Una vez que Stev le hubo servido la bebida a Ally, todo pareció mejorar un poco, de modo que ella se hallaba sentada en su mesa de siempre, y aunque se sentía decepcionada debido a que Daven no se atrevió a pasar por allí, no se podía permitir ser miserable dentro de dicho establecimiento a la vista de todos.
Aparte, ya había creado algún tipo de relación con el encargado del lugar, y eso significaba un compromiso moral en toda regla, no podía irse sin más, y ahora que le había agradecido por la atención, podía irse en paz luego de finalizar su bebida.
Debía admitir que el té estaba bastante bueno a lo que se esperó desde un principio, razón por la cual se lo bebió con la debida calma.
Aunque ella vio en la faz del chico que había conocido la intención de seguir hablándole, esta no hizo nada más por lograr que eso se diera, fue por eso que trató de hacerse la loca y fingir que estaba muy ocupada con el móvil, pero entonces observó por el rabillo del ojos que entró un joven de cabellos largos castaños recogidos en un moño, teniendo un under cut bastante genial con diseños únicos, cosa que le llamó la atención.
Al parecer, no solo a ella le llamó la atención, sino que también a Stev, quien le recibió con un apretón de manos, así que Ally no pudo dejar de ver la escena por mucho que lo deseara.
De pronto, cayó en cuenta de que este parecía ser un m*****o del lugar, un trabajador más, sin embargo, el trato que se daban era muy formal.
Ally frunció el ceño, y aunque no era una chica dedicada al chisme y a la vida ajena, la escena le pareció curiosa como para seguir mirándola.
Resulta ser que de inmediato ambos pasaron al área detrás de la barra, siendo que Stev le comenzó a enseñar un par de cosas referentes a los equipos que tenían a su disposición en el lugar. Después de un rato, la chica de largos cabellos y mirada curiosa captó que se trataba de un pequeño entrenamiento previo a un trabajo, como ella alguna vez tuvo de joven.
Ella soltó una sonrisa ladina, recordando sus tiempos de universidad, en donde tenía un trabajo a medio tiempo que le salvaba la vida estudiantil en muchas oportunidades, mucho más tratándose de que estudiaba una carrera con suma importancia para sí misma y debía mínimo de honrarla con lo mejor, ella no era de las que aceptaba cualquier información mediocre y se conformaba, era la típica chica de las preguntas bomba a los profesores, siempre quería llegar al fondo de todo, incluso al tratarse de números y fórmulas, cosas que no tenían demasiado espacio para la imaginación.
Así de intensa era esa mujer, pero a nadie pareció importarle demasiado como para pedir que limitara sus preguntas. Claro que algunos profesores detestaban a los alumnos con dudas reales como lo era ella, pero también habían muchos otros a los que les apasionaba que existiera gente como su persona, pudiendo así compartir ideas y salir de la monotonía.
En más de una ocasión llegaron a felicitarla por el buen trabajo realizado dentro y fuera del aula, algo un poco difícil de lograr, pero no imposible para un corazón inquieto como el que poseía Ally.
En esos momentos no quería pensar en la principal razón que la había llevado hasta allí, pero como si el destino pudiera leer su mente, cuando volteó de nuevo hacia su derecha, donde se hallaba la barra a unos pocos metros, se topó de frente con el rostro que había visto antes.
─Disculpe, señorita, sé que es un poco intrusivo de mi parte, pero me presento, soy Hermit, próximo a trabajar dentro de las instalaciones del grupo Wallace. Quisiera preguntarle si disfruta realmente de la bebida o si considera que deberíamos cambiarle algo, de ese modo puedo estar seguro de llegar para mejorar el servicio con mi esfuerzo, espero comprenda─ expresó con toda la soltura del mundo el joven al que vio entrar minutos atrás, algo que la dejó de piedra.
Era la segunda vez que alguien la abordaba de una manera similar, y quiso pensar que nada tenía que ver con el dependiente del local, pero ciertamente no parecían ser coincidencias.
─Hola, Hermit, me alegra que pronto formes parte del equipo, yo soy Ally, venía... Vengo una vez por semana, así que quizá te canses de mí, pero por lo que puedo apreciar, este té está en su punto, no me gustaría que le agregaran nada más, gracias─ fue lo que pudo hilar, equivocándose en una que otra oración al pensar en el porqué estaba allí en primer lugar.
─Oh, es un placer, y soy yo quien debería darle las gracias, señorita, su opinión es importante para nosotros─ le respondió él con una sonrisa de hoyuelos profundos, mientras le hacía señas de que volvería en un rato.
De acuerdo a lo señalado, el chico se dirigió a casi todas las mesas, preguntando aquí y allá acerca del servicio brindado, entre otras cosas.
Ally pudo soltar un suspiro una vez que el chico estuvo lejos, pero cuando volvió su cabeza al frente, una vez más allí estaba Stev, el encargado del local, solo que este no estaba tan cerca, solo estaba a unos cuantos metros intentando no molestarla, como lo había visto anteriormente.
