Capítulo 3

554 Words
"Cada día se afanaba al notar de ella resistencia. Necesitaba convencer, ella no sería una excepción ella hasta entonces lo miraba con desconfianza, como quien mira a un acosador" ~~~~~~~~~~~~~~~~~~ Sarah soltó un suspiro y pasó las manos por su cabello. El día había sido difícil y encima tenía que aguantarse la persecución del latoso que francamente no le inspiraba la más mínima confianza. Le había escrito a su celular, y ella se había preguntado entre sorprendida y molesta; quién había sido el metiche que le había dado su número. Edward había insistido en que le respondiera, pero ella ni siquiera le contestó. ¿Quién se creía que era? Tanta insistencia le extrañaba y no pensaba ceder hasta no saber que intenciones tenía el moreno. «Seguramente es sólo un acosador desquiciado que se ha obsesionado conmigo» pensó, frunciendo los labios. Decidió no quebrarse mucho la cabeza y se preparó para salir, maquillándose delante del espejo. Llegó a la empresa y saludó rápidamente a Mauricio y a Leo, cuando estuvo a punto de retirarse, notó que Edward estaba allí como siempre, como si la esperara para sacarle conversación o simplemente molestarla. —Hola Sarah —saludó con una sonrisa— ¿Cómo estás? —Bien —lo miró con desconfianza— ¿Qué quieres? Edward se echó a reír, divertido —¿Acaso no puedo saludarte como una persona normal? —cuestionó —Tú no eres una persona normal —alzó una ceja— No me digas que no te habías dado cuenta —¿Amaneciste graciosa? —alzó ambas cejas —Algo así, tu cara me inspira —sonrió ella, burlona A pesar de que ella le saliera con cosas como ésas, a Edward le parecían comentarios divertidos de su parte. Al menos había logrado que le hablara, aunque últimamente estaba más sarcástica que nunca. —¿Y la canción? —cuestionó él Sarah rodó los ojos con fastidio —¿Otra vez con eso? —resopló— ¿Que te has obsesionado o qué? —Puede que contigo sí —repuso él con una sonrisa Pero lo que logró en ella es que lo mirara con seriedad. —¿Te puedo hacer una pregunta? —La que quieras —¿Por qué insistes tanto en escucharme cantar? —alzó una ceja —Sé que eres maestra de música y de piano —contestó él con suficiencia— Seguro tienes una voz hermosa y me gustaría escucharla —¿Cómo sabes eso de mí? —lo miró con desconfianza de nuevo —Digamos que he hecho mi tarea —sonrió —¿Cómo? —preguntó ella, confusa —He averiguado cosas de ti, Sarah —respondió él— Quería acercarme a ti, conocer tus gustos, hablarte. Cualquier excusa que usara era válida Sarah dio un paso atrás. —¿Acaso eres un acosador? —le espetó Edward se echó a reír a carcajadas. —¿En serio piensas eso de mi? —sacudió la cabeza— Qué imaginación tienes, preciosa —No me digas así —Sarah frunció el ceño— Ni siquiera te conozco y... —Pues me llamo Edward, ya te dije —la cortó él— Y podrías conocerme, sólo tienes que darme la oportunidad —¿Por qué habría de hacerlo? —lo miró recelosa Edward se acercó más a ella y le dijo en voz baja y sugerente. —Porque he hecho mil y una cosas para que te des cuenta de que existo. Eso debería decirte algo, ¿no? Sarah esta vez no dio un paso atrás, pero se tensó un poco por su cercanía, preguntándose a qué se refería con sus palabras. Edward miró fijamente sus ojos castaños y sonrió. Ya no había vuelta atrás.
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