El lunes por la mañana el Sr. Cazares llegó muy temprano como siempre, apenas entró a su oficina, yo entre enseguida de él.
- Buenos días Señor – saludé, poniéndome de pie a unos metros donde estaba él quitándose el saco, lo acomodo con tal elegancia sobre el respaldo de su asiento, quedando con una camisa blanca abotonada que dejaba ver unos músculos bien definidos. En verdad este hombre era un dios que estaba regalando una agradable vista a mis ojos. Estaba hipnotizada.
No me di cuenta cuando me pidió la agenda del día de hoy, por lo que hábilmente y apenas saliendo de mi trance pregunté.
- ¿Señor ya desayuno?, gusta que le traiga algo.
Por unos segundos se quedo pensando. Rogué por que no me regañara por la pregunta pero simplemente estaba siendo amable.
- ¿Tan mal me veo? - dijo con mirada vacía.
El Sr. Cazares el día de hoy se veía distinto estaba sereno, pero se veía como si estuviera enfermo, tenía la vista algo pérdida y esta vez su mirada autoritaria no causaba el mismo efecto que otras veces.
- Se ve algo pálido, Señor. - me atreví a decir.
- Hoy no me siento tan bien, traeme un café n***o, sin azúcar – ordenó.
- Enseguida señor, ¿quiere que llame al doctor? - en verdad me preocupaba que mi jefe se enfermará.
- No es necesario, sólo traeme el café.
Cuando entré con el café, él se encontraba de pie hablando por teléfono, me hizo un ademán con la mano para que dejará el café en la mesa.
Después me pare a un lado esperando indicaciones.
Terminó la llamada y aún estando de pie tomó un sorbo al café.
- ¡Carajo! - gritó de dolor, llevándose una mano a su estomago y con la otra se apoyo a la mesa.
- ¿Esta bien señor? - dije, mientras sin pensarlo me abalancé para ayudarlo a equilibrarse que haría si se desmayaba, eliminé ese pensamiento de mi mente.
- Me duele mucho el estómago – se quejó.
Estábamos tan cerca, a unos centímetros solamente cuando lo sujete del brazo para que apoyará su peso en el mío, podía sentir su aroma a perfume de cítricos y su respiración agitada por el dolor, su brazo era tan fuerte, yo lo veía hipnotizada mientras su mirada parecía pérdida, era demasiado guapo, me hacía sentir acalorada.
Justo cuando lo ayudaba a sentarse lentamente en su asiento, entro una mujer que nunca había visto en la empresa.
- ¡Por esta tipa me dejaste Ernesto! ¡lo sabía! ¡No tienes vergüenza! - gritaba la rubia sin control.
Yo la veía atónita, estaba mal interpretando la situación. Aún permanecía de pie a lado de mi jefe observando a la loca rubia que entró gritando por toda la oficina, era muy guapa si, pero algo desquiciada, vestía elegante un vestido sastre azul marino que hacía juego con sus intensos ojos azules, maquillada excelentemente bien, llevaba un labial rojo carmín que resaltaba sobre todo lo demás.
- ¿Qué haces aquí Selin? - le gritó mi jefe tratando de recuperar el control en la habitación.
- Eso es lo de menos, primero dime como se te ocurrió meterte con la secretaria.. - gritaba la mujer.
Ya viendo la situación tan incomoda en la que me encontraba no sabía que hacer.
- Señor, todo esto es un mal entendido, debería dejar que hable con la señorita a solas – para esto tuve que agacharme un poco ya que mi jefe estaba sentado en su silla, al parecer aún sentía dolor ya que no había quitado la mano de su estomago.
Antes de escuchar su respuesta, me dispuse a salir de la oficina hasta que sentí que alguien me jalo hacia atrás, ¡era mi jefe! Me sostenía con tal fuerza que de un solo movimiento me regresó al lugar donde me encontraba hace unos segundos.
- ¡Tu te quedas! - me ordenó.
Lo mire sorprendida.
- ¡Tu padre se enterará de esto Ernesto! - seguía gritando la rubia.
Mi mayor temor era que todos afuera de la oficina estaban escuchando a la mujer gritar.
Volteé a ver a mi jefe con mirada suplicante para que la callara pero me di cuenta que comenzaba a sudar frío, tenia la frente brillosa del sudor cuando se llevo una mano a la sien.
En un acto de enojo y desesperación camine hacía la rubia la agarre fuerte de la muñeca, le di media vuelta, la sujete por la espalda y la encamine con fuerza hasta el exterior de la oficina cerrando la puerta con llave por dentro, sólo escuché que dijo que yo era una salvaje.
Mi jefe me veía desconcertado.
- Lo siento Señor y entiendo si después me despide, pero su salud es primero – le dije al mismo tiempo que me acercaba para tomar sus signos vitales.
No tenía fiebre aún, solo sudaba frío pero esa no era buena señal.
- Se lo merece – me dijo sonriendo con dificultad por el dolor.
Era la primera vez que veía al Señor Cazares sonreír, me sonreía a mi.
- ¿Le duele mucho? Llamaré al médico de la empresa – me adelanté.
Él me arrebato mi celular en señal de negativa, para después regresarmelo.
- Necesito ir directo a la clínica… este dolor no es normal – dijo con gran dificultad.
- ¿Sabes conducir? - me preguntó.
Asentí.
- Vámonos – me ordenó mientras trataba de ponerse de pie.
Podía caminar por si mismo pero con dificultad, en momentos se tocaba con más fuerza el estómago por el dolor.
Cuando salimos de la oficina al ver al Señor Cazares en estado de enfermedad, la rubia enseguida cambio de actitud.
- ¿Amor que te pasa? ¿estas enfermo? - dijo ella tratando de abrazarlo.
El Sr. Cazares la apartó de inmediato. La rubia me fulminó con la mirada ya que él estaba apoyado en mi casi abrazándome, todos en la sala de secretarios nos veían asombrados.
- Leyla llama a Erik para que venga a hacerse cargo de la oficina mientras regreso, voy al hospital.
- Si señor no se preocupe todo estará bien – dijo Leyla, su mirada era de verdad de preocupación, me di cuenta que ella lo estimaba como jefe pues sus ojos se tornaron algo tristes al ver que estaba enfermo.
De pronto llegó el guardia de la entrada principal, lo más seguro es que halla ido por el escándalo que acababa de hacer esa mujer. Rápidamente nos ayudó a salir del edificio donde ya se encontraba afuera el auto del Señor Cazares.
- Ten – me dio las llaves.
Su auto era un mercedes n***o con acabados grises, el más nuevo y lujoso, de seguro valía muchísimo. Nunca había manejado un auto así pero siempre hay una primera vez, pensé dentro de mí.
Noté que él se me quedaba viendo, no podría explicar que clase de mirada era, puesto que sólo me observaba conducir.
- Le duele mucho señor – le dije para romper el silencio que se había formado desde que salimos de la empresa.
- Ajá .. - dijó sin más.
Otra vez me observaba. Si me seguía viendo así podría perder el control del automóvil, su mirada me ponía nerviosa, sentí como mis manos comenzaron a sudar.
- No tiene por que tener miedo, conduzco bien – dije para tranquilizarlo, pero en realidad era para tranquilizarme a mí.
- Ya lo noté, conduces bien.. ¿de donde saliste? - me preguntó con una mirada extraña.
- ¿cómo? - no entendí a que venía esa pregunta.
- Me refiero a que he visto que llegas en un BMW al trabajo, cuando te hablo fuerte no te intimidas al contrario, tienes carácter lo he notado, como si estuvieras acostumbrada a tratar con personas como yo, corriste a mi ex novia de la oficina con tal determinación, pero vienes de una universidad pública en la que el 80 % de los estudiantes son becados y eso lo se por que una gran parte de esas becas las financiamos en la empresa. - me miraba como un estudiante que hubiera sacado buena nota en su tarea.
- Mi BMW no es modelo reciente, ya tiene sus años – me justifiqué.
- ¿cuántos? …. dos… tres a lo mucho – se burló de mi.
- Tiene tres años – le confirmé, viendo como asentía lo que de seguro él ya sabía – parece que ya se siente mucho mejor – le dije tratando de cambiar un poco el tema al ver hacía donde iba la conversación.
- Aún me duele – su mirada otra vez se volvió oscura, ya no sabía cuál Jefe prefería si el sonriente y burlón o el serio y enojón.
- ¿De donde saliste? - otra vez la pregunta, pero esta vez me exigía con la mirada una respuesta.
- No se que espera que le responda – le dije sin dejar de mirar al frente ya que aún no llegábamos a la clínica, apreté más el acelerador, me urgía salir del auto no me gustaban sus preguntas.
- Es lógico que tus padres deben tener dinero si no como explicas tu BMW “no tan reciente”.. lo que no entiendo es por que si ellos tienen buena posición económica tu estudiaste en una universidad donde la mayoría de sus estudiantes son becados.
- Tal vez algún día terminemos esta conversación señor, ya llegamos – le anuncié con una sonrisa de alivio de no tener que seguir respondiendo sus suposiciones y preguntas.
Me fulminó con la mirada. Me salvé.
Si mis papás tenían una buena posición económica, y eso que, ese hecho no me hacía ni mejor ni peor persona, por eso estudie en una universidad pública por que lo que yo quiero es tener éxito por mí no por lo que tengan o no tengan mis padres, pero no creo que alguien como el lo pueda entender, siempre acostumbrado a lo mejor de lo mejor, de seguro estudio en la universidad más cara en el extranjero.