─¿Pasa algo, Stev?─ fue su pregunta, ya que no soportaba tanta presión a la vez, y aunque tenía una semana sin ver al chico, aún recordaba su nombre.
Él negó con la cabeza, como si lo hubieran encontrado haciendo alguna travesura, pues su rostro se puso rojo al instante, algo que ella aseguró en su mente que era de alguna manera tierno.
─Lo siento si molesto, pero quería preguntar si estabas bien, con lo ocurrido hace unos días, la verdad es que me dejó pensando, creí que no volveríamos a vernos─ dijo con sinceridad, de modo que la chica se sintió un tanto extraña.
Nunca nadie le había preguntado algo así directamente, cosa que la dejaba en otro planeta, por unos segundos pareció no reaccionar.
─No pasa nada, solo son cosas de la vida... Pero dime ¿Qué edad tienes? Pareces joven como para atender un negocio como este─ fue su manera de llevar la conversación por otro lado, no queriendo ahondar en lo que le tenía terriblemente triste aquella tarde del martes pasado, ni mucho menos que había recorrido esas calles una vez más solo para decepcionarse.
En eso, el chico se tomó la libertad de sentarse un momento frente a ella, mientras no habían clientes a los cuales atender.
─De verdad me alegra que estés bien, y respondiendo a la pregunta, tengo veintidós ¿Qué hay de ti?─ preguntó de vuelta el chico, luciendo interesado.
─Pero si eres todo un niño, apenas estás comenzando a vivir, no comprenderías mi sufrir ni aunque te lo explicara a detalle. Tengo veintiséis. ─ comentó Allison, como si no pudiera creer lo joven que en realidad era el chico.
─Sé que soy joven, pero por algo estoy a cargo de este local, es más que mérito, por mucho que puedan pensar que es fácil atender locales como estos─ dijo él, mirando de pronto con seriedad hacia sus propias manos unidas en la mesa, las cuales tenía rojas de tanto apretarlas entre sí, como si estuviera molesto por algo.
─Ya veo, entonces ¿Te ha costado llegar aquí?─ quiso saber la chica, frunciendo de nuevo el ceño, algo que no hacía muy a menudo, pero durante la última semana parecía ser la única expresión disponible para su rostro.
─Bueno, tanto como costar, no diría, mi padre es el dueño, pero no por eso significa que sea fácil mantener el éxito al que está acostumbrado, no sé si me entiende─ le dejó saber, sin querer hablar mucho más del tema, haciendo que sus cejas rubias quedaran casi juntas con la mención de aquello.
─No te preocupes, entiendo a lo que te refieres, no es fácil mantener contento a ningún jefe, y por lo que me has contado, tu padre es el tuyo, eso debe ser una combinación fatal─ .
─Créame, lo es, casi como si mezclaran a un león con un grupo de venados inocentes y planearan que este primero no acabe con ellos por mucha hambre que tenga, casi imposible de sobrellevar, pero es lo que me ha tocado─le respondió, mirando hacia otro lado ─Pero no he venido a hablar de mí, en realidad quería asegurarme de que se encontraba bien, y ahora que lo he hecho, creo que es momento de volver al trabajo, si me dispensa, la dejo para que siga disfrutando de su bebida─.
Con eso dicho, el contrario se retiró de inmediato, como si hubiera entrado en terreno peligroso, algo que la mayor no llegó a entender por completo, pero no le pareció para nada molesto, en realidad, por un momento deseó que se quedara con ella unos minutos más para seguir conversando acerca de cualquier cosa que la mantuviera distraída de sus verdaderos problemas de adulta.
Cuando terminó su té verde, pasó por la barra despiediéndose de ambos chicos que la habían atendido con la mano, sonriendo leve, de esa manera, nadie podía notar su tristeza.
Una vez que estuvo fuera del local, caminó directo hasta un pequeño parque que quedaba de camino a su casa, en este, podía sentarse en alguna de las bancas color beige pálido para observar el cielo y pensar con la cabeza fría cuáles serían sus próximos movimientos, debido a que se negaba rotundamente a sentirse mal por tanto tiempo, y si no hacía algo rápido, ya se veía estancada en esa relación durante un buen tiempo, algo que nadie quería para sí mismo.
Observó el cielo que quería oscurecer con toda la fuerza que tenía, mostrando un bonito atardecer que a cualquiera podría deslumbrar.
Buscó de nuevo su móvil, captando allí una bonita imagen, esta decidió subirla a sus r************* con la descripción "Aprendiendo a soltar y respirar en mi lugar favorito de siempre".
Tras hacer eso último, se sintió un poco más en paz, y aunque no tenía nada que probarle a nadie, quería hacerle saber al mundo que no estaba derrotada, por mucho que estuviera rota por dentro, no quería darlo a demostrar públicamente.
Era hora de dejar de llorar de una vez por todas.