[Arturo Abad]
—Amor ¿me escuchas? —fue lo único a lo que atiné a decir, estaba asombrado, Ana estaba despierta, estuve esperando por esto las últimas dos semanas, mis ojos estaban a punto de derramar lágrimas de alegría.
Ana movió la cabeza con afirmación intentando moverse.
—Amor, no te muevas, llamaré a Lily para que venga, no puedo creer que al fin hayas despertado…
—Nuestro hijo… Arturo —habló con preocupación.
—Tranquila él esta bien, quien más me preocupaba eras tú, no veía el momento en que despertaras del coma, me aterraba perderte amor, no quiero pasar por esto de nuevo si es necesario ya no tendremos hijos, pero no quiero perderte —me acerqué a besar su frente, escuché una risita, giré mi vista a su rostro.
—Tampoco quiero más hijos, con los dos que tenemos basta, quiero vivir muchos años para disfrutarlos a su lado, te extrañé tanto amor —dice ella con la voz llena de sentimiento.
Beso de nuevo su frente.
Saco mi celular del bolsillo de mi pantalón, esperando que Lily aún este en el hospital.
—Arturo… —me saluda.
—Lily, ¿estás en el hospital?
—Si, ¿Por qué?
—Ana despertó…
—¿Queeeeeeeeeeeeé?
—Ana acaba de despertar, por favor ven pronto.
—Voy para allá.
Cuelga.
Ana me mira con una leve sonrisa.
—Me duele todo el cuerpo —dice haciendo una mueca de dolor.
—No te muevas, Lily ya viene.
Mi corazón se siente acelerado, estoy al borde del colapso.
—¡Dios! Amor te extrañé tanto —digo acercándome con ella, comienzo a besarla en las mejillas, en la frente y si no fuera por que tiene la mascarilla de oxigeno en la boca, me la comería a besos en este instante.
—Te amo —suelta sonriente.
—Te amo Ana, pronto estaremos de nuevo en casa.
Luego su rostro se endurece.
—Quiero ver a mi pequeño —pide con suplica.
La miro con compasión.
—Esta en la incubadora, permanecerá ahí otras seis semanas —digo con pesadez.
—¿Esta bien? ¿esta sano? Arturo… —comienza a sollozar.
Tomó su mano y la acaricio.
—Si él esta bien, su cuerpecito a evolucionado bien, pero debe permanecer en la incubadora hasta que se cumplan las 40 semanas que debió permanecer en tu vientre, en cuánto eso pase Lily valorará si ya nos lo podremos llevar a casa, pero yo creo que tu aún permanecerás tiempo aquí hasta que te recuperes por completo así que estaré al pendiente de los dos.
Limpié sus lagrimas con la yema de mi dedo pulgar.
—¿Cómo es? ¿Es tan apuesto como tú? ¿o se parece más a mí? —sonrío al escucharla.
—Tiene la misma hermosa sonrisa que tú, es tan bello, ya sólo es cuestión de tiempo para que podamos tenerlo en nuestros brazos por primera vez —digo con un tono de esperanza en mi voz, ahora me siento más tranquilo, todo el estrés y agotamiento que sentía se ha disipado por completo, Ana me ha devuelto a la vida una vez más. La amo, ella es mi complemento, me duele verla entubada a tantos aparatos y mangueras pero ahora estoy feliz de ver que ha reaccionado y esta bien, de otra manera no podría hablar.
Lily entro a la habitación, se llevo las manos a la boca de lo sorprendida de ver a Ana despierta.
—Amiga —camino hasta la cama —sabía que pronto despertarías, nos hiciste mucha falta.
La voz de Lily se quebraba cuando hablaba. Limpió sus lagrimas con la manga de su bata.
—Se supone que yo soy la doctora y tengo prohibido llorar, pero es que también eres mi amiga, mi hermana.
A unos metros observaba como Lily checaba el estado de salud de Ana, desconecto algunas mangueras y cables que ella ya no necesitaba. Cuando termino nos miro con una sonrisa en el rostro.
—Ahora solo es cuestión de que permanezcas unos días más en observación, al menos hasta que tu cuerpo se recupere por completo de la cirugía, por lo pronto estás mejor aquí que en casa.
Asentí.
—Gracias Lily, de verdad.
Ana había despertado, quedamos en que Lily se iría a casa a dormir un rato, después regresaría para que yo pudiera dormir un poco, iría con mi cliente y regresaría al hospital. Hasta mañana avisaría a su familia sobre que ya había reaccionado. Casi toda la noche pasamos charlando y riendo, era increíble que pudiéramos tener estos momentos agradables a pesar de la difícil situación, le platiqué el gesto que tuvo Roberto al cubrirme en el proyecto y como me la pase estas dos semanas en que estuvo en coma, también le enseñé fotos que tomé con mi móvil de nuestro hijito para el momento en que ella despertara, me conmovió mucho que al verlo unas pequeñas lagrimitas se asomaron por sus ojos.
—Es hermoso —musitó.
—Se parece a su madre —le confirmé sonriente.
