PRÓLOGO: Cómo comenzó esta locura
Mi familia está formada por doce personas.
- Mi padre, Aidan Whitemore, que tiene 37 años.
- Yo, Ted, que tengo 17.
- Alejandro, con 15.
- Harry y Zachary, con 13. Ellos son gemelos.
- Barbara con 12.
- Madelaine con 12.
- Cole con 10.
- Dylan con 8.
- Kurt y Hannah con 6. Son mellizos.
- Y Alice, con 4 años.
Cómo comenzó esta locura
¿Cómo llega un hombre soltero de 37 años a tener once hijos? No quiero que penséis que papá es un mujeriego, o un caradura que va por ahí dejando embarazadas a las mujeres. A decir verdad, mi padre es todo lo contrario. Creo que no sabe lo que es tener una vida y salir por ahí con personas del sexo opuesto. O, si lo sabe, es solo por las películas.
La cosa se explica muy fácilmente: en realidad no es mi padre, sino mi hermano mayor. El que es un mujeriego, caradura, sinvergüenza, mal nacido, mamonazo (y diría más insultos pero a mi padre-hermano no le gustaría) es mi padre biológico. Quizá deba empezar desde el principio...
De mi padre biológico solo sé el nombre. Bueno, y que es bastante atractivo. Se llama Andrew, y con solo dieciséis años embarazó a una prostituta, que nueve meses después dio a luz al que hoy es mi padre. Aidan es el único que creció junto a nuestro padre, dado que la prostituta no quiso hacerse cargo de él, pero tampoco quiso abortar. Hasta donde sabemos, ella murió poco después de traerle al mundo.
Creo que, como Andrew aún era joven, veía lo de ser padre como un juego, y quiso probarlo. Aidan nunca habla de aquello, pero sé no fue muy buen padre. El caso es que, mientras Aidan estuvo junto a él, Andrew pareció comedirse un poco en sus relaciones. O eso, o tengo más hermanos y no lo sé. Pero oficialmente el siguiente en nacer fui yo. Cuando Aidan tenía veinte años y llevaba ya dos fuera de casa, se enteró de pronto de que le había nacido un hermano. Sé que Andrew no quiso hacerse cargo de mí. Y que mamá murió al darme a luz. Me gusta pensar que ella no es como la madre de mis hermanos. Que ella no era una puta, ni una chica fácil atraída por el dinero que al parecer Andrew poseía. Pero lo cierto es que nunca lo sabré. No la conocí a ella, y a decir verdad a Andrew tampoco. El único padre que conocí fue Aidan.
Cuando pienso en mi hermano mayor, pienso en un padre. Siempre le he llamado papá. Y siempre he admirado que renunciara a su vida para cuidar del error de otra persona. Porque siempre he tenido claro que yo fui un error. Lo tengo interiorizado desde muy pequeño. Hablando mal y pronto, Andrew se acostaba con tantas mujeres que el milagro es que no haya tenido más hijos, pese al preservativo y todas esas cosas. O, como digo, tal vez tenga más, pero nosotros no lo sepamos. Todos fuimos errores, pero yo debí de ser el mayor de todos, porque a mí me abandonó en un orfanato. Aidan removió cielo y tierra peleando por mí y por mi custodia, y así pasó a ser mi tutor legal. Nunca acabaré de agradecerle... aunque se cobró parte de su recompensa al elegir mi nombre. ¿En qué estaría pensando el día que decidió llamarme Theodore? Menos mal que al menos tengo un buen diminutivo: todos me llaman Ted, incluso los profesores.
El siguiente en la línea cronológica fue Alejandro. Él tuvo más suerte, y su nombre lo eligió su madre, que era mexicana y tenía claramente mejor gusto que Aidan. La historia de Alejandro es un poco diferente a la de los demás. Creció con su madre los primeros años, hasta que ella debió de verse sobrepasada, o tal vez consideró que una streapper no era el mejor modelo materno. Pero no quiso abandonar a su pequeño, y por eso buscó la forma de ponerse en contacto con Aidan... que se vio así con un "hijo" nuevo. Yo tenía cinco años cuando Alejandro llegó a casa. Recuerdo que lo primero que pensé es que iba a tener que compartir mis juguetes. Luego me fijé en lo distintos que éramos físicamente. Pero en ningún momento me extrañó que mi hermano pequeño hubiera llegado a casa con tres años, en vez de siendo un bebé. Sé que Alejandro odia a su madre... pero yo realmente creo que no es una mala mujer. Al menos, lo intentó. No le abandonó de primeras. Y se ocupó de que creciera con alguien que fuera capaz de quererle como se merecía.
Poco tiempo después, ni siquiera un par de meses, empecé a comprender que iba a tener una familia numerosa. Llegaron los gemelos, Harry y Zachary, que habían pasado sus primeros meses de vida en casas de acogida. Cuando se enteró, Aidan se enfadó muchísimo y sé que tuvo una discusión muy fuerte con el Innombrable. Aidan no mantiene ningún contacto con él, pero aquella vez rompió su regla, y también rompió la de no decir palabrotas, incluso delante de nosotros. Yo era muy pequeño para entender por qué estaba tan enfadado, hasta que a medida que crecí me enteré de que la madre de Harry y Zach tenía SIDA. Fue toda una suerte que ellos no se contagiaran, porque por lo visto muchos niños cuyas madres tienen SIDA nacen con él.
