Llora, dilo bien fuerte, levántate… y continúa.
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Ryan mete la llave de su departamento por la r*****a de la manija y en este mismo momento el elevador se abre en el piso, al inicio él no presta atención, pero cuando escucha el ruido de unos tacones acercarse… deja las llaves colgadas sin atreverse a entrar y mira en dirección a su hermana.
Ella sabe algo, está seguro de eso por la mirada que le da, aunque parezca muy tranquila.
—Yul… ¿Qué haces aquí?
—Quería verte, Jacob.
—Ryan, Yul. Dime Ryan —la corrige con los dientes apretados.
Aún se niega a entrar a la casa, sólo se queda parado apretando las bolsas de las compras contra él, como si fueran un escudo.
— ¿No vas a entrar? Déjame ayudarte —ella misma abre la puerta del departamento sin esperar a que él diga algo. Cuando entra, y él tras ella, se detiene en seco y cierta la puerta con más fuerza de la necesaria—. ¿Qué es esto, Jacob? ¿Van a cenar tú y Clayton?
El hermano menor está en la pequeña cocina y no para de picar ingredientes, pero cuando ve a su hermana se detiene sin saber qué hacer. El lugar está más limpio que alguna otra vez, la mesa tiene puesto un mantel y hay un jarrón vacío que espera ser llenado con las flores recién compradas por Ryan, la vajilla que compró descansa en la mesa aún en su caja intacta.
—Ah… no —Ryan tiene la idea de mentir, pero ya no es un adolescente ni un adulto estúpido, o quizá de eso aún le queda un poco, pero al final dice la verdad—. Cenaré con Marina.
La mirada de Yuliana va de la furia a la decepción, mira a sus dos hermanos por igual y no da crédito a lo que ellos hacen.
—Lo sabía, Jacob. Desde el día de mi boda vi cómo la mirabas cuando creías que nadie te veía —no es una observación o una alabanza, es un reclamo muy bien marcado. Ryan no intenta negarlo, sólo escucha a su hermana—. ¡Estás enamorado de ella! ¡Te dije desde el principio que nada de esto iba a terminar bien! Todos te dijimos que era un caso cerrado, que no había nada que hacer, pero tú te aferraste y yo, como siempre, te apoyé… pero no te voy a apoyar en esto.
—No ha pasado nada, Yul. Yo…
— ¿Que no ha pasado nada? Ve esta cena, ve tu cara de idiota y ve… —ella busca en su bolsa, pero no tarda nada en sacar un pedazo de papel rectangular— esta fotografía. La tomó Marina el día de la boda.
—Yo no veo nada… sólo soy yo.
—Es la mejor foto de las doscientas cincuenta que tomó —responde Yuliana. Clayton sólo se esfuerza para ver mejor la fotografía, pero no parece que encuentre algo interesante porque deja de mirarla casi de inmediato y frunce el ceño hacia su hermana, intentando comprender de lo que habla— y te vio a ti. Eres lo único que sale en esa foto porque eres lo único que quiere ver.
—No la conoces. Yo ni siquiera entiendo lo que dices. Sólo me he esforzado para que ella salga de su caparazón, tiene un potencial enorme y lo único que quiero es que lo use.
—Ella te quiere, Jacob.
Fue una sentencia, una acusación; a pesar de que en el fondo del pecho del Ryan algo aletea con calidez, intenta aplastarlo y pelear contra ello, pero parece un monstruo creciendo dentro de él y se alimenta del amor que siente por Marina. Sin embargo, también sabe que su hermana tiene razón y sufre por ello.
— ¿Y qué tiene de malo eso, Yuliana? —pregunta Clay.
—Mira, Clayton, mejor cállate porque tú tienes parte de la culpa en esto.
— ¿Yo?
—Sí, tú. Porque sabías todo lo que le pasaba a Jacob con esa chica y lo permitiste, eres un soñador, pero no pensaste en cómo va a terminar esto.
