Era domingo, Camila y Miguel jugaban en el parque y cuando el pequeño consiguió dialogar con otro niño de su edad, se fue a jugar y se olvidó de su madre, así que en un pequeño acto de resignación y como un momento para descansar, se fue a sentar en aquella manta roja que tenía tendida sobre el pasto. Era un 30 de Junio, exactamente ese día, pero años atrás Felipe había sido asesinado por su culpa, porque era algo que nunca se perdonaría, por su culpa el amor de su vida había sido asesinado a manos de un hombre que se supone debía cuidarla y hacerla feliz. Felipe lo dio todo por ella y estaba segura que de seguir con vida, seguiría siendo igual. Jamás imaginó su vida sin ese hombre, cada segundo que pasaba se culpaba más, por no poder darle un padre a su pequeño, por apagar la luz con