Así que sumamos dos hermanos más. El dinero empezó a ser un problema imposible de ignorar. Andrew era rico, pero jamás se ocupó de nosotros, ni siquiera económicamente. Y Aidan era un chico joven sin estudios superiores, con cuatro hermanos a su cargo. Por suerte para todos, resultó tener talento como escritor, y publicó algunos libros. Las cosas mejoraron justo a tiempo para recibir en casa a Bárbara, la primera chica de la familia y la más mimada, consentida y... eh... mejor borremos eso. Aidan podría enfadarse si me escucha hablar así de su princesita. Además, solo estoy bromeando. Barie es muy buena niña.
Casi al mismo tiempo llegó Madelaine. Eran de madres diferentes, pero de historias parecidas. Tanto la madre de Bárbara como la de Madie bebieron de más en una fiesta y se prendaron de un chico guapo y millonario. Cuando Andrew desapareció de sus vidas, las dejó con un "regalo" que ellas rechazaron como si fuera un juguete estropeado. Y, nuevamente, Aidan estaba allí para arreglar los desastres de Andrew. Madie y Bárbara han crecido juntas, compañeras de cuna, de cuarto, y de todo, así que cualquiera diría que son mellizas.
Luego vino Cole. Cómo adoro a ese pequeñajo... Se hace querer, la verdad. Es la cosa más indefensa que hayas visto nunca. Pensé que cambiaría conforme creciera, pero ya tiene diez años, y en vez de pensar en ordenadores y videojuegos, se pasa el día secuestrándome para que juegue con él. Cuando no está sumergido en algún libro, claro. Cole estuvo a punto de no venir con nosotros. Las leyes son una mierda, y ya éramos muchos hermanos a cargo de Aidan. Pero para entonces Aidan era ya un escritor reconocido, y no me avergüenza (ni a él tampoco) admitir que utilizó sus influencias con ciertos altos cargos para que no pusieran obstáculos. Como él suele decir, somos una familia muy especial, y nadie va a separarnos.
Me sorprende la forma en que Aidan ve la vida. Cada vez que nace un nuevo hermano, en vez de decir "Andrew ha vuelto a cagarla", "Ahora tendré que hacerme cargo", "Ya no puedo más", "No es mi problema", "Ese niño no es nada mío"...en vez de decir nada de eso, se emociona, llama a todos nuestros conocidos, hace una fiesta y anuncia que va a tener un nuevo hermano, y se le llena la boca con esa palabra. Dice que "Dios escribe recto con renglones torcidos", y que crea criaturitas perfectas a partir de un hombre como Andrew. Se enfada mucho cuando me escucha decir que soy un error. Dice que cada uno de nosotros somos el mayor acierto de Andrew. El único acierto.
Fue chocante que dijera eso también cuando llegó Dylan. Yo no veía cómo iba a escribir recto Dios con alguien como Dylan. Él es autista, aunque tardamos un poco en darnos cuenta. No fue hasta que tuvo dos años cuando le diagnosticaron. Es sin duda el más especial de mis hermanos, pero en un buen sentido. No me di cuenta de lo mucho que le quería hasta que le dio su primer ataque epiléptico. Me asusté mucho. Y desde entonces, reconozco que me he vuelto un poquitín sobreprotector con mi hermanito.
Los mellizos llegaron cuando yo tenía once años. Kurt y Hannah son... bueno, son niños, niños pequeños, y bajo mi punto de vista eso justifica que vayan arrasando con todo a su paso. Ahora, no sé si porque aún son inocentes, o por qué, pero son los más sinceros de la casa. Es imposible enfadarse con ellos cuando te confiesan una travesura todo apenados y con ojitos brillantes. Aidan puede decir lo que quiera: le tienen comiendo de su mano, igual que a mí.
El bichejo de la casa, y mi motivo para sonreír todos los días, es la persona que más ha sufrido en proporción a sus pocos años de vida. Alice fue el método que Andrew utilizó para darle una lección a Aidan.... Como parte de su trabajo de escritor, mi hermano mayor tiene que conceder entrevistas, y es inevitable que en muchas de ellas le pregunten por su numerosa y atípica familia. Todas las mujeres suspiran por él: el chico sensible que se encarga de sus hermanos... Eso vende mucho, para que vamos a negarlo. Así que están todo el día preguntándole sobre nosotros. Aunque él intenta esquivar el tema, en una ocasión comento que en el mundo hay dos clases de personas: los que tienen corazón, y los que no. Y Andrew era de los que no. Cuando esa entrevista salió a la luz, Andrew pasó a ser odiado por la opinión pública. Durante un tiempo no le dejaron en paz. Le acosaban, para que diera su versión de la historia. Cuando una de sus amantes dio a luz a Alice, Andrew decidió que se iba a hacer cargo de ella, y a demostrar que todo lo que habían dicho sobre él era mentira. Que ya había criado a un hijo, y ahora iba a criar a otro... Aidan estaba horrorizado, pero no podía hacer nada: Andrew era el padre biológico. Durante dos años no fue él mismo. Se le notaba deprimido, preocupado por algo que no nos quería decir, y es que quería evitarle a Alice cualquier sufrimiento que él hubiera padecido en su propia infancia.
Por suerte para todos, en cuanto la prensa le dejó en paz, Andrew se hartó de su nueva hija, y así la pequeña Alice llegó a casa, cuando yo tenía quince y ella dos.