—Hijo, bienvenido. —No seas hipócrita, que no soy tu hijo. —Tal vez sientas que no es así, pero eres el único al que considero mi hijo. Las palabras de Simón no le gustaron para nada a Wilson, sintió algo amargo y algo oculto allí, pero sabía que su madre no sería capaz de engañar a su padre, pues conocía de primera mano lo brutal que podría ser ese hombre cuando se le traicionaba. —Bueno, hablemos de lo que te importa. Negocios. —No me importan solo los negocios. —No mientas, por lo menos no a mi. Eres esa clase de persona que no mueve un solo dedo si no te conviene, no das puntada sin dedal y no permites perder ventaja en cada cosa que te rodea. —Eso no suena mal. —Para ti, pero igual no me interesa. —¿Cómo estuvo Italia? algo nuevo que contar. —Nada en particular. Trabaje