El olor a café causó que mis estomago se revolviera. Levantarme y encontrar un lugar para vomitar era una necesidad en este momento. Justo al lado de la cama, hay un balde. No dude dos veces en tomarlo y expulsar todo lo que tenía que ser expulsado. Una vez que no tenía más para vomitar, deje el balde en el piso y me volví a acostar en la cama. Me acurruqué entre las sábanas y me tomo unos segundos darme cuenta de que estas eran más suaves que las mías. Rápidamente abrí mis ojos. No eran mis sábanas, no era mi cama, no era mi habitación. Lentamente, puse mis pies en el piso frío y me di cuenta de que no tenía el vestido n***o de anoche, sino una camiseta blanca y sin mangas, que apenas cubría mis muslos. Dios, por favor dime que no hice una estupidez. Lo último que recuerdo de anoche
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