"Pero un día todo cambia, un mensaje la deja aturdida
«Lo suyo es sólo un juego, ¿cierto?» ella mira el mensaje, confundida.
«Él tiene novia» le advierte
y ella sólo se queda inerte.
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Sarah estaba saliendo de la ducha y secaba su cabello minuciosamente.
Se había bañado con agua tibia para relajarse, aunque estuvo tentada a hacerlo con agua fría, ya que la conversación con Edward había hecho subir la temperatura de su cuerpo como si fuese una estufa.
Además, últimamente estaba más que ansiosa de que el moreno se decidiera a avanzar otro paso entre ellos. Pero los días pasaban y no le decía nada al respecto, sólo seguían las llamadas frecuentes, los mensajes subidos de tono y el coqueteo mutuo.
Se dijo a sí misma que estaba paranoica y debía ser paciente.
A veces se desesperaba y pensaba en dar ella el primer paso, pero se cohibía y se echaba para atrás y a la final quedaba en nada.
Un sonido la hizo sobresaltar y de inmediato fue a revisar su celular, pensando que seguramente Edward le había enviado un mensaje.
«Lo suyo es sólo un juego, ¿cierto? Edward tiene novia, seguramente no lo sabes. No te fíes de él.» 8:10 pm
Sarah frunció el ceño. ¿Quién sería? Seguramente alguien que la conocía y a Edward. Una frase sobresalía entre todas como si tuviese luces de neón.
«Edward tiene novia»
Esa simple frase la inquietó y la confundió por completo. Edward nunca le había contado ese importante detalle. ¿Sería verdad?
Buscó el número y de inmediato le envió un mensaje.
«¿Tienes novia?» 8:20 pm
Tardó un poco en sonar el cel y ella cada tanto revisaba la pantalla, como si con eso el mensaje fuera a aparecer más rápido.
«Hola Sarah, ¿a qué viene la pregunta?» 8:27 pm
Ésta frunció el ceño. ¿Por qué carajos le salía con otra pregunta?
«Limítate a responder, por favor» 8:28 pm
Tardó unos minutos más en responder, lo que sólo provocó ponerla más ansiosa.
«¿Quién te lo dijo?» 8:32 pm
Sarah se quedó paralizada unos instantes. Luego cerró los ojos y suspiró profundamente, tratando de calmarse ya que el dolor comenzaba a golpear su corazón la dejó sin aliento.
Tuvo que aferrarse para no caerse, respirando dolorosamente e intentando reprimir las lágrimas que amenazaban salir por sus ojos de manera inminente.
-¿Cómo se le ocurrió hablarme de esa forma, teniendo una novia? -susurró con voz rota
Tantas veces que le había coqueteado, todas las veces que le había insinuado cosas subidas de tono y ella gustosa las había aceptado.
No podía creer que hubiese aceptado tener confianza con él de esa forma y sin conocerlo bien.
«¿Por qué no me lo dijiste antes?» 8:38 pm
«Sarah, ¿quién te lo dijo?» 8:39 pm
Ésta frunció el ceño de nuevo y tecleó rápidamente una respuesta.
«¿Acaso importa? ¿Por qué coqueteabas conmigo y me decías frases sugerentes? ¡Y teniendo una novia! Creo que no tengo que decirte que eso no se hace ya que debieras saberlo bien. No puedo creer que te haya dado la confianza para que me salieras con esto, Edward.» 8:41 pm
Sarah tomó una bocanada de aire, tratando de ignorar la aguda punzada en el pecho, que crecía cada vez más.
Estaba consciente de que también era su culpa, por haber consentido que las cosas llegaran hasta ese punto. De pronto el tono de llamada empezó a sonar en su celular. Era Edward.
Sacudió la cabeza de nuevo y colgó de inmediato. En esos momentos no tenía ganas siquiera de escuchar su voz.
«¿Por qué no contestas?» 8:45 pm
Luego del shock inicial y el dolor en su pecho, ahora se sentía molesta. Quería enviarle una sarta de improperios o mejor, un golpe. Pero tenía que ser realista, no era algo que podía hacerse por teléfono.
Aún.
«No quiero hablar ahora. Creo que debo calmarme un poco para no insultarte» 8: 47 pm
«No entiendo por qué estás tan molesta» 8:48 pm
Sarah miró el mensaje sin darle crédito a lo que veía. «¿Acaso es una jodida broma?» pensó perpleja.
Él parecía no darse cuenta de lo que había hecho, o bien se estaba haciendo el loco.
«¿Te parece bien que me hayas coqueteado y nos hayamos contado intimidades, teniendo tú una novia?» 8:50 pm
La castaña esperó la respuesta, buscando una explicación satisfactoria a todo aquél embrollo. Su celular volvió a sonar.
«¿Te puedo hacer una pregunta?» 8:51 pm
Sarah rodó los ojos.
«¿Qué?» 8:52 pm
«¿Acaso yo te gusto?» 8:52 pm
La castaña sintió que el alma se le iba hasta el piso.
—¡¿Qué!?