Durante los siguientes días la habitación de Ana en el hospital parecía sala de reuniones, siempre estaba llena de gente, entre sus padres, los míos, su hermana y de más familia y amistades del hospital con los que trabajo que se enteraron que estaba internada aquí mismo, llevaban flores, peluches y alguno que otro presente. Me sentía feliz de que ella fuera tan querida. Los días se fueron volviendo más tranquilos y ahora podía ir con más a animo a realizar mi trabajo por que sabía que estaba acompañada, antes sólo una persona podía ingresar a verla, pero ahora que estaba mejor Lily había permitido que entraran más personas. Mi hijo también estaba creciendo. Al igual que a su madre lo visitaba dos veces al día, por primera vez pude ver el color de sus ojos, al igual que los de su madre eran de un tono gris, poco común en regiones al norte de México. Me preguntaba quien se los había heredado a Ana ya que sus padres no tenían el mismo color de ojos que ella.
Una semana después Ana ya estaba mejor, ya se sentaba en la cama y daba pequeños pasos por la habitación, mi corazón se inundó de alegría el día que Lily nos dio permiso de visitar juntos a nuestro hijo, lleve a Ana en silla de ruedas hasta el área neonatal de incubadoras. Ella estaba ansiosa por conocer a nuestro bebé. Entramos.
—Es nuestro bebé —apunte a la incubadora, acercando la silla de ruedas para que quedará lo más cerca posible.
Ana se llevó la mano a la boca reprimiendo el llanto. Metió la mano en los huecos y acaricio por primera vez a nuestro hijo.
—Es tan pequeño —susurró.
Me puse de cuclillas a un lado de ella para quedar a su misma altura.
—Es nuestro hijo, el fruto de nuestro amor, el mejor regalo que pudiste haberme dado y te lo agradezco tanto mi vida —me acerqué para besarla en los labios, no podía definir toda la felicidad que sentía de poder besarla de nuevo.
Una semana más tarde Ana ya caminaba, aún debía tomar reposo unas semanas más pero ya podía regresar a casa con nosotros, al igual que nuestro hijo. El día que darían por fin de alta a Ana, Lily nos dio la sorpresa de que ya podíamos llevarnos a nuestro hijo a casa. Después de poco más de un mes de espera al fin estaríamos juntos de nuevo. Lisa, mis padres y los de ella nos esperaban en casa. Lily trajo a nuestro bebé en brazos y se lo entrego a Ana, me acerqué a ellos, este momento era mágico.
—Ahora si creo que ya pueden escoger el nombre para su hijo, ¿Por qué no lo tienen verdad? —exclamó frunciendo el ceño.
Negué con una sonrisa.
—No quise escoger un nombre para él sin Ana, lo escogeremos entre los dos —acaricié la cabecita de mi pequeño hijito.
Lily sonrió algo divertida.
—Pues creo que ahora es el momento perfecto para que lo hagan por que necesito su nombre para llenar los formatos del alta y el registro de nacimiento por parte del hospital.
Ana y yo nos miramos, en realidad no habíamos pensado en un nombre en específico puesto que nuestro bebé nació dos meses antes de lo esperado, su nacimiento nos tomo por sorpresa completamente.
—¿Tienes algún nombre en mente? —pregunté a ella.
—En realidad… mmm… veamos —hizo una pausa pensativa —siempre me ha gustado el nombre de Diego, creo que es adecuado para él.
—Diego Abad Rocamonte, se llamará entonces —dije esbozando una sonrisa de oreja a oreja.
Lily hizo los tramites correspondientes para el alta de nuestro hijo. Una hora más tarde conduje a casa, Ana llevaba a nuestro pequeño en sus brazos.
—Encenderé la radio —dijo bajando previamente el volumen de sonido.
En ese instante, se escuchó una canción muy peculiar:
Si ella te quiere
Tendrás por dentro esa sensación de tenerlo todo
Tendrás la suerte que solo tienen algunos locos
Si ella te quiere, qué suerte tienes
Si ella te quiere
Verás al mundo bailar despacio bajo su foco
Tendrás la fuerza de reponerte de cualquier roto
Si ella te quiere, qué suerte tienes
Si ella te quiere, has tocado el cielo
Se abren las puertas del universo
Cuando te quiere ya solo hay una dirección
El desenlace de cualquier sueño
Está en su boca si tú la tocas
Ella te quiere, se pinta el mundo de color ♪ ♪ ♫ ♫
Sonreí.
—Nuestra canción, recuerdas —asentí —hace mucho que no la escuchaba.
—Amor, ¿recuerdas que quedamos que en cuanto nuestro hijo naciera nos casaríamos? En cuánto te recuperes me gustaría que planeáramos nuestra boda, quiero que seas oficialmente mi esposa, pasar el resto de mi vida contigo.
Ana se quedó mirándome por unos segundos, no podía apartar mi vista del frente ya que estaba conduciendo, pero sentía su mirada.
—Yo también quiero pasar el resto de mi vida contigo y será un honor ser la esposa de Arturo Abad Rocamonte, esta vez ni los caprichos del destino podrán separarnos —nos tomamos de la mano, me sentía el hombre más feliz del planeta, el más feliz del universo y mi felicidad tenía nombre Ana Paula Lago.