La mañana transcurrió tranquila, almorcé con las chicas de la oficina dándome cuenta de que el Sr. Cazares tiene secretarias para todo y Leyla es quien las organiza.
- ¿Cómo te has sentido en el trabajo Sara? - me preguntó Leyla mientras daba una mordida a su sándwich.
- Apenas llevo dos días Sra. Leyla…
- Dime Leyla a secas, somos compañeras de trabajo y además me haces sentir más grande de edad - dijo ella tocando con las yemas de los dedos su cara como si estuviera dándose masajes.
- El trabajo está bien, ni si quiera es pesado, lo pesado es nuestro jefe – dije con cara de fastidio.
- Shhh… que no te escuché nadie, porque tendremos problemas, pero si eso es lo más pesado aguantar el humor de ya sabes quién – rio bajito, mostrándome su complicidad.
- ¿Cuánto tiempo tienes trabajando aquí? - pregunté con curiosidad.
- Cinco años creo... el tiempo se pasa rápido y uno se acostumbra – dijo exhalando un suspiro.
- ¿En serio te gusta tanto tu trabajo en esta empresa Leyla? - grité de la sorpresa.
Mientras las demás chicas me veían.
- Me gusta el sueldo Sara, es muy bueno más de lo que pagan en cualquier otro lugar y puedo darme ciertos lujos, además el jefe no todos los días esta de mal humor, a veces desaparece, a veces nos ignora, etc...
Sonreí un poco pensando en que ojalá desapareciera más seguido como hoy.
- ¿Oye Sara y cómo se siente estar tan cerca de alguien como el Señor Cazares?, si yo fuera su asistente personal me derretiría con tan sólo verlo, con esa personalidad tan enigmática imagínate como será en el sexo – preguntó Nadia una de las empleadas que trabajaban con Leyla.
- Calla Nadia, no deberíamos estar hablando a espaldas del Sr. Cazares – regañó Leyla a Nadia.
- ¿Tienes novio Sara? - me preguntó nuevamente Nadia.
- No tengo – respondí a la vez que la imagen de Diego se me proyectaba en la mente.
Creo que se percataron de mi aura deprimente por lo que no me volvieron a preguntar más.
***
Me dirigía al restaurante donde había quedado con Selín para comer. Al llegar me pasaron a la mesa donde se encontraba, le había pedido que escogiera algo privado para poder conversar sin distracciones.
La observé mientras caminaba hacia donde estaba sentada, llevaba su cabello largo y rubio en una coleta, perfectamente maquillada para la ocasión, vestía elegantemente un jumpsuit color rosado a juego con su actitud de niña mimada. Aunque fuera una de las personas más atractivas que había conocido no despertaba en mi algún sentimiento o interés. Podría ser una persona fría, manipuladora y calculadora pero la sola idea de estar atado a una persona con la que se supone algún día debería de tener un hijo para preservar el linaje de la familia me retorcía por dentro.
No podía pasar un día más, tenía que terminar con esto de una vez.
- Hola Selín – salude con una media sonrisa.
Ella se abalanzó sobre mi para abrazarme con sus delgados brazos, tratando de darme un beso en la boca. Lo hubiera conseguido de no ser porque volteé mi cara, dándome el beso en la mejilla.
- Ernesto, cariño, ¿cómo fue tu día en el trabajo? - preguntó en un tono tan empalagoso que me revolvió el estómago.
Aún me abrazaba, tuve que separarla de mí.
- Bien, siéntate, necesitamos hablar – dije secamente.
- Porque no pedimos algo de comer primero – adelantó, intuía que no planeaba quedarme mucho tiempo.
Hice una señal al mesero para que trajera dos copas de vino.
Selin me observaba curiosa de saber qué es lo que tenía que decirle, para mí no era fácil ya que no sabía cómo tratar este tema, conociendo su carácter necesitaba que todo terminara en buenos términos de lo contrario todo sería un caos.
Respire profundo tratando de medir mis palabras.
- Selin, tú sabes que nuestra relación es más un acuerdo entre familias…
- Ernesto otra vez no por favor, sabes que yo si te amo – me interrumpió.
Gire un par de segundos mi copa, acomodando las palabras que diría.
- Yo no te amo. Si te cite aquí es porque no habrá compromiso y mucho menos casamiento. Últimamente mi padre me ha estado presionando demasiado con este tema así que lo mejor es dejar las cosas en claro de una vez.
- Estoy consciente de que esta relación es un acuerdo entre nuestros padres, pero tu ni siquiera lo has intentado, yo te quiero y sé que tu padre no va a descansar hasta que te cases conmigo, porque no hacérselo fácil – chilló amargamente.
- Esto no se trata de nuestros padres, se trata de mí, yo no te amo, no despiertas ningún sentimiento en mí – alcé la voz – yo no sé por qué esta insistencia en casarnos si ni siquiera nuestras familias comparten negocios, no tenemos ningún vínculo financiero. Debe haber alguna otra razón por la que quieran que me case contigo ¿tú la sabes?
Le clave la mirada esperando su respuesta.
- Yo no sé, siempre he pensado que tus padres me consideran la esposa perfecta para ti.
Dudó un poco.
-No te encapriches con algo que no pasará.
Empezó a llorar desconsoladamente.
- Si terminamos qué pensará la gente, que dirán de mi- chilló.
- Si eso es lo que te importa, el qué dirán, inventa lo que quieras de mí.
- ¿Quién es? ¿Todo esto es por alguien verdad? ¿Quién es? !dímelo! Nunca antes te había importado que tuviéramos una relación arreglada porque ahora si – gritaba mientras con sus puños golpeaba la mesa.
Me veía furiosa.
- No es por alguien, es por mí, ya estoy fastidiado de este juego en el que en primera no sé por qué acepte participar, ya no soy aquel adolescente que mi padre manipulaba a su antojo ahora tengo el poder para tomar mis propias decisiones y no depender de él.
- Te vas a arrepentir Ernesto… te arrepentirás de no haberme querido – Sentenció.
No tenía caso seguir en el juego de sus berrinches, así que me levanté de la silla y acomodé mi saco.
- Nos vemos Selin.
***
Ya había terminado con uno de mis problemas, ahora faltaba encarar el siguiente.
Sin avisar entre al despacho de mi padre quién se encontraba hablando por teléfono.
- No te preocupes hija, yo lo arreglaré – colgó mientras me veía de pie frente a su escritorio.
- Selin me acaba de contar lo que hiciste.
- Te advertí que si no lo acabábamos por las buenas lo haría a mi manera – le repliqué.
Mi padre se encontraba sentado frente a mí en su escritorio, puso las manos encima de la mesa y me miro con desafío.
- Si quieres el control de toda la compañía incluyendo la parte de mis acciones, ya sabes que hacer.
- Por qué tanta insistencia en Selin y su familia, no tenemos lazos de negocios con ellos – le reproché.
- No lo entenderías, se lo debo a su padre.
Lo mire incrédulo.
- No sé qué habrá hecho por ti o que le debas que eres capaz de sacrificar a tu propio hijo en la desgracia, pero yo no pagaré tu deuda.
Estaba furioso con él.
- Esta bien, si así lo deseas, negociare con el padre de Selin, sin embargo, la solución no te aseguro que te gustará – dijo con esa media sonrisa de ironía.
***
Aventé el saco en el sofá de mi habitación, me quite la corbata sin cuidado y me desabroche los primeros botones de la camisa dejándome caer en la cama. Podría regresar al trabajo aún era temprano cerca de las cinco de la tarde, pero eso último que me dijo mi padre me puso a pensar, tenía que idear algo para que no me tomará desprevenido. El haría cualquier cosa para que hiciera lo que me ordenaba.
Esta vez era diferente puesto que no daría un paso atrás con la decisión de terminar con Selín.
De pronto se me vino a la mente la imagen de mi asistente Sara, esa chica tenía algo que me intrigaba, no dudaba que sería buena empleada. Tuve el impulso de tomar mi celular y revisar su i********:, pero me contuve, porque yo iba a estar husmeando en su vida, ni si quiera me interesa, es una niña.
Tomé el teléfono móvil y marqué a la oficina.
- Oficina del Señor Cazares… - escuche su dulce voz.
- Alguna novedad Sara – al escuchar mi voz sentí como si su cuerpo se tensará.
- Señor, todo aquí bajo control, un par de llamadas, pero quedaron en llamar de nuevo, estoy organizando su correo empresarial.
- Bien. Colgué.