07

1176 Words
Termino de vestirme, molesta de que me traten como una niña. Ese maldito imbécil me trata peor que mi padre, pero me las pagará. Salgo de la habitación y me encuentro a Harby esperándome, se encuentra recostado a la pared observándome de una forma que desconozco. -              ¿lista? – pregunta, pero lo ignoro y tomo otro camino diferente al de la salida, pero no doy ni cinco paseos cuando siento que mi mundo de da vuelta y estoy sobre el hombro del imbécil de Harby. -              Bájame – pido nerviosa del toque de su mano un poco más debajo de mis nalgas. -              Voy a llevarte a casa para que descanses, llevas una semana aquí metida y podrías enfermarte – dice caminando hacia la salida. -              Solo serán unos minutos – me enojo por que ahora debo pedirle permiso, pero de lo contrario no me bajará – por favor – él se detiene y con delicadeza me baja deslizándome por su cuerpo haciéndome sentir cada parte del mismo. Cuando me deja en el suelo estamos tan cerca que nuestros alientos se mezclan, nos observamos por un instante y yo me pierdo en sus ojos. -              Te acompaño – dice rompiendo el momento y yo solo asiento dándome la vuelta para ir al cuarto de Sebastián. Mientras camino pienso en lo que siento cuando Harby está a mi lado, todo mi cuerpo parece que reaccionar al suyo y no me gusta. Nunca antes lo había sentido, pero no me gusta porque sé que voy a salir lastimada, aunque él nunca me ha dado un indicio de que yo pueda gustarle al menos. En cambio, yo hasta sentí celos por ese imbécil, y es que como no hacerlo cuando lo vi coqueteando con esa mujer que por cierto es realmente hermosa y sensual. Sentí muchísima rabia, por verlo tan cerca de ella, pero aún más por yo ser tan estúpida, para Harby solo soy una orden más y tengo que dejar de verlo como el hombre que me gusta y más como el hombre que mi padre envió para cuidarme. Al llegar a la habitación de Sebastián me encuentro con Leandro un colega e íntimo amigo, aunque no se si podría llamar de esa forma ya que solo nos hemos tenido sexo dos veces. Leandro es viudo y tienen una hermosa hija. Lo veo más como un amigo que como pareja, pero no puedo negar que es muy bueno en la cama. -              ¿ya te vas? – pregunta acercándose a mí - ¿creí que te quedarías en turno? -              Pensaba hacerlo, pero... - siento como pone su mano en mi cintura y me pega más a él – creo que debo descansar un poco, llevo aquí toda la semana – miento y a la vez no, pero no voy a decirle que me voy por órdenes de mi padre. -              Me parece bien – dice mirándome a los ojos y de inmediato reconozco esa mirada. Quiere que tengamos sexo y pensándolo bien es algo que también necesito – pensaba que podrías acompañarme a la sala de médicos y... -              Chiara es hora de irnos – dice Harby en tono molesto. Leandro parece darse cuenta por primera vez de su presencia y se vuelve a mí para observarme. -              Es mi primo – digo y escucho gruñir a Harby – mis padres me pidieron que lo acompañara mientras está de visita en la ciudad -              Vete a descansar – dice Leandro restándole importancia a Harby mientras acaricia mi rostro – yo estaré al pendiente de Sebastián, cualquier cosa que ocurra yo te llamo de inmediato. -              Gracias – besó su mejilla para luego volver con Harby, aunque no me detengo a esperarlo, sino que camino directo a la salida. Cuando subimos al ascensor él se pone tras de mi mientras oprimo el botón del primer piso. Cuando las puertas de cierran me toma del brazo bruscamente dándome la vuelta para que lo vea. -              La próxima vez que te toque, voy a cortarle las manos – dice amenazante y veo en sus ojos que lo que dice es verdad. -              Pues te jodes – respondo mirándolo enojada – porque no eres mi padre, ni nada por el estilo, tampoco tenemos nada y yo soy libre de hacer lo que me venga en gana. – añado retándolo, pero él sonríe. -              No juegues conmigo Chiara – dice bajando una de sus manos a mi cintura pegándome más a él – no me conoces -              JO-DE-TE – digo alejándome bruscamente de él, pero Harby vuelve a tomarme empotrándome en la pared de acero. -              No juegues conmigo – dice sonriendo, veo que trata de besarme y por más que lo quiera no puedo permitirlo, así que rápidamente le doy un rodillazo en la entrepierna logrando que me suelte – ¡pero ¿qué te pasa?!  – grita sosteniendo su m*****o con ambas manos - ¿piensas quedarte sin hijos? En ese momento se abren las puertas y yo salgo rápidamente hasta mi auto. Al subirme lo veo salir cojeando un poco pero no me detengo y continúo mi camino. Conduzco hasta mi apartamento mientras llamo a mi padre. -              Hija... - no lo dejo hablar -              ¿Cómo pudiste hacerme eso padre? – preguntó molesta – no soy una niña -              Pero te comportas como una – responde molesto – agradece que no envíe a Guido o fui yo en persona porque de lo contrario estarías en un avión rumbo a casa. -              Papá... - trato de hablar -              Papá nada, Harby estará junto a ti mientras ese niño se recupera – responde mientras llego al edificio – cuando eso suceda vendrás a casa. -              Como ordene señor Santoni – digo como le dicen sus hombres. -              Chiara – me riñe, pero lo ignoro y sin más le cuelgo cuando estaciono. -              ¡MALDICIÓN!! – gritó golpeando el volante. Salgo del auto justo cuando otro auto entra al estacionamiento, pero lo ignoro y camino hasta el ascensor. Cuando entro optimo el botón para cerrar las puertas, pero una mano lo impide y veo que se trata de Harby. -              Creí que me había librado de ti – digo mientras él entra, introduzco el código de seguridad para que el ascensor se ponga en marcha. -              Se necesita más que un rodillazo – dice muy cerca de mí – aunque no lo vuelvas a ser porque nos quedaremos sin hijos. -              Te quedarás, querrás decir – respondo indiferente. -              Nos quedaremos – dice susurrando en mi oído haciendo que mi cuerpo tiemble. -              ¿Dónde se va quedar? – preguntó cambiando el tema -              Contigo – responde acariciando uno de mis brazos delicadamente con su dedo. -              Mantente alejado de mi – respondo al tiempo que las puertas se abren en mi apartamento. Camino hacia el interior dejándolo atrás, de repente el esfuerzo de esta semana cae sobre mí y me siento muy cansada. Así que ignorándolo camino directo a mi habitación, donde me doy una ducha y luego me pongo un pijama en forma en forma de vestido, de seda en color n***o y con borde de encaje. Me recojo el cabello en una coleta alta y camino hasta mi habitación donde no es sino acostarme en la cama y quedo dormida al instante.  
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD