Desperté temprano en la mañana, lo cual era raro en mí, considerando que amaba dormir más que comer y eso ya es mucho decir.
Decidí aprovechar bien el día, bañarme, cambiarme e irme a caminar un rato por el vecindario, el clima era perfecto y amaba el hecho de que los rayos del sol no estuvieran ni por asomo cerca de las aceras, era muy temprano para eso aun, además, los árboles eran gigantes aquí, mismo como las casas.
Mi hogar era humilde, una casa común y corriente para tres personas, en cambio, las casas de aquí, pueden caber veinte personas y vivir plácidamente sin tener que ver su cara en todo el día.
No encontrarías ni un residuo de basura por aquí, era todo complementé limpio, como si solo estuviera este lugar para darle una linda decoración al planeta tierra.
Pensar en las claras diferencias que hay entre Seattle e Inglaterra, me hizo extrañar más mi casa. Si bien, quería alejarme de mi madre, no quería dejar a Dilan. Tampoco a Kyle. Y no hable con Angel desde que llegue. Me sorprendió que no me llamara ni una vez, siendo que antes no pasábamos cinco horas sin no saber una de la otra.
Alejando esos pensamientos de mi cabeza, me hice una coleta en el cabello y me atreví a sentarme en el césped de una de las casas.
Todo era muy extraño para mí ahora mismo. Tenía sentimientos encontrados con todos estos cambios tan drásticos en mi vida, me sentía débil, como si con un simple choque pudiera desmoronarme y esto se intensificó desde ayer.
No me pareció genial permitir que Alex me provocara de la forma en la que lo hizo. Hasta el día anterior, había mantenido distancia, no permití que me tocara de la forma en la que él quería hacerlo, al principio lo negué completamente, creí que estaba siendo paranoica, pero después de lo que paso en su habitación, ya no estaba tan segura.
A comparación de lo que paso en el baño, hubo una abismal diferencia. Fui lo bastante consciente y coherente para alejarlo, pero esta vez... No lo fui. No tuve la misma reacción cuando se acercó a mí la primera vez que la segunda. Mi piel se puso de gallina solo con su cercanía y solo quise saber hasta dónde llegaban estas sensaciones, y eso hice, fueron muy alto. Eso me asusto.
Pensé en todas las variantes. Conexión familiar, pero lo descarté inmediatamente queriendo golpearme la cabeza por siquiera habérmelo planteado. Luego, las hormonas revolucionadas, son comunes a mi edad, pero sabía que no podía ser eso, Kyle ni besándome provocaba este tipo de reacción. Y muchas cosas más pasaron por mi cabeza, pero ninguna encajaba.
Encontré la solución a este problema cuando estaba volviendo a la casa. No permitir que vuelva a acercarse tanto. Si lo hace, expondré lo incomoda que me hace sentir y me dejara en paz.
Es eso.
Tenía que hacerlo.
Era como mi primo, así nos vieron siempre en casa, él tiene que saber la diferencia entre mi persona y cualquier otra chica con la que tiene... Relaciones sexuales.
Controle todo en mi vida hasta ahora. Él no cambiaría eso.
Al llegar a la acera de la casa, camine hacia la puerta y justo antes de que la abriera, alguien lo hizo por mí.
Era Alex con otra chica. Ella estaba apenas vestida y con su cabello castaño totalmente enmarañado, él por su parte estaba sin camisa y solo holgados shorts colgando por su cintura. Era el cuerpo más hermoso que hubiera visto jamás. Toda la parte de su torso estaba claramente tonificada, y el color de su piel tenía un ligero bronceado, se veía perfecto abajo de la luz del día.
Abofeteándome mentalmente para alejar esos pensamientos de mi cabeza, volví a la situación que se presentaba en frente de mí ¿Todas las noches tiene diversión?
Les sonreí a ambos tratando de ignorar la extraña acidez en mi estómago. —Hola, ¿Cómo estás? Soy Helena, la prima de Alex, ¿Tú eres...?
Ella me devuelve la sonrisa nerviosa. —Soy Sandra, también una amiga de Alex.
—Que bien, voy a tomar un té, ¿Quieres? —ofrecí tratando de sonar cortes. Me di cuenta de que a Alex no le hizo ni un poco de gracia.
—No, está bien. Yo tengo que irme, pero muchas gracias —se disculpó con cierta timidez y camino rápido por mi lado, para irse, Alex ni siquiera se ofreció a llevarla, que cabrón.
Pase por su lado tratando de no tocar la parte superior de su cuerpo. —¿Quieres tú el té?
Parecía que la puerta fue cerrada con la fuerza de mil dioses juntos cuando estaba caminando hacia la cocina.
—¿Qué tienes?! —le grite en pleno infarto.
—¿Crees que puedes invitar a cualquier persona? —brama moviendo sus gigantes brazos para expresar su indignación. Era divertido. Rodeé los ojos y comencé a preparar mi desayuno.
—Tú la invitaste primero. Quería ser cortes
Mi desinterés le molesto aún más.
—¡Porque es mi puñetera casa! ¡Puedo invitar a quien se me da la puta gana!
—¡Bájame la voz! ¡No me grites así! ¡¿Crees que soy una niña o que?!
Mi arrebato pareció asustarlo porque calmo su colera y bajo la guardia. —Bien, siento haberte hablado así
Tenía razón, era más su casa que la mía, no podía decir lo contrario, pero necesitaba decirle algo a esa chica, de lo contrario, yo me hubiera sentido mal. Seguramente ella debió sentirme terrible cuando se dio cuenta de que Alex solo la desecharía.
No le dije nada, lo ignoré mientras sacaba dos tazas del gabinete, una vez el agua estuvo lista, puse el contenido junto a los sobres de té en las tazas. Le tendí una a Alex y él solo se limitó a mirarme con el ceño fruncido. Tenía la misma postura tensa. No se movió ni un centímetro.
Puse la taza en la mesa de la cocina, esperando que él se sentara conmigo.
—Tienes razón sobre lo de invitarla, pensé que como tú la habías invitado, podía ofrecerle una taza de té, solo me dio pena —confesé mientras tomaba un sorbo—. Siéntate, te provocarás una contractura si sigues tensándote así.
Receloso, Alex se sentó conmigo. Aún parecía enojado, casi como un niño pequeño que hubieran regañado. —Ya deja esa cara, los dos estuvimos mal hoy.
Cuando iba a buscar unas galletas que vi en la mesada, Alex por fin hablo. —¿Por qué despertaste tan temprano?
—Yo... No lo sé. Te aseguro que amo dormir, pero hoy al abrir los ojos, no pude volver a cerrarlos —Puse las galletas en el medio de la mesa, esperando que él tomara alguna—. Conocí un poco el vecindario, pero era todo exactamente igual, todas las casas son gigantes y extravagantes, no hay ni un parque cerca.
Alex asintió de acuerdo conmigo. —Por eso me fui de aquí.
—Tu madre me dijo que tuviste problemas en tu apartamento y por ello te quedas aquí un tiempo, ¿Cuándo lo arreglaran? —Quise saber, pensando que, si se va, ya no tendría miedo de que me toque y me haga enloquecer.
—¿Por qué?
—Solo es una pregunta
—¿Quieres que me vaya, Hel? —podía ver como elevo la esquina de su labio. Ya no estaba enojado, sino, ¿pícaro? No sabría definir con exactitud su expresión.
«Si»
—¿Qué? No, es tu casa, si quieres estar aquí, tienes que estarlo
—Créeme, no es lo que quiero —tomo un sorbo de su té y lo supe. Lo decía por mí. Entonces el sentimiento de estar uno lejos del otro era mutuo.
—Escucha, sobre lo de mañana...
—¿No quieres ir?
«No»
—No, no es eso, solo que creo preferir quedarme en casa, ya sabes
Él sonrió y juro que casi me desmayo. Todavía su sonrisa tiene efecto en mí, es tan linda.
Levanto su ceja y relamió su labio, estaba estudiándome, despacio, y juro que en todo ese momento no respire. Cuando puso su mano sobre la mía fue todo, knockout. —Oh, vamos Hel, la pasaremos bien
Sé que esto le divertía. ¿Sabía lo que hacía? ¿Era consciente de mis nervios a su alrededor? No creo que sea tan cabrón.
No es cierto.
Si lo creo.