Capitulo 0. Greta Cavalieri y Luciano Martini (2/2)

4100 Words
Y así, en un abrir y cerrar de ojos, transcurren 4 meses. Exactamente el día doce de septiembre de mil novecientos ochenta y nueve, nace Andrés Emilio Cavalieri, su padre Luciano no fue para el hospital a ver a su hijo, porque el señor Salvatore no le permitió que él estuviera con su hija. Greta, después que dio a luz a Andrés le dio depresión postparto porque no estaba al lado de su gran amor Luciano. Por otro lado, el padre de Andrés estaba desesperado porque no tenía empleo y tampoco podía ver a su amada Greta, y aun no conocía a su primer hijo Andrés. No obstante, los doctores estaban preocupados por la salud mental de Greta, ya que su depresión postparto hacía que ni siquiera quisiera amamantar a su bebé, y todo por culpa del egoísmo de su padre. Por esta razón, al señor Salvatore no le quedó de otra que traer de vuelta a Luciano para que su hija Greta no se muriera de la depresión. Al traer a Luciano, el mundo se le iluminó a Greta; ella volvió a ser la mujer alegre y risueña que siempre fue. El señor Salvatore le devolvió el trabajo a Luciano y a regañadientes lo tuvo que aceptar para que su hija fuera muy feliz. Luego, dos años después, nació Anna fruto del amor de Luciano y de Greta. El señor Salvatore le dijo a Greta que Anna también llevaría el apellido Cavalieri, y no el apellido Martini de su padre. Luciano se opuso y le dijo que por lo menos Anna llevara su apellido. El señor Salvatore por lógicas razones se opuso alegando que se mantuviera en su lugar, porque de lo contrario algo terrible podría pasarle. Después de todo, él nunca lo iba a perdonar por lo que le hizo a su hija; es por eso que una vez más, Luciano lo aceptó todo por amor a Greta, para así no causar mayores problemas. Asimismo, padre de Andrés sabía que el señor Salvatore tenía mucho dinero y poder, y que él era una hormiga insignificante a su lado; fue por esa razón, que los chicos tenían el apellido Cavalieri. Año 1996 Pasaron unos años, y ya el pequeño tenía siete y Anna cinco. Ellos vivían muy felices con sus dos padres, ya que Luciano era muy dulce con sus dos hijos, pero de repente Luciano desapareció y no se despidió de los pequeños, Andrés y Anna. El día anterior, Luciano, Greta y el señor Salvatore, habían tenido una fuerte discusión en la oficina del señor Salvatore: la cual fue la causante de la desaparición de Luciano. En ese momento, Andrés de 7 años, escuchó los gritos que provenían de la oficina del señor Salvatore y se escondió detrás de un mueble que estaba allí cerca, para escuchar la conversación acalorada que estaban teniendo sus padres con su abuelo. Anna ese día estaba dormida en su habitación, por lo tanto, no se enteró de esa discusión. En cambio, el pequeño Andrés si escuchó parte del altercado. —¡Te vas a largar de aquí, no soporto verte con mi hija y mis nietos! Mírate, solo eres un chofer. ¡Nunca te voy a perdonar que abusaste de la confianza que te di, al embarazar a mi hija! ¡Nunca te perdonaré eso! —gritó el señor Salvatore. Enseguida Greta le responde: —Pero papá, ¡Luciano es su padre!, ¡y tiene todo el derecho de estar con sus hijos! —exclamó Greta a viva voz. Luciano, el cual se había mantenido muy callado, decide finalmente hablar porque ya estaba cansado de tantas humillaciones. —Señor, yo sé que hice mal en traicionar su confianza, pero yo amo a su hija y a mis hijos. ¡Por favor déjenos ser feliz! —rogó el hombre, esperando que el abuelo entrara en razón. En ese instante, el señor Salvatore ve que la puerta está semi abierta y la cierra. Luego, el pequeño Andrés se sorprende porque Peter, el hombre sombrío, lo encuentra y lo queda mirando diciéndole: —Los pequeños no deben escuchar la conversación de los adultos, vamos sal de ahí, anda a jugar —pidió Peter amablemente. El hombre carga al pequeño Andrés llevándolo afuera de la mansión, para que juegue en el patio. Andrés estaba muy asustado por la conversación que estaban teniendo ahí adentro. Es por eso, que el chiquillo le dice a Peter, que en ese momento era un hombre joven como de unos 30 años. —Mi abuelito