Odiaba los días de colegio. Mis amigos, antes de ir a clase sólo tenían que levantarse, vestirse, desayunar lo que sus padres les hubieran preparado, e intentar despertarse por el camino. Yo tenía que ayudar a preparar once desayunos y once almuerzos, hacer de policía en el cuarto de baño, y perseguir niños de cuatro y seis años que corrían por el pasillo sin camiseta. Si algo bueno tenía el colegio es que allí era simplemente Ted. Ted el amigo de Fred, Ted el amigo de Mike, Ted el capitán del equipo de natación... y no Ted el hermano mayor. Aquel martes todo era un caos. Aidan ya había despertado a los pequeños, lo que significaba que Alejandro y yo deberíamos de habernos despertado hacía veinte minutos y también tendríamos que estar vestidos y haber usado el baño. Por mi parte todo ok,