—Puede terminar bien, no sabes eso.
— ¿En serio crees que la verdad no la va destruir? Cuando sepa lo que pasó estará furiosa y su ira sólo va a aumentar mientras más tiempo dejes pasar, Jacob. Dile la verdad a esa chica y vete de aquí.
Ryan sólo asiente, no ha vuelto a hablar porque no tiene nada con lo cual defenderse; sus facciones han caído, se ve triste e intenta ocultarlo porque ¿Cómo es posible que llegó a querer tanto a Marina si sabía que todo le iba a explotar en la cara?
—Yul, no tienes que ser una…
— ¿Realista? —ataca ella a Clay.
—Una maldita.
—No, Clay, ella tiene razón —interviene Ryan para terminar con la discusión de sus hermanos—. Estoy jugando con fuego.
Lo dice de una forma tan triste, tan agobiada que sus dos hermanos se quedan callados sin saber qué decir, incluso Yuliana no puede reprocharle con tanta furia como antes.
—Me preocupo por ti, Jacob, y debo decirte que esto no va a terminar bien. Me duele que la situación sea así porque es la primera vez que te veo enamorado, pero no puede salir nada bueno de esto. Tienes que decirle la verdad.
—Lo sé —y lo sabe de verdad, porque cada vez que va a verla o está con ella lo recuerda. Se ha dicho una y otra vez que le va a contar quién es, pero también sabe que al momento de hacerlo la frágil relación que han construido se va a acabar. Lo único que desea es que el tiempo se detenga en cualquier momento que compartan juntos, no importa cuál sea, porque siempre que está con Marina sabe que ella es el motivo del porqué sigue en el mundo de los mortales—. Sé que tengo que hacerlo y lo haré, lo prometo, pero no hoy. He esperado toda la semana esta noche, es ridículo e infantil, pero cuando estoy con ella… no sé, me gusta.
—No estoy de acuerdo con esto —reafirma Yuliana—. Te he ayudado en todo, Jacob, aun cuando pude ser despedida por darte la información que quisiste. Te defendí sin pensarlo y lo volvería a hacer. Me mantuve a lado de tu cama de hospital por meses, te di de comer cuando tú no podías. Hago y haré todo por ti, también por Clayton, pero no voy a estar en esto —toma su bolsa y niega con la cabeza—. Si tu corazón se rompe te ayudaré a sentirte mejor, pero no voy a contribuir a romperlo.
Sale del departamento y deja solos a los dos varones Montgomery. Clayton se va a la cocina de nuevo y termina de preparar la comida que estaba haciendo, pero no pierde de vista a Ryan y éste lo sabe, se dedica a sacar los platos nuevos de la vajilla y los acomoda en la mesa con lentitud.
—Después de hoy buscaré una oportunidad para decirle la verdad a Mar.
—Ponte una camisa, al menos tienes que lucir bien —le responde Clay, omitiendo su declaración anterior—. Esto ya está. Y no tarda en llegar.
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En el mismo piso del mismo edificio, pero en el departamento 4C, Marina mira su reflejo en el espejo, se pregunta cuándo fue la última vez que se arregló y se maquilló, porque al verse incluso a ella le parece extraño. No usa un vestido, ni exceso de maquillaje, sólo una linda blusa y tacones con la cantidad perfecta de sombras para resaltar su belleza. Toda la semana esperó esta noche, también tiene miedo. Está aterrada de lo que esto puede significar.
En el dormitorio hay otra foto de nosotros juntos, la ve desde el espejo y sabe que el momento ha llegado, que no puede seguir atrasándolo más. Y por mí está bien.
Se acerca a la fotografía a lado de la cama y se sienta, la toma en sus manos y sólo la observa unos segundos antes de hablar.
—Yo no creo en esto, no creo que puedas escucharme y esto me hace sentir tonta —habla en voz alta, pero no habla sola, le habla a mi fotografía sin saber que yo puedo escucharla perfectamente—, pero creo que debo decirlo en voz alta para aceptarlo. Te amé con una gran intensidad y sufrí aún más cuando moriste, hasta hace unas semanas pensarte me hacía llorar, creía que nunca habría alguien para mí y tampoco me importaba, pero ahora… creo que me gusta Ryan y para tener la certeza debo dejarte ir. Perdón, Noah, sé que pude ser muy feliz a tu lado, pero ya no estás aquí —comienza a llorar levemente, el maquillaje que se había aplicado se corre un poco, pero no puede evitarlo. Estrecha la fotografía contra su pecho y cierra los ojos, intentando componerse—. Siempre, todos los días de mi vida, te recordaré.
Ella está lista para seguir, pero aún falta un largo camino por recorrer y no me puedo ir hasta terminar mi misión. Sin embargo, me alegra ver que Marina por fin se dio cuenta que la vida no se acaba, está llena de dolor, sí, pero los grandes lloran, se levantan y continúan.
La vida es como una oración continua, puedes poner comas, puntos y comas, pero el punto final sólo es hasta que tu vida se acaba. Marina puso puntos suspensivos, pero es hora de continuar la oración con una nueva historia de amor. Muchos en su vida se esfuerzan por encontrar una sola persona que las ame tanto, Marina tendrá dos, sólo tiene que abrirse a las posibilidades y aceptar quién es su verdadera alma gemela.
Se seca las lágrimas tanto como puede, se retoca el maquillaje y tarda unos minutos más en estar lista. Cuando está a punto de salir, toma la fotografía del cuarto y la que tiene en su sala y ambas las guarda en un cajón en el mueble de la televisión; se repite una y otra vez que no es olvidar, sino avanzar. Después de tomar un último respiro, sale de su departamento y toca la puerta de enfrente.
Ésta no tarda mucho en abrirse, Ryan la recibe con una grata sonrisa y no sólo eso, sino el maravilloso aroma que llena toda la habitación.
—Eh… —Ryan busca algo que decir, pero al parecer está sin palabras—. Luces muy linda hoy. Bueno, siempre, claro que siempre te ves bien, pero hoy más. Aunque siempre…
—No te esfuerces tanto —le dice ella divertida—. ¿Qué es lo que huele tan bien?
—Crema de calabaza con orégano, pato al horno bañado en salsa de champiñones y de postre tarta de manzana con canela.
— ¿Tú cocinaste todo esto? —pregunta impresionada.
Ryan la conduce a la mesa del comedor le ayuda a sentarse, los platos bien acomodados ya están servidos con el primer tiempo, incluso hay unas flores en el centro de la mesa.
—No —confiesa Ryan—. ¿No te había contado que Clay es chef? Él fue quien hizo todo.
—No sabía, pero huele magnífico —ambos se sientan a la mesa y ninguno de los dos sabe muy bien cómo empezar una conversación.
Antes de esa noche Ryan hubiera sido quien empezara a hablar para relajar el ambiente, pero las palabras de su hermana no dejan de penetrar su cabeza y por más que intenta concentrarse en la mirada de Marina no lo logra completamente. En cambio, ella se ha propuesto empezar a sentirse bien con sí misma, desde hacía tiempo que no se permitía salir y ahora que lo ha hecho no puede ir con pequeños pasos, tiene de correr para agarrar valor.
— ¿Esto es una cita? —pregunta Marina.
—No, no —responde él, pero no sabe si esa es la respuesta correcta—. O sí. O no sé… —él quiere que sea una, pero sabe que está mal hacerlo—. ¿Tú quieres que sea una?
—Ah… creo que puede ser una precita. Si quieres…
—Sí, quiero —ambos se quedan mirando por un largo rato, a los dos se les olvidan los problemas o los asuntos externos, sólo quedaron ellos—. Venga, hay que comer. Clay puede ser torpe a veces, pero en la cocina es un Dios.
Quizá es la cena más larga de la historia porque a las tres horas de empezar ellos apenas van con el postre, sus pláticas son tan largas que el tiempo pasa volando y ninguno de los dos se da cuenta de eso. Hablan desde sus creencias sobre vida extraterrestre hasta las conspiraciones que creen tiene el gobierno. Cosas de su infancia que quizá son muy raras, pero que desencadenan una serie de discusiones y opiniones sobre caricaturas, películas, personajes, música e instrumentos. La reencarnación, tipo de bebida saborizante que es mejor, color favorito, cómo es mejor dormir. Los temas no parecen tener un orden o una relevancia, pero la plática es tan fluida que nada los para.
—Hay algo que te quería contar, pero no quería arruinar la cena.
Ahora ambos están en el sofá, Ryan presta atención a las palabras de Marina, sin imaginarse cuánto efecto harán en él. Ella aspira mucho aire por la nariz y lo deja salir lentamente por la boca, el corazón quiere salirse de su pecho y sabe que es una imagen totalmente extraña la de ella, pero no puede controlarse más, necesita hablar y no existirá otro momento en que esté tan impulsada a hacerlo.
— ¿Hay algún problema?
—No. Bueno, no contigo —corrige—. Te voy a contar algo ¿sí? Porque… —¿tiene que hablar de sentimientos entre ellos? porque esa fue una parte que no planeó y ahora no sabe si es prudente mencionarlo. Incluso tiene dudas sobre si los sentimientos son bilaterales— me agradas y quiero contarte mi historia para que conozcas esa parte de mí.
Marina no sabe lo que pasa por la mente de Ryan en ese momento, pero lo prefiere así, sólo espera a que él diga algo.
—Te escucho.
— ¿Has visto una foto que estaba en la sala? Estoy yo y un chico —él asiente, pero no dice nada. Ryan tiene toda su atención en ella, Marina lo sabe y le gusta en buena parte, pero también prefiere que sólo por un momento él desvíe la mirada y le dé un minuto para respirar—. Él es Noah. Era. Él… murió hace más de un año —el recuerdo aparece en su memoria como si hubiera sido ayer, trata de contenerse, pero la garganta se le cierra, el pecho le oprime la tristeza y comienza a llorar limpia y fluidamente—. Lo siento, es que yo nunca hablo de esto —Ryan sigue sin decir algo, pero Marina no le toma importancia ni piensa mucho en eso. Él sólo toma la mano de ella y la aprieta con fuerza mientras se muerde el labio inferior y cierra la boca con ganas—. Noah era mi mejor amigo cuando llegué aquí y al poco tiempo me enamoré de él. Era biólogo como yo, compartíamos el amor por muchas cosas y siempre fue tan lindo conmigo. Íbamos a casarnos…
Las lágrimas no dejan de salirle para este momento, no puede parar por más que quiere, pero tampoco se esfuerza mucho. Ryan… abre la boca al escuchar eso último y la mira fijamente, pero es como si no la viera, como si en los ojos de ella se proyectara una película… un recuerdo.
— ¿Ibas a casarte con él? —pregunta, diciendo algo por primera vez.
—Sí —sus lágrimas empañan sus ojos y no ve la expresión de Ryan al escuchar eso, así que sólo continúa contándole sin saber que muy probablemente eso lo destroce aún más—. El día de nuestra boda yo lo esperaba en la playa, él no llegaba, pero jamás pensé que me dejaría plantada, sólo creí que habría mucho tráfico y que estaba atrasado. A la media hora llamaron a su mamá y le dijeron que había muerto en un accidente.
— ¿El día de tu boda? ¿El día más...?
La voz de Ryan se quiebra al último instante y no termina de decir lo que pensaba, sin embargo, ella sabe el resto de la frase.
