Lleras y yo estamos en la Plaza de Bolívar. El corazón de Bogotá. Rodeado por el imponente palacio de justicia, el capitolio nacional y demás edificios gubernamentales, esta zona de Bogotá está al nivel de los demás capitolios del mundo. No tenemos nada que envidiarles a las ciudades europeas. Fabio lanza un puñado de maíz al suelo, y las palomas se amontonan a comerlas. Él saca inmediatamente su celular para grabar. Es un muchacho muy sencillo, que se emociona con las cosas más pequeñas. Después de grabar a las palomas, me mira, y yo le sonrío. Él me devuelve la sonrisa, se me acerca y me da un piquito en los labios. Yo soy más atrevida y le doy un beso largo. Ya llevo dos semanas en mi cuento con Lleras, así como Gustavo ya lleva dos semanas de haber iniciado su relación con la