está muy molesto con mami y papi ¿Va a pasar algo malo? Luego, de escuchar las inquietudes del pequeño, Peter lo queda viendo y sin más responde con una pequeña sonrisa un tanto macabra: —No lo sé pequeño, solo debes quedarte quieto y no portarte mal… Vamos juega aquí ¡Te voy a vigilar! —ordenó de forma hipócrita. El pequeño Andrés se queda jugando un poco preocupado, porque nunca había oído a sus padres y a su abuelo pelear. Los tres habían guardado la compostura hasta ese día, pero el señor Salvatore no aguantó y así fue que decidió botar nuevamente al apuesto esposo de Greta de la mansión. Luciano soportó durante siete años las humillaciones pasivo/agresivas del señor Salvatore, pero ya no podía más. Fue por esa razón, que le dijo a Greta que se iría porque deseaba estudiar, prepararse, y así convertirse en un hombre digno para ella, ya que él ya no iba a soportar vivir humillado toda su vida. Sin embargo, cuando él decidió irse, el abuelo de Andrés no permitió que el hombre se despidiera de sus hijos y ese mismo día, prácticamente lo echaron a rastras de la mansión como si se tratara de un perro callejero. En aquel tiempo, tanto Andrés como Anna le preguntaban a su madre donde estaba su padre. Greta les decía que se fue a trabajar a un barco, y que vendría pronto a verlos; y que no se despidió de ellos para no irse más triste de lo que estaba. Los dos hermanitos estaban muy afligidos, pero más el pequeño Andrés que era muy apegado a su padre. El pequeño era muy inteligente, así que, a tan corta edad, él siempre notaba que su abuelo y su padre no se la llevaban bien; por lo tanto, el chiquillo presintió que el señor Salvatore tuvo que ver con la desaparición de Luciano. Por ende, la falta de su padre afectó muy emocionalmente al pequeño Andrés convirtiéndose así, en un chiquillo amargado y problemático que guardaba rencor hacia su abuelo Salvatore mientras crecía. Seguidamente, su madre Greta ya no podía luchar contra su padre. Así que aceptó el hecho que Luciano los haya abandonado. Por ende, ella trató en todo lo posible hacer que sus niños fueran felices con ella sin la presencia de su padre. La mujer seguía con la mentira, que Luciano se fue a trabajar a un barco y que algún día vendría a verlos y a vivir con ellos. —¡Vengan aquí mis hijos, quiero que también aprendan a cocinar! Su abuela que en paz descanse me enseñó, así que yo quiero que ustedes también sepan! —dijo Greta Cavalieri. Anna de cinco años de edad le responde a su madre diciéndole: —¡No mamá no quiero cocinar, mejor que lo haga Andrés ¡A mí me da mucha pereza hacer eso! Greta sonríe por escuchar las quejas de su hija, es por eso, que le dice a la pequeñita: —¡Pues vas a tener que hacerlo, mira que el abuelo quiere que todos seamos cocineros! —ordenó Greta sin demasiada autoridad. Luego, ella queda viendo a Andrés, puesto que el pequeño no parecía tener ánimos de integrarse y era evidente con solo mirarlo. —Mi amor ¿Por qué estas tan amargadito por allá? ¡Ven aquí con mamá y vamos a cocinar unos ricos y deliciosos espaguetis a la boloñesa! —pidió Greta con mucho entusiasmo. Andrés de siete años de edad un poco deprimido le dice: —Pero papá no estará aquí para probarlos. —susurró un poco cabizbajo. Greta le dice a su hermoso hijo, que algún día su padre regresaría y así finalmente, podrían vivir los tres juntos como una familia feliz; ya que él se estaba esforzando mucho para darles el futuro que ellos se merecían. Por eso, mientras su amado no regresaba, la cariñosa madre le insistió a su hijo que aprendiera a cocinar y así, cuando su padre llegara, podría prepararle a Luciano un delicioso platillo digno de un chef. Greta le pidió a su pequeño hijo que le asegurara que él se convertiría en el mejor cocinero que existiera. Por lo tanto, el chiquillo dispuesto a cumplir esa promesa a tan corta edad, dio su palabra que estudiaría y se dedicaría a convertirse en el mejor chef del mundo, solamente para cocinarle a sus padres. —¡Si mami, seré el mejor chef del mundo! Para que cuando todos estemos juntos, yo sea el único que les cocine —prometió Andrés abrazando a su