"Él le dice que lo piense, que en verdad no quiere perderla.
«Sólo un tiempo para meditar» le suplicó una y otra vez
Pero ella sabía que si le volvía a hablar, las esperanzas iban a aparecer otra vez.
Aún así está de acuerdo, y se despiden ésa noche,
sin reclamos, como amigos, sin ataduras ni reproches"
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Sarah nunca había deseado nada con tanta intensidad como sentir sus brazos alrededor de su cuerpo y sus labios contra los suyos.
Ella y Edward continuaban besándose como si no hubiese un mañana pero ella sentía que tenía que parar, a pesar de que sus manos querían acariciar y recorrer cada centímetro de su piel como si se hubiesen vuelto avariciosas de pronto.
De pronto él se detuvo y cuando Sarah pensó que iba a alejarse, Edward se levantó un poco, rozando el hombro c