—Sí, el día más feliz de mi vida —llora más al decir esas palabras, Ryan la abraza y ella se recuesta sobre su pecho, la acuna como si dentro no hubiera problemas y ella así lo siente, sus brazos la toman con una fuerza impresionante—. Un borracho idiota golpeó el auto en el que iba y él murió al instante; con Noah la ambulancia llegó muy rápido, pero sus heridas eran grandes y murió camino al hospital.
Marina llora más al recordar ese día, sus hombros se sacuden con brusquedad, no intenta contenerse y creo que tampoco podría hacerlo si quisiera. Aun así, con el dolor que le produce recordar y el sentimiento de vacío que le causa, siente que ha dejado de cargar un enorme peso, como si todo ese tiempo hubiera cargado un costal de arena y hoy, por fin, lo ha dejado en el suelo. Su figura ya no se encorva, ahora puede erguirse y mirar al frente con seguridad, puede andar por la vida con la certeza de que no todo está perdido.
—Shh —susurra Ryan. No deja que el contacto con ella se detenga, la apapacha y la sostiene con fuerza.
Él sabe que Marina no puede verlo y agradece eso, porque su rostro lo delataría por completo, sus ojos brillan de tristeza por la parte de la historia que no conocía, una lágrima cae de su ojo derecho, pero se pierde en el fondo de su barba. Sabe que debe decir algo, hacerla sentir mejor o darle sólo una opinión de lo que le contó, pero no tiene las palabras correctas, no puede verla a la cara después de saber que se iba a casar. Lo que le dijo Yuliana hace unas horas le pega más ahora, quizá debió hablar con Marina desde el momento en que la vio, antes de conocerla y llegar a amarla como lo hace ahora.
Porque las palabras de Marina terminaron por derribar el perdón que él se iba construyendo a sí mismo.
—Después de la muerte de Noah —continúa contando ella, ya que a diferencia de Ryan, le hace bien decirlo en voz alta y hablarlo con él—, me aparté de todo, dejé la Universidad y me fui a la tienda sólo para tener algo de dinero, no me importaban muchas cosas ni otras personas.
—Hablas en pasado…
—Sí, porque —probablemente debe de verlo a los ojos cuando diga las siguientes palabras, pero no está segura de actuar del modo correcto, le avergüenza sentirse atraída por alguien que no sea yo, le avergüenza no saber si Ryan siente lo mismo y, también, esperar que así sea— últimamente la alegría de vivir está volviendo a mí. Me siento como antes, quiero ser la de antes y… creo que es gracias a ti, por eso quería contarte esto.
Ryan sabe lo que sus palabras significan, no es una declaración, pero sí es una insinuación de sus sentimientos y Yuliana se lo advirtió. No hay otra cosa en el mundo que desee Ryan que declararle su afecto a Marina y decirle toda la verdad, pero no puede. El valor no es de quién se avienta frente a un camión para salvar a un desconocido, el verdadero valor y el más difícil de afrontar es el de quien obró mal y afronta las consecuencias de ello.
—Todo es por ti, Mar. Eres una mujer brillante, inteligente, hermosa y buena, estoy seguro de que puedes hacer todo lo que te propongas, porque las mujeres como tú son como el último vaso de agua en el desierto. Eres una brisa de aire fresco y yo… no te merezco.
Ella frunce el ceño entre sus lloros, pero no dice nada en ese momento. Se recuesta más sobre Ryan y él empieza a cepillar su cabello con las manos, lo aparta de su cara y la hace sentir mejor sólo con esas sencillas acciones; no se aparta de ella, aun cuando su codo se entierra en su pierna y la almohada del sillón está demasiado arriba para él.
— ¿Quieres hablarme de Noah? Quisiera saber cómo era él.
Ryan pide una tortura y Marina, sin saber que le pone más clavos al ataúd, le cuenta.
—Era excesivamente tierno, positivo y creyente a un nivel desesperante, tenía fe en la magia más que en la ciencia. Aunque me desesperaba que siempre discutíamos del bien y el mal, era muy serio y yo era la que andaba de un lado a otro, aunque no lo creas…