—¡Te falto limpiar niña! —No me faltó nada, las 25 mesas mías ya están limpias. —¡Tonta que eres! ¿Es que acaso me viste pasar el trapero solo por mi lado del restaurante? —Carolina estaba cansada, llevaba dos días en aquel nuevo trabajo y sus manos estaban adoloridas. Había pasado de pueblo en pueblo, de estado en estado y en cada nuevo lugar, cambiaba su color de pelo, lo tuvo rojo, lo tuvo rosado, lo decolor hasta dejarlo casi blanco y luego lo puso n***o. Se cambió el nombre por Nina, porque así la llamaba el pequeño Miguel y eso la ayudaba a sentirse menos sola. Cuando abrió su maleta y se dio cuenta de que Camila había depositado allí el dinero que estaba ahorrando con mucho esfuerzo para poder salir de viaje los tres. Entonces su corazón se estrujo todo parecía verse en n***o,