Capítulo 9

2428 Words
Pasaron cinco días desde lo del río. Alex y yo nos llevamos bien. Él estaba bien. Yo lo estaba también, al menos, la mayor parte del tiempo. A veces sucumbía a la depresión. Kyle no me llama. Angel tampoco. ¿Tuve amigos y novio en Seattle? ¿O solo son recuerdos que puse en mi cabeza para no sentirme sola? Ayer le mandé un texto a Angel, pero no recibí ninguna respuesta. Intente llamar a Kyle, pero sin recoger el maldito teléfono. Cuando estaba sola en mi habitación, me sentía tan abandonada, rechazada y olvidada. Luego, estaba Alex. Para mi suerte, ya no se acercaba demasiado, lo cual agradecía, pero ya no era necesario que me tocara para que sintiera algo. Oh no, ni siquiera cerca, al mirarme ya me ponía nerviosa, sentía que me pedía algo y dudaba que no fuera lo mismo que yo quería. Solo tenía que saludarme en las mañanas para que sonriera como tonta y babeara a su alrededor. Estar con él, era igual a estar en un estado anímico increíble todo el maldito tiempo. Me dejaba desconsternada. – Las tres primeras cartas forman el flop, la cuarta carta forma el river y la quinta carta forma el turn —me explica Alex mientras tira las cartas de Póker en la mesa, para mostrarme. Estos días literalmente no paro de llover, estuvimos encerrados en la casa, ni siquiera la mujer que contrato Amanda para que limpiara la casa podía venir. Ciento veinte horas completas con Alex. Juro que estuve mucho más tiempo con Alex de lo que estuve en estos últimos años con mi madre, Angel o Kyle. Me la pasaba estudiando todo el día y solo los fines de semana tenía vida social. ¿Lo peor? No me cansaba. ¿Eso me asustaba? A veces. —¿Comprendes? —preguntó Alex una vez me mostro todas las combinaciones de cartas o manos que puedo hacer en el póker. Para matar el tiempo, él decidió enseñarme a jugar al póker. No sabía jugar a ningún juego de mesa exceptuando el Ludo, pero estoy bastante segura que antes de hoy, nunca toque unas cartas. —Si, eso creo —respondí prestando especial atención en las cartas. Deje de hacerlo cuando Alex empezó a reír, estaba casi descojonándose, ¿Qué? —¿De qué te ríes? —exigí saber confundida por su arranque —Tu cara... Dios, ¿Así te ves cada vez que prestas atención en alguna clase? Si hubiera estudiado contigo, habría hecho muchos memes Sabía que fruncía los labios y el ceño cuando realmente prestaba atención a algo, pero podría habérselo ahorrado y evitar decir algo al respecto. Me levanté de la silla del comedor y fui hacia la cocina. Cuando dejara de reír, podía alcanzarme si quería. Abrí el refrigerador y en dos segundos Alex ya estaba detrás de mí. Es rápido. —¿Te molestaste? —soltó rápido mientras agarre la jarra de jugo. —No Puse el contenido de la jarrón en un vaso y me senté en la encimera. Es un gesto que aprendí de Alex. Si mi madre veía que me apoyaba en una mesa o me subía en la mesada de la cocina, me asesinaba. Agarre el vaso y tome un sorbo. Alex se puso en frente de mí. No muy cerca pero tampoco lo suficientemente lejos. —Ay, vamos, estaba bromeando — Me cuestionó cruzándose de brazos. —Lo sé, no estoy enojada por eso —aseguré inspeccionando con demasiado detenimiento el vaso entre mis manos. —¿Qué tienes entonces? —Su voz era dulce. Demasiado dulce. Me encantaba oír su voz. —Mi novio no me habla desde la broma que me hiciste ese día en la habitación. Mi amiga tampoco parece muy interesada en saber de mí y la verdad, si bien estar contigo es increíble, me planteé varias veces en estos días si soy tan fácil de olvidar —Le confesé tratando de que mi voz no se rompiera en el proceso. Alex no dijo nada, estaba en terreno desconocido o al menos, eso creí hasta que se acercó a mí, apoyando su mano justo al lado de mi muslo e inclinándose para estar más cerca de mi cara. Con su otra mano puso un mechón de mi pelo detrás de mi oreja y me estremecí. No pestañeé en ningún momento, expectante al siguiente paso que daría. —Confía en mí. No eres fácil de olvidar Helena Después de lo dicho, se acercó más y... El sonido de su teléfono empezó a escucharse por toda la cocina. En este momento destruiría hasta que queden trozos muy pequeños de ese maldito celular. Me separe de él antes de que ocurriera algo que después lamentaría y Alex soltó una maldición por lo bajo. Además de la lluvia, lo que tampoco se detuvo estos días es el celular de Alex. Sonaba diez veces fácilmente en una hora. Nunca pregunté quién era, no era de mi incumbencia, pero si quería saberlo. No contesto. Él solo dio un gran suspiro y paso la mano por todo su cabello, exasperado. Corrí hacia mi habitación con mi corazón en la boca. Él no me siguió, no tenía sentido que lo hiciera, ambos debíamos calmarnos. Ya perdí la cuenta de las veces debimos calmarnos desde que llegué a esta casa. ¿No arreglaron su apartamento aun? Paso por mi mente el hecho de que estuviera aquí por su propia voluntad, que ya tenía totalmente bien su apartamento, pero sería un pensamiento estúpido ¿O no?  *** «Hola, Hel. Escuche cada uno de tus mensajes y te creo. Creo que fue tu primo y sé que tú nunca harías eso...» Dudaba sobre esa afirmación. «Pero no puedo. No puedo tener una relación a distancia. Te extraño demasiado y necesito abrazarte y besarte, pero no puedo hacerlo y eso me está volviendo loco. Necesitamos tomarnos un tiempo y probar con otras personas ¿no crees? No puedo esperarte 5 años Hel y solo verte en los días festivos y vacaciones. Simplemente no puedo. Nadie puede. Te quiero y espero que entiendas que esto es lo mejor para ambos» Leí el mensaje un millón de veces esta mañana. Tratando de comprender cada palabra. ¿Él necesitaba tiempo? ¿Conocer a otras personas? ¿Ya conoció a alguien? De repente las palabras de Alex me golpearon. «Terminaran pronto. Probablemente adelante lo inevitable» Que estúpida soy. Es obvio que él no iba a esperarme. Por alguna razón no siento dolor. Siempre pensé que si me llega a pasar esto iba a llorar hasta mas no poder. Como las chicas en las películas. Pero no se me cae ni una sola lagrima. —¿Qué quieres hacer? —preguntó Alex recogiendo las sobras de lo que habíamos almorzado hace diez minutos. Me levante a ayudarlo también. No le comenté lo del mensaje, no me pareció necesario que lo supiera. —No lo sé... ¿Películas? —Él asintió con una sonrisa. Últimamente siempre sonreía—. ¿Cuál? —pregunté sentándome en la encimera. Alex se quedó unos segundos pensando, me miro allí sentada y algo cambio en su expresión. —La que tú quieras. La alquilaremos en un segundo —¿Orgullo y prejuicio? Amo esa película —Si, la he visto. El libro es mucho mejor, pero es una buena película —acotó impresionándome bastante. —Para ser un hombre te gustan las películas y libros de amor —Me burle. Alex soltó una pequeña risa. —Es una novela rosa, sigue siendo romance, pero pertenece al periodo del Romanticismo. No es lo mismo. Me impresiono aún más. ¿Quién diría que le interesaran esas cosas? —Inteligente Norlt, muy bien Alex mordió su labio superior ocultando su sonrisa. Era un gesto muy lindo. Él se acercó y empezó a lavar los trastos al lado de mí. Una vez termino, me estire para alcanzarle una servilleta que estaba en una esquina. Al recomponerme me congele. Alex estaba demasiado cerca, a consciencia. —¿Qué haces? —susurré tratando de no perder la cordura. Empezó a rozar sus labios con los míos y supe que esa era su respuesta. Lo deseo. Lo deseo tanto... Lo necesito ahora. Pero aún no olvido el hecho que es mi primo. No olvido el hecho de que tan solo un par de horas, Kyle termino conmigo. No debería desear eso... No debería quererlo tanto. No debería estar ahora tan cerca de él. —Alex, nosotros no podemos. —habló la voz de mi conciencia, pero al mismo tiempo mis manos fueron a la cima de su pantalón, llegaba a su cadera. Alex miro mis ojos tan profundamente que casi me derrito, luego posó sus ojos en mi boca y puso su mano en mi mejilla izquierda. —Podemos, no deberíamos, pero podemos y queremos —Fue un susurro que hizo estremecer todo mi cuerpo. Puse mi mano en su cuello y tiré de él hacia mi boca que moría por sentir sus labios. El beso era suave, dulce y prohibido. En ese momento olvide lo que éramos. Olvide a Kyle. Hasta creo que olvide mi propio nombre. Muerdo inconscientemente su labio superior y puedo escuchar un pequeño gemido salir de su boca. Unos segundos después el beso se hizo más profundo. Su lengua entro en mi boca y yo le correspondí. Alex puso sus manos sobre mi cintura y me acerco más a él. Yo enrede mis piernas en sus caderas. Introdujo sus manos debajo de mi blusa, subió delicadamente acariciando mi espalda hasta llegar al broche de mi brasier. Sentí un extraño cosquilleo en el estómago y presión entre mis piernas. Mi cuerpo empezó a calentarse y mis bragas estaban húmedas, podía sentirlo. Nunca en mi vida me sentí de esta forma. Se sentía increíble pero raro al mismo tiempo. Él me levanto sin separar nuestros labios. Me llevo un par de pasos hasta llegar a la sala y nos tiramos en el sofá. Alex quedo encima de mí y seguía besándome y tocándome en lugares en los que nadie lo había hecho. Haciendo que mi piel quedara en llamas en los lugares en los cuales me acariciaba. Sus caricias eran muy difíciles de seguir. Por momentos eran gentiles, suaves y cariñosas. Por otros eran fuertes, excitantes, posesivas y desesperadas. Mis manos empezaron a actuar por si solas, dudosas se acomodaron en el estómago de Alex. Fueron bajando hasta su cinturón y pase la capa de tela de su camiseta, tocando su espalda marcada y apretando con mis uñas cuando su muslo se apretó contra mi entrepierna. Alex se tensó bajo mi toque y gimió contra mi boca. Alex separo sus labios de los míos para verme a los ojos. Estábamos respirando muy rápido, Alex aun mirándome a los ojos puso su mano en mi mejilla y empezó a acariciarla. —No tienes ideas hace cuanto tiempo quise hacer esto —murmuró Alex apoyando mi frente con la suya. Yo no podía responder, todavía estaba agitada y la verdad es que no sabía cómo responder eso. Yo también quería hacerlo, aunque no quisiera admitirlo. Pero no estoy segura de sí se refiere a que quiso hacer esto desde que llegué aquí hace unos días o desde hace mucho tiempo antes. Es imposible que haya pensado en hacer esto cuando éramos niños. Es decir, lo hizo, me beso, pero cuando me fui ¿siguió pensando en mí? ¿Todos estos años seguía pensando en mí? Imposible, paso mucho tiempo. Yo si lo hice, pensé mucho en ese beso estos años. —Helena creo que yo... —Empezó a decir Alex cuando sentimos que abrieron la puerta y la cerraron muy fuerte. Lo único que falta, que alguien nos vea en esta situación. —¡Alex! ¿Dónde estás? —Alex se levantó enseguida del sofá al escuchar a su madre gritar desde la puerta. Qué raro Amanda arruinando el momento y obligarme a pensar en lo que acabo de hacer. Alex me miro a mí y movió sus labios diciendo: "Hablaremos luego" O al menos eso entendí. Yo me levante del sofá, aún seguía respirando fuerte y estoy segura que estoy como un tomate. Me fui corriendo al baño que esta al final del corredor y trabé la puerta. Apoyé mi cabeza en la madera y me golpeé un par de veces con ella «estúpida, estúpida, estúpida». ¿Pero que hice? ¿Cómo se supone que voy a ver a Alex ahora? ¡Soy una tonta! Es toda mi culpa, yo lo bese. Tendría que haberme ido. No sucumbir al deseo. Me aproximé al espejo y me di cuenta. Estaba diferente. Mis labios estaban hinchados, mis mejillas rosadas, mis pupilas dilatadas y mis ojos brillantes. Jamás un chico me hizo esto, Alex es totalmente diferente, nunca desee tanto a alguien como a él. Nunca sentí que mi corazón se iba a salir de mi pecho cuando un chico estaba cerca de mí, ni tampoco tuve la necesidad de estar tan cerca de una persona. Todo eso lo hizo solo Alex, nadie me afecta tanto como él. No sé qué me está pasando, pero mejor que pare ahora porque si no las cosas van a terminar muy mal para ambos. Me abracé a mí misma y me di cuenta que mis pelos de los brazos aún estaban erizados. Me levanté un poco la blusa y vi zonas enrojecidas en mi estómago. Me di la vuelta y mi espalda estaba llena de ellas. No dolían. Solo sentía calor en ellas y más ganas de que las tocaran, cada una de ellas, y si es posible más. Quería que él lo hiciera. Cerré un momento los ojos. Tratando de recordar que estupidez se me ocurrió para besar a Alex. Pero no tengo nada. Cuando se acercó a mí en la encimera todo fue Alex, todo a nuestro alrededor se distorsiono y solo era él. Mirándome, tocándome, besándome. Mi cara se calentó otra vez y puse mis manos sobre mi rostro. ¿Cómo pude dejar que él me tocara así? Ni Kyle me había tocado así. Nunca deje que fuéramos tan lejos como fuimos Alex y yo. Le decía que no estaba lista todavía. Que necesitaba tiempo. ¿Y ahora simplemente eso se desvaneció? Tengo que acabar con esto. La literatura del Romanticismo fue un movimiento literario que se inició a finales del siglo XVIII (ca. 1770) en Alemania, que se dispersó y cultivó por toda Europa hasta fines del siglo XIX y que continúa ejerciendo su influencia hasta la actualidad 
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD