o mis piernas. Inuyasha es un juego y una diversión que me fascina. Quiero tentar todo de él, y cuando digo todo lo hago de manera literal. Me siento en la cama quitándome los tacones ya que estoy cansada y el abre un ojo para mirarme y luego levantarse también.
—¿Cómo dormiremos?—pregunto mientras me levanto a buscar un poco de bebida.
—Yo dormiré en el sofá y tú en la cama—resuelve y asiento.
—En ese caso iré a tomar un baño—camino hasta el baño donde me quito todo y dejo el agua navegar por mi cuerpo. La sensación es tan placentera que suelto un suave gemido de satisfacción.
—No me digas que te masturbas mientras te bañas—la voz de Inuyasha me hace saltar en mi lugar. Abro un poco la puerta corrediza transparente y lo veo parado en el marco de la puerta.
—No seas idiota. No tengo necesidad de masturbarme, tengo tantos hombres a mi merced que estarían encantados de hacerme el trabajo—él ríe negando con la cabeza.
—No era yo el que soltó ese gemido—yo bufo molesta.
—No molestes y mejor ordena algo de comer. Tengo hambre—él asiente, sin embargo, no mueve un solo músculo con la intención de irse—¿disfrutando de la vista?—pregunto seductora.
—Está... Interesante—murmura.
—No es de socios el ver al otro bañarse—le guiño un ojo y él cae en cuenta de lo que digo. Sonrío cuando veo sus mejillas tornarse de un color rojizo. Se aleja despacio y yo termino mi ducha sin complicaciones. Me pongo una toalla envolviendo mi cuerpo y camino hasta donde se encuentra Inuyasha.
—¿Qué ordenaste?—pregunto sacando una ropa de mi maleta. Saco ropa interior de encajes y sus ojos miran curiosos.
—Comida—responde obvio.
—¿Te quedarás a ver cómo me cambio?—pregunto para molestarlo.
—Solo si tú quieres—arqueo una ceja dejando caer la toalla y dejar al descubierto mi cuerpo. Sus ojos me miran tratando de analizar el que me haya desnudado frente al él. Sus ojos miran todo mi cuerpo y yo comienzo a ponerme las bragas blancas con el sujetador del mismo color con encajes. Busco una falda de tubo y una franela rosado y me la coloco. Unas zapatillas altas color negras al igual que la falda. Mi cabello en una coleta con flecos sueltos y listo.
—¿Qué tal?—le pregunto a Inuyasha que me mira embobado.
—Te vez muy bien—asiento y la puerta suena. Camino y veo a un joven.
—Aquí traigo su pedido—asiento y dejo que entre comiéndose mi cuerpo.
—Deja de acosar a la señorita con la mirada—la voz molesta de Inuyasha nos sorprende tanto al chico como a mí.
—A ella no parece molestarle—él contesta.
—Creo que ambos deben calmarse—el chico deja la comida y se marcha guiñándome un ojo.
—Es guapo—comento para molestarlo.
—No le veo lo guapo—me siento y como un poco junto con Inuyasha. Cuando terminamos ambos nos reunimos con el socio que nos ayudará con el estúpido fraude.
Duramos horas trabajando y el sol empieza a ocultase cuando llegamos a la habitación nuevamente. Busco un bikini y me lo pongo. Por encima del bikini me coloco un vestido blanco.
—¿Me acompañas a nadar Inuyasha?—pregunto.
—Si—espero que se cambie y ambos salimos a la piscina.
Cuando llegamos todo está solo y en silencio, una suave brisa me atraviesa haciendo mi cabello ya suelto vuele y caiga en la cara de Inuyasha haciéndolo gruñir y a mi reír.
—Vamos a entrar—digo y me quito el vestido que cubre mi cuerpo. La boca de Inuyasha se abre y sus ojos miran mi bikini n***o con rosado fucsia. En el sujetador es con bolas negras y en la braga solo la superficie de arriba. Camino hasta el agua para lanzarme, el agua de inmediato hace contacto con mi piel. Nado hasta la orilla donde se encuentra Inuyasha sentado.
—¿Está rica?—pregunta a lo que asiento, nado de espaldas y luego miro al frente donde los ojos curioso de Inuyasha me miran.
—¿No vienes?—pregunto y voy hacia él.
—Es mejor mirarte disfrutar del agua—responde a lo que arqueo una ceja.
—Ven—abro mis brazos y él se levanta para lanzarse haciendo que mucha agua salpique mi cara—¡tonto!—le digo mientras me río.
—Ya verás quién es el tonto—nado rápido y salgo del agua con Inuyasha siguiéndome los talones. Corro y él detrás de mi hasta que lo siento tomarme el brazo—te tengo—susurra y luego sin esperarlo me lanza al agua. Siento agua en todas partes y escucho su risa. Salgo a la superficie y nado hasta la orilla dónde Inuyasha me espera con una estúpida sonrisa.
—Eres un...
Quiero darle un insulto digno de alguien tan bastardo como él, pero sin parecer grosera.
—Un...
Alienta Inuyasha sin borrar esa estúpida sonrisa.
—Gay—sonrío por mi hazaña y a él se le borra la sonrisa que tenía. Su mirada seria me da serias ganas de reír. Sin esperarlo se acerca hasta quedar frente a mí. El agua me llega hasta los pechos.
—Repite eso—murmura mirándome.
—Ga...
Mis palabras se pierden en el viento cuando sus demandantes labios toman los míos con determinación. Sus grandes manos se posicionan en mi pequeña cintura, sus labios se mueven con pasión sobre los míos. Mis manos toman su cuello y lo acercan más a mí. Mis piernas se envuelven en su cintura y lo acerco más. Hasta que reacciono y lo suelto. Nuestras respiraciones son pesadas, me alejo lentamente de él.
—No me beses si yo no te doy permiso de que lo hagas—sus ojos me miran confundidos. Camino hasta la orilla, pero su brazo agarra el mío.
—¿Qué ocultas Kagome?—pregunta y trago saliva.