madre. Año 1998 Andrés y Greta estaban en la piscina tomando algo de sol y de pronto, el pequeño de nueve años sintió que era el momento oportuno de preguntarle algo que siempre le quiso decir a su mamá y era: la curiosidad acerca de sus orígenes. Sobre todo, por el apellido Cavalieri el cual pertenecía a su madre. El pequeño pensaba que su padre no los quería y que por eso decidió no darles su apellido; por esa razón, quiso aclarar su duda preguntándole a Greta. —Mamá, ¿Por qué llevamos tu apellido y no el de papá? —preguntó el pequeño Greta de inmediato se siente muy nerviosa, porque ya había llegado ese día acerca de responderle aquella duda a su hijo, del porqué ellos no llevaban el apellido de Luciano. Es por eso, que ella trató de ocultar su leve miedo con una sonrisa y decidió contestar la inquietud de su pequeño. —Es porque tu padre siempre admiró mucho a tu abuelo, entonces, por esa gran admiración le dijo que les colocara su apellido. Andrés en ese instante levanta una de sus cejas, ya que duda en que su padre haya hecho eso. Él era un pequeño muy inteligente y sabía que su papá y su abuelo no se la llevaban bien; a su vez, notó que su madre estaba muy nerviosa cuando le dijo eso. —¿Y mi abuelito lo aceptó así tan rápido mamá? Greta mira hacia ambos lados de lo nerviosa que estaba; la mujer quería que se la tragara la tierra en esos momentos, pero trató de guardar la compostura para que el pequeño no se enterara de la verdad. —Sí…A él le encantó la idea… ya que se sintió muy alagado con Luciano. Los dos estuvieron de acuerdo y se la llevaban muy bien en esa época. —Mmmm. Pero cuando papá y el abuelo estaban juntos siempre discutían. Nunca se la llevaban bien. Greta no soporta más y se levanta de la silla donde estaba tomando el sol, ese tema la ponía muy molesta, porque en el fondo sabe que lo que hizo su padre fue una injusticia; ya que ella amaba mucho al padre de sus hijos, y ellos merecían llevar el apellido de su progenitor. Por ende, ella no pudo controlar más su temperamento y un poco alterada le dice a su hijo: —Tu no estabas en esa época, por lo tanto, no sabes nada. Tu abuelo se sintió halagado y punto. ¡Deja de decir tonterías! —Pe-pero mamá solo hice una pregunta. —¡Silencio! Voy a la cocina. Quédate aquí tomando el sol. Andrés, al ver el comportamiento de su madre, dedujo que algo malo pasó en esa época. Entonces, llegó a la conclusión, que su abuelo no quiso que ellos llevaran el apellido de su padre; ese hecho amargó más al pequeño Andrés. Año 2006 Petunia se dirige corriendo hasta el patio trasero de la casa, para informarle algo a la señora Cavalieri, y era que una persona muy importante y especial la estaba esperando afuera. Greta ya sospechaba quien podría ser esa “persona especial” así que llama rápidamente a sus hijos, para que la acompañen hasta la puerta, donde se encontraba nada mas y nada menos que Luciano su eterno amor. En aquel entonces, Andrés tenía 15 años, y su hermana Anna 13, estos cuando vieron a su padre se lanzaron sobre él entre llantos y abrazos, sintiéndose las personas más felices que existían en la faz de la tierra; al igual que Luciano, quien no hubo un día en donde no quitara de su mente a su amada y sus hermosos hijos. —¡Los extrañé mucho! —exclamó Luciano —¡Y que grandes están! Dicho esto, va y le da un abrazo y un beso a Greta. Los dos lloran de la emoción, porque a pesar de que no se habían visto por ocho años aún se amaban. En ese momento llega el señor Salvatore y le dice con cara muy enojada: —¿Qué rayos haces aquí? Luciano se le enfrenta por primera vez, porque ese hombre no tenía ningún derecho de impedirle en esta ocasión que viera a su familia. —¡Vengo a ver a mis hijos y a mi amada Greta! Ya no soy el Luciano de antes así que estudié administración de empresas y gastronomía. Mire, aquí están todos mis diplomas. Deme la oportunidad de trabajar con usted y de estar con mis hijos y Greta ¡Se lo pido por favor señor! —rogó Luciano. El padre de Andrés en el fondo no deseaba tener enemistades con ese hombre; mientras que Greta, Andrés y Anna, se le enfrentan al señor Salvatore y le dicen que deje que su padre se quede. Por ende, al señor Salvatore no le queda más remedio que aceptarlo. Además, Greta, la encargada mayoritaria de todos los restaurantes le dice a su padre: —¡Lo siento papá, pero voy ayudar a Luciano, él es el padre de mis hijos, y no voy a permitir que se separe de nosotros otra vez! —expresó la madre de Andrés dispuesta en ayudar a su gran amor. De esa forma, Greta sin importarle lo que su padre piense le da trabajo en una de las compañías. Andrés y Anna, estaban muy felices de tener a sus dos padres juntos después de tanto tiempo. Así pues, transcurre un año y toda la familia está muy feliz, con Greta y Luciano trabajando juntos en la compañía. Él llegó a ser la mano derecha de Greta y la ayudaba en todo, pero el señor Salvatore no estaba muy contento con que Luciano estuviera allí. A él no le gustaba la idea de que su hija Greta estuviera ayudando al padre de sus hijos, porque él asumía que ese tipejo lo tenía todo fácil. Además, desde su perspectiva, Greta estaba manteniendo a ese hombre al darle trabajo en su propia compañía; sin embargo, la mujer decidió intervenir negando las suposiciones de su padre. Es por eso que ella prefería trabajar mil veces con el padre de sus hijos, que con Peter, el ayudante extraño de su padre. El clasismo del señor Salvatore era tanto, que ni le importaba que ese hombre le había dado dos maravillosos nietos; el veía a sus nietos como parte del legado de su hija más no de Luciano, al que consideraba como basura, por no pertenecer a una familia de renombre. Es por ello, que ese señor jamás lo iba a acepar y tratarlo como un igual ya que fue criado de esa manera, y ya era demasiado tarde para hacerlo cambiar de parecer. —¡Cuando vas a entender que tú eres de élite y él, aunque haya estudiado, siempre lo veré como un simple chofer. No me interesa lo que digas, no quiero a ese hombre en la empresa! —gritó completamente encolerizado. Pero pese a todo, Greta se enfrenta a su padre porque ya estaba cansada de tanta discriminación hacia su amado. —No quieres a Luciano, pero si dejas al espantoso de Peter estar siempre a tu lado ¡Ese hombre a mí no me agrada! —Hasta ahora en todos los años que he estado con Peter, ha sido un buen empleado y nunca se ha salido del carril. En cambio, Luciano si lo hizo, y nunca lo perdonaré por eso. Además, creo que le estas dando mucho poder a ese tipejo en la compañía. ¡No me gusta eso! —cuestionó el señor con el ceño fruncido. No obstante, Greta le dice desinteresadamente: —Bueno, él es el padre de tus nietos, y lo vas a soportar quieras o no! Al señor Salvatore no le quedó más de otra que aguantar a Luciano y ver como él y Greta manejaban parte de la compañía. Al abuelo no le gustaba mucho la idea de tenerlo allí, ya que si algo le sucedía a él, su hija iba a ser la heredera mayoritaria de todos sus restaurantes y podría poner a Luciano de encargado mayoritario, cosa denigrante para el señor Cavalieri. Así que el abuelo pensó en cambiar su testamento y dejarle todo a su nieto Andrés y no a su hija. *** Luciano y Greta se casaron finalmente, haciéndole caso omiso al señor Salvatore, e hicieron un gran trabajo en los restaurantes Sabores de Italia, colocándolo en uno de los mas importantes en toda Bélgica. A raíz de todo esto, el señor Salvatore al ver que su hija y su yerno hacían un excelente trabajo, se distanció un poco de los negocios, dedicándose solamente a sus hobbies. Los esposos, siempre viajaban por todo el mundo buscando nuevas recetas para sus platillos, pero donde más les gustaba estar era en el sudeste asiático: de donde traían muchas especias nuevas para todas sus preparaciones. Pero después, la pareja empezó a tener varios problemas provenientes de la empresa, ya que ambos tenían diferencias por parte de la administración de la compañía. Un día, los esposos discutían acaloradamente en la oficina principal de los restaurantes, ya que diferían un poco en la introducción de nuevas presentaciones de platillos para los comensales. Entonces, Luciano aspiraba presentar comida asiática para los clientes, pero Greta se oponía mucho