Para un alma en pena, el perdón puede aflojar las cadenas.
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Es increíble cómo pasa el tiempo sin que nos demos cuenta de grandes cambios, podemos pasar en frente de un mural en blanco diario durante todo un año y en un punto darnos cuenta de que ahora hay una pintura ahí, pero no lo notamos hasta después de un mes. Eso no pasa con las personas que nos dejan, cuando se va de nuestro lado una persona que nos hacía feliz cada día recordamos su ausencia y no duele menos con el tiempo, simplemente se va haciendo una costumbre. Después de un mes desde que Ryan se fue, Marina casi puede pensar en él sin sentirse una “pecadora".
Hasta que…
—Hola, Merlín. ¿Cómo estás?
—Viejo, señorita, pero qué le vamos a hacer.
—Yo te veo igual que siempre, Merlín.
—Porque desborda gentileza —responde él—. Por cierto, ayer llegó un paquete para usted, pero olvidé dárselo.
Le pasa una caja rectangular del tamaño de un sobre alargado, los sellos postales son de Florida y piensa que es de sus padres, pero el remitente es Florida Southern College lo que la extraña por completo, dado que ella jamás ha estado en contacto con ellos.
Agradece a Merlín por guardar el paquete y sube por el elevador con una sensación de emoción que quizá no debería, no sabe qué pueda contener ese paquete, pero tan sólo de conocer el remitente ya es algo que la intriga de una buena forma. Cuando llega a su departamento, deja las cosas en el sofá excepto la caja y en la cocina busca unas tijeras para abrirla.
Dentro de esa caja está un juego de copias del resumen de su investigación, el cual ella creía que estaba guardada en su oficina bajo llave, también hay varios folletos de la Universidad de Florida, fotografías de lo que ofrece y otras cosas que no ve con atención, además hay un sobre grande y rectangular. Lo abre y comienza a leer:
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Estimada Dra. Stewart,
Tenemos el placer de anunciarle que el resumen de su investigación con los dinoflagelados lingulodinium polyhedra, después de ser sometido a un riguroso proceso de selección y estudio, ha aprobado todos los criterios que buscamos en el Florida Southern College y hemos decidido darle una donación de $2 000 000 (dos millones de dólares) para que continúe su trabajo en nuestras instalaciones, pudiéndose extender la cantidad de acuerdo a los resultados que se vayan recaudando, dispondrá de un lugar propio para hacer de su oficina, barcos marinos de investigación y un competente equipo a su elección para que llegue al resultado esperado.
Para que confirmemos su empleo con nosotros y discutamos los detalles de su traslado, así como su contrato, le rogamos que se ponga en contacto con los números anexados al final de esta hoja; esperamos que pueda asistir a nuestra Universidad a la brevedad posible.
Un cordial saludo,
Florida Southern College.
"Lux, Sapientia, Lex."
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La lee más de dos veces porque no termina de creer que sea real y que le hayan dado la beca que siempre quiso, suelta un grito de alegría y alza las manos en señal de victoria, pero pronto se da cuenta que ella nunca solicitó una beca y tampoco envió su trabajo.
La felicidad se le va tan rápido como llegó, se sienta en una silla cercana y se pone a pensar. Cree tener una idea de lo que pasó, pero no está segura si le gusta o no; la única persona que sabía sobre esa escuela y la única que vio su trabajo, además de ella misma, es Ryan y, por lo tanto, él tuvo que ser el responsable de todo esto.
Tira la carta de la escuela sobre la mesa y ella misma acuesta su cabeza encima de la madera. Sabe que es la mejor oportunidad que ha tenido en la vida, que no todos los días otorgan becas como esas, pero aceptar algo que viene de Ryan no es su primera opción, porque él es la causa de esto, si él no hubiera enviado su trabajo ella jamás lo habría hecho, Marina sabe eso.
El último día que lo vio a través de la mirilla él le dijo: porque te quiero; no había olvidado esas palabras, ni ninguna otra, y a veces, muy en su interior, se reprendía por no haberlo escuchado y esas mismas veces se volvía a reprender sólo por pensar en darle una oportunidad. En este momento, sólo quiere hablar con él y tener las respuestas que nunca quiso, pero que sí necesita. Afortunadamente, entre su locura, ella recuerda que jamás ha sido capaz de tirar su carta y que ésta sigue guardada en el fondo de un cajón que nunca usa.
Se levanta y, con los ojos llorosos y las manos temblando, busca la carta que le fue entregada hace poco más de un mes. Se sienta en el sofá en esta ocasión y comienza a leer.
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Marina,
No sé si te parezca patético una carta escrita a mano, pero es la única forma que tengo para comunicarme contigo. Lo siento.
Aquí pretendo contarte todo lo que pasó, no quiero que creas que vine a burlarme de ti o a jugar contigo, jamás haría eso; tampoco pretendo limpiar mi imagen ante ti porque sé que es imposible, no busco tu perdón porque sé que no lo merezco, aun así... lo siento.
Yo era alcohólico, Marina. Durante mi adolescencia y juventud no probé ni una gota de alcohol porque mi entrenamiento de Taekwondo me lo impedía, pero cuando lo dejé a los veintiuno quise probar lo que era irse de fiesta y beber hasta perderse, pues bien, me perdí. No supe controlarme, la sensación de libertad era como una droga y sentía que alcoholizado podía hacer cualquier cosa. ¿Sabías que algunas personas somos genéticamente más afines al alcohol? Yo soy una de ellas. De pronto ir de fiesta y beber los fines de semana no me era suficiente, así que lo hacía entre semana en mi casa, estando solo o hacía fiestas, pequeñas reuniones, bebía incluso en el trabajo, sabía esconderlo por eso no me despedían; mi familia se dio cuenta de mi problema e intentaron ayudarme, sin embargo, yo no lo permití. No podía vivir sin alcohol, mi vida comenzó a depender de una botella y había ocasiones que nada ni nadie podía hacerme sentir bien más que un buen trago que quemara mi garganta. Esa sustancia afectó mis relaciones, mis objetivos, mi cuerpo… pero no me importaba porque me hacía sentir bien. Estaba enfermo, todos lo veían menos yo, necesitaba ayuda urgentemente, una ayuda que rechacé en innumerables situaciones porque dejé de ser yo mismo y pensar con claridad la mayor parte del tiempo. Y no estoy tratando de justificarme ante ti, sé que hice mal en todo momento, nunca dejaré de arrepentirme por no escuchar al resto, siempre voy a lamentar lo que pasó y asumo la culpa de ello.
El día que murió Noah, yo había bebido todo el viernes anterior y realmente estaba ebrio, había hecho una fiesta en mi departamento y para el sábado en la tarde el alcohol ya se había acabado, pero no las personas que dependíamos de él. Así que salí a comprar más. Tony, mi compañero de fiestas y quien murió también ese día, me acompañó y me pidió manejar, porque él iba más consciente que yo. En realidad, ninguno de los dos debió ir.
Llegamos a la tienda en veinte minutos, cuando en realidad son cuarenta, te confieso que, por mal que suene, esos minutos con él en el auto fueron los más divertidos que tuve con Tony en los tres años que lo conocí, hasta la fecha aún me pregunto si “allá arriba” nos otorgaron esos momentos como despedida. Al salir de la tienda, Tony arrancó el auto e íbamos de vuelta a mi departamento, y yo... abrí dos cervezas mientras él manejaba. Si hubiera una sola cosa de mi vida que pudiera cambiar, sería eso. Unos cuantos segundos. Porque no sólo las abrí sin más, previamente las agité y después le arrojé cerveza a la cara mientras yo reía y él intentaba beberla de ese modo.
No nos dimos cuenta, todo pasó tan rápido. Lo siguiente que supe fue que estaba en una ambulancia. Y después en un hospital.
Éramos cuatro personas, tres merecían vivir y una sola morir: yo. Pero como ya sabes, fui el único que sobrevivió.
No sé cómo llegué a la ambulancia, pero desperté en ella y lo único que distinguía era a los paramédicos sobre mí, no escuchaba nada y todo se volvió blanco de repente. Sé que eres una mujer de ciencia y es asombroso, pero no estoy seguro de que ese momento pueda ser explicado. Sufrí un paro y morí durante cinco minutos enteros, los paramédicos no se rindieron hasta que mi corazón volvió a latir. Sé que quizá no me creas, nadie lo ha hecho hasta ahora, pero durante esos minutos no estaba ni aquí ni allá, fue como estar en un túnel lleno de voces que no reconocía y tampoco entendía, fue el momento más raro de mi vida.
Tuve muchos golpes en el accidente, pasé seis meses en el hospital entre cirugía y cirugía. La primera fue por una fractura de cráneo, la segunda por mi lesión en las vértebras sacras que casi me cuesta caminar, también me operaron la nariz y tengo varias cicatrices en la barbilla (por eso dejé crecer mi barba un poco), tuve también hemorragias internas, pero se controlaron bien. Llevé rehabilitación por meses. Me costó recuperarme de todo lo que había causado, pero me salvé en todas esas ocasiones y me pregunté ¿Por qué yo? Para mí hubiera sido mejor morir en una de esas cirugías o en el mismo accidente, sin embargo, no fue así y quise creer que todo eso tenía un propósito. Tenía, tengo una segunda oportunidad. Debía hacer algo bueno con eso.
La culpa no me dejaba en paz, aún me come por dentro a cada instante. Cuando recién salí del hospital pasé una semana entera desde que salía el Sol hasta que se escondía en el lugar del accidente, sólo lo miraba y revivía una y otra vez mi gran error. Lo sentía tanto, lo siento, pero no había nadie con quién disculparme porque todos estaban muertos. Pero me quedaban sus familias… lo único que quería hacer era disculparme y asegurarme de que estuvieran bien, que no les hiciera falta nada o, si no, yo se los conseguiría.
Elizabeth quiso abrir un juicio por la muerte de Noah, pero legalmente el culpable había sido Tony. Aunque sé que fui yo, nadie más debe asumir eso y lo siento si no pude enfrentar la justicia. Mi hermana es una excelente abogada penalista, su nombre se podía ensuciar al defenderme, pero aun así lo hizo. No dejó que el caso procediera en mi contra, alegó muchísimas cosas… entre ellas, que yo seguía en el hospital. Así mi expediente quedó limpio, más no mi consciencia.
Hace un par de meses empecé a buscarte, no sólo a ti, al resto de las familias. Yuliana se encargó de eso, disponía de la información por el juicio y, una vez más, arriesgó su carrera por mí.
Aquí te va la historia de los demás.
Tony no llevaba el cinturón de seguridad, salió desprendido de su asiento y atravesó el cristal… murió al instante. Él sólo tenía a sus padres y un hermano, era soltero, yo los conocía y he ido a hablar con ellos antes de venir contigo. Creo que me perdonaron, les conté lo que sucedió y cuánto lo lamentaba, pero ellos sabían que Tony, al igual que yo, tenía un problema y no me culparon por eso. No estoy seguro de merecer su perdón, cada noche me duermo recordando que fue mi culpa y sólo mía, que Tony merecía mucho más de lo que recibió. No puedes imaginar lo que sentí cuando desperté en el hospital y me dijeron que Tony había muerto, fue como si… no, espera. Lo siento, lo siento. Claro que tienes idea de… Dios mío, sólo… lo siento.
Lo malo de escribir en papel es que no puedo borrar las cosas ya escritas. Bueno, olvida las últimas líneas.
Theodore Rivers, el chofer de Noah, era un hombre de cincuenta y ocho años, tenía dos hijos que viven en diferentes Estados y su esposa es Mary Rivers, es… una encantadora anciana. Sus hijos la dejaron en una casa de reposo hace unos meses, está bastante cuerda, pero también tiene una enfermedad hepática. Fui a conocerla hace un tiempo, pero cuando la vi, no tuve el valor de confesarle quién soy. Perdón por no ser quién mereces. Perdón por ser así de cobarde. Me metí como voluntario en esa casa de reposo sólo para estar cerca de ella y platicar de vez en cuando o ver si necesita algo. Sé que eso no me convierte en un santo, tampoco un compasivo o una buena persona, lo sé. Admito que… es una manera de creer que hago algo bueno con mi segunda vida. Mary cree que soy un enviado de Dios para cuidar de ella, dice que sus hijos trabajan mucho y que soy su consuelo. Cada vez que dice eso quiero morirme.
Y, por último, está Noah James. Sabía que tenía una hermana y a su mamá, pero ellas fueron quienes más me odiaban, así que no creí que acercarme a ellas fuera una buena idea. Sin embargo, había una novia… esa eres tú, conseguí tu información y fui varias veces a la tienda para hablar contigo, pero al final sólo terminaba comprando cosas que no necesitaba. Te veías triste en todo momento, como si tú hubieras muerto. Yo no quería eso. Me mudé al edificio con el propósito de encontrar un modo más sencillo de hablar contigo y pedirte perdón, pero cuando te conocí ya no sólo quería eso… te quería ver feliz, viva y yo quería hacer posible eso. Me hice tu amigo, o eso creo, para que te abrieras a mí y te divirtieras, nunca con el propósito de burlarme de ti. Yo sólo quería que volvieras a ser tú. Yo no sabía que eras bióloga, que tenías a una investigación prometedora o que el mar te encantaba, pero cuando lo supe, sólo quería ayudarte a volver. Me gustaría pensar que lo logré, que ahora eres feliz de nuevo, pero no soy ingenuo, sé que te causé más dolor del que tenías y lo siento. Nunca me alcanzará la vida para disculparme por haberme cruzado en tu camino.
Aquí te va la peor… me gustas y te quiero. Eres maravillosa, inteligente y hermosa, puedes conseguir todo lo que te propongas, por eso no te merezco y no mereces a alguien tan poca cosa como yo. Me duele saber que te conocí en el momento equivocado y en la situación incorrecta, pero aun así te quiero. Eres el Sol creciente en el amanecer, tu cuerpo encaja en mis brazos como si al momento de nuestra creación hubiéramos sido tallados en el mismo molde; eres el fuego en una noche de invierno; el soneto más bello, tus ojos y tu risa riman con la mía, pero viviré con la agonía de saber que nuestras vidas en la misma página no están escritas. No espero que tú sientas algo por mí que no sea odio, pero tenía que decirlo de cualquier modo.
Perdóname, Marina. Perdón por todo el dolor que te causé, antes y ahora, perdón por no contarte la verdad desde el inicio, pero conforme pasaba el tiempo y te conocía, las cosas me parecían más difíciles de afrontar. Perdón por quitarte a Noah y la posibilidad de una vida junto a él, no sabía que era el día de tu boda cuando pasó el accidente hasta la noche que me lo contaste; y tenías razón, los días siguientes a eso te evité porque no podía mirarte a los ojos. Perdón. Perdón. Perdón.
Estoy en un grupo de alcohólicos anónimos, llevo sobrio desde el accidente, visito a mi familia todos los domingos en la mañana, tengo un trabajo estable al fin, intento cambiar. Cada día me levanto deseando ser mejor que antes, compensar a la vida por la oportunidad que recibí, y cada noche me acuesto pensando en lo que causé y deseando que donde quiera que estén, encuentren la paz. Yo deseo paz. Pero no la tengo y si nunca la consigo, aceptaré el castigo.
Siento tanto no ser quien creías, aquí está toda la historia y ahora que la conoces, siéntete en libertad de odiarme, porque lo merezco.
No te buscaré, tú no me buscarás y no creo que nos volvamos a ver… adiós para siempre, doctora Marina Stewart, cuídate y sé fuerte. Nunca dejes de luchar por tus sueños. Vive. Vuelve a amar. Crece.
Mis más sinceras disculpas,
Jacob Ryan Montgomery.
P. D. Casi lo olvido, el día que fuimos a tu oficina tomé una de tus investigaciones y la envíe a la Universidad que mencionaste era la mejor. No sé cómo funcione eso, pero espero que tu trabajo sea leído y tomado en cuenta porque tu voz y tu fuerza merecen ser escuchadas por el mundo entero. También perdón por eso, quizá me atreví a mucho. Lo siento.
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Lee una vez más la carta entera, es claro que se pone a llorar con fuerza, pero sobretodo con rabia. Le parece una completa idiotez que un sencillo momento con una cerveza haya cambiado su vida por completo, pero así son las cosas. La oportunidad de su vida está en un pequeño paquete con la promesa de dos millones de dólares, tomarla es aceptar algo de Ryan y en este momento es la última persona que quiere ver, oír de él ya es de por sí difícil.
Está furiosa. Agarra las velas aromáticas sin encender que tiene en la mesa de centro y las avienta de lleno a la puerta del departamento, todas impactan con fuerza y como no le es suficiente sigue con los cojines del sofá, patea los sillones, grita con ganas intentando que el sonido sea amortiguado con la palma de sus manos. Cuando ya no puede más, se deja caer de rodillas en el suelo y sigue llorando fuertemente, los ruidos que produce son como si agonizara.
La noche se pasa lentamente, mientras sus pensamientos van de un lado a otro. Supongo que yo estaría igual si la persona que me gusta hubiera sido una pieza de la vida para cumplir un ciclo de otra. ¿Cómo se controlan los sentimientos? No se puede, pero podemos aprender a canalizarlos y actuar de la forma correcta con ellos. Sabe que la beca es una gran oportunidad de hacer lo que siempre quiso, estaría más cerca de sus padres y se alejaría del lugar tantos recuerdos le trae, crecería como investigadora y sanaría viejas heridas que necesitan ser sanadas, pero… los seres humanos somos volubles, capaces de renunciar a cosas grandes por un arrebato de fiero orgullo, de enojo o de amor.
Para cuando el amanecer comienza Marina se queda dormida en el sofá tal como está, llorar puede ser tan agotador que parece muerta. Después de horas dormida no escucha la alarma de su teléfono a las seis de la mañana, tampoco media hora después, así que cuando se despierta son las once de la mañana y la clase que da en la Universidad ya debería ir por la mitad.
