Wilson estaba cansado de su vida, no quería nada que llevara su apellido, ni propiedades, ni autos, ni lujos, ni invitaciones, tampoco quería acciones, empresas o puestos políticos. Se sentía maldito en realidad, porque cada vez que parecía liberarse de su padre, una nueva cadena se ataba a sus pies. —Mañana es viernes, y como cada viernes… —Cenamos en familia —completo la frase con fastidio. —Así es, y quiero que entiendas que la de mañana es muy importante para ti. —¿Por qué? por fin podremos comer pizza. —Mañana vendrán los Steffano, con su hija. Nos interesa una unión entre ustedes. —¿Nos? —Si, “NOS” —resaltó aquel hombre ambicioso—. Porque a ti te conviene más que a mí, para ganar terreno, cuando tengas que postularte para el congreso. —No quiero. —No te estoy preguntando