Todo está igual de arruinado que la noche anterior, ella sólo lo observa su desastre, pero no le importa, le recuerda todo lo que pasó y que ya lleva dos días sin dar respuesta a la Universidad de Florida. Así que, se limpia la cara de todo el maquillaje corrido, toma su bolsa y sin cambiarse de ropa o comer algo, sale de su departamento rápidamente.
Alguien creería que se dirige a la Universidad, pero no es así.
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Estamos rodeados de muchas flores de todo tipo, un jardín bien cuidado y muchas, muchas, lápidas de piedra. Caminamos entre las tumbas, Marina no sabe que no está sola, aunque ella se sienta así. Cuando llegamos a mi lápida ella se arrodilla y deja sobre ella las flores que compró en la entrada, pone la vela al centro y saca el encendedor para prender la llama.
—Estoy muy al borde así que fingiré que puedes escucharme, aunque parezca loca —le dice a mi tumba, como si yo pudiera verla, oírla o hablar con ella... no sabe que está muy cerca de la realidad—. ¿Sabes? Muchas culturas encienden la vela porque creen que ilumina a sus muertos para que vean su llamado. Me lo dijo la vendedora de afuera —yo me siento junto a mi lápida, para verla de frente y sentir que de verdad puedo hablar con ella. En el tiempo que la conocí nunca hubo una vez que no supiera una respuesta, siempre actuaba con la cabeza fría viendo las mejores posibilidades, esta vez no es la excepción—. Voy a suponer que sabes todo lo que ha pasado... Estoy furiosa. Estoy tan enojada que siento que voy a explotar, que podría romper todo a mi paso y que los dientes se me van a caer de apretarlos tanto. Estoy furiosa con Ryan por ser un ebrio idiota irresponsable que terminó con tu vida. Odio que se haya cruzado en tu camino.
Dilo, Marina.
—Pero sobre todo odio no poder odiarlo. Y me avergüenza como si me hubieran atrapado robando porque sé que está mal, que no debería pensar en él como lo hago y que probablemente debería meter una orden de restricción en su contra, sólo para perjudicarlo, pero no puedo y me odio por eso. Porque cuando estuve con él fue como si hubiera nadado bajo el agua por un largo tiempo y cuando llegó por fin salí a la superficie a respirar, me llevó de nuevo a la playa y me impulsó a trabajar. Siendo honesta, me trató de una forma maravillosa. Lo quiero, pero no lo puedo ver en mi vida. No ahora.
Se queda callada y pasa las manos por su rostro, se queda con la cabeza entre sus rodillas y no vuelve a hablar por un largo rato. No alza la cara, no se mueve, pero sé que está llorando. Después de un rato, pongo mi mano en su hombro, no sé cómo sea la sensación, pero sé que me siente porque se incorpora lentamente, sin embargo, no hace nada y espera que sólo haya sido su imaginación.
— ¿Me perdonas, Noah? ¿Me perdonas por sentir por Ryan algo que no es odio?
Apago la llama de la vela.
Es mi respuesta y ella lo ve, pero no estoy seguro de si la va a aceptar. Necesito que lo haga, yo no sigo aquí por ella, sino porque tengo una misión y no puedo irme hasta que se complete totalmente. Marina se queda observando la vela, ahora apagada, y con la mano temblorosa, con muchos pensamientos rondando por su cabeza, la vuelve a encender.
Y yo, la vuelvo a apagar.
Ella es una mujer de ciencia, lo he dicho otras veces, pero hay ocasiones en las que aceptamos la respuesta que necesitamos. En cualquier otra ocasión, Marina hubiera buscado una explicación lógica incluso la más sencilla podría explicarlo, pero le es más fácil creer que me encuentro junto a ella en ese momento y que puedo perdonarla, para que ella pueda seguir adelante.
Y así es, yo no la culpo ni a Ryan; cuando ves todo desde otro punto y comprendes que hay razones mucho más grandes que nosotros mismos… entiendes todo. Además, donde estoy no sirve de nada estar enojado.
—Voy a aceptar esto, Noah. Me voy a ir a Florida para la beca, voy a continuar con mi vida, volveré a la playa y no me cerraré de nuevo a las personas. Te amo, Noah, una parte de mí siempre lo va a hacer, pero no puedo seguir aferrándome a algo que se ha ido, por eso yo te dejo ir. Tú me dejas ir. Y nunca volveré.
Sonrío, porque es hora de que ella sola siga su camino… al menos por un tiempo. Deja la vela apagada en el mismo lugar en la que ha estado, se limpia las lágrimas secas de su cara y se levanta. Le da una última mirada a mi tumba y yo me quedo a poca altura, para que sus ojos coincidan con los míos y así verlos una vez más, después se aleja de mí sin dar marcha atrás.