porque no quería que se perdiera la esencia italiana de la gran cadena de restaurantes. Sin embargo, lo que ellos no sabían, era que el señor Salvatore junto con Peter, los estaban escuchando discutir desde las escaleras. «¿Greta y Luciano están discutiendo? Primera vez que los escucho »pensó el señor Salvatore escondido detrás de las escaleras. —¡No vamos hacer esos platillos Luciano! El restaurante es italiano, y se va a conservar esa esencia. Además, mi padre nunca permitiría introducir esa clase de recetas a la compañía ya que es muy riesgoso. —Pero Greta, debemos ser innovadores. Mira, ganaríamos mucho dinero, y hasta podríamos ser de la talla como McDonald’s o Pizza Hut, que están en todo el mundo. Piénsalo mi amor. —¡No lo vamos hacer y punto! Yo soy la que mando aquí y no tú. Soy una Cavalieri y no voy a permitir que tú un recién llegado, dañes nada de lo que ya está. Al decir estas palabras, la cara de Luciano cambió drásticamente, ya que se sintió humillado por como Greta lo trató. Jamás en su vida él pensó que su amada esposa lo tratara casi igual como lo hacía el señor Salvatore. —Claro… Como siempre los Cavalieri humillándome… Esta bien, solo fue una idea, yo no valgo nada para nadie aquí en esta familia. Con permiso… Señora Cavalieri. —¿A donde vas? —preguntó Greta algo alterada y asustada. —Voy donde unos amigos, regresaré más tarde. —respondió Luciano saliendo muy molesto y tirando la puerta. Al escuchar que Luciano salía, el señor Salvatore y Peter se escondieron tras una puerta que estaba cerca de las escaleras para que él hombre no los viera. No obstante, el abuelo Cavalieri estaba muy orgulloso por como su hija había manejado el asunto, como una verdadera heredera. A su vez, estaba muy alegre por la discusión que ellos tuvieron, ya que en el fondo lo único que quería el señor era ver a Luciano fuera de su familia; así que un divorcio lo alegraría muchísimo. —¡Já! Me gustó lo que mi hija le dijo a ese bueno para nada. Sabía que esos dos no durarían mucho —dijo el señor Salvatore con una media sonrisa en su rostro. —Si mi señor, yo tampoco creo que su hija y el tal Luciano duren mucho. Él es un hombre sin experiencia alguna. En cambio su hija si, por lo tanto, esto es mucho trabajo para él. —Solo cuento los días hasta que los dos se separen. Es lo que más anhelo. —expresó Salvatore. Seguidamente, el abuelo entra a la oficina para hablar con su hija y ella no sabe que su padre escuchó toda la discusión que tuvo con su esposo. A su vez, el señor Salvatore también se hace el desentendido, y los dos actúan como si no supieran nada. A raíz de esto, Greta y Luciano no eran los mismos, se sentían un poco incomodos el uno con el otro, pero seguían haciendo negocios y viajando por todos lados para establecer contactos con otras cadenas de restaurantes. En aquel tiempo, Luciano a veces viajaba por su cuenta a Asia, porque no desistía de la idea de colocar esos platillos; por ende, su relación estaba teniendo algunos problemas. No obstante, la salud de la madre de Andrés y Anna, empezó a decaerse preocupando a toda la familia. Greta de treinta y siete años, comenzó a sentirse muy mal; siempre tenía dificultad para respirar, pero esta vez ya estaba muy grave, por lo que tuvo que ser hospitalizada de emergencia. Pasó el tiempo y el señor Salvatore y su esposo Luciano estaban muy preocupados por la salud de la hermosa mujer, la cual no mejoraba con nada. Su caso era un enigma médico, el señor Salvatore y su esposo la llevaban a todas partes, pero los doctores no lograban encontrar el porqué de su enfermedad debido a sus síntomas. La enfermedad de la mujer no estaba en el cuadro de ninguna de las enfermedades comunes de los pulmones. Muchos de ellos dedujeron que era cáncer, pero los síntomas que presentaba Greta, no actuaban como cáncer. Hasta que un médico de medicina alternativa logró dar con la enfermedad de su hija y dedujo que la hermosa mujer, había sido envenenada poco a poco con un líquido llamado “Fahkro”. Ese liquido era difícil de conseguir, ya que solo lo fabricaban en Rusia o en Asia, y era vendido solo en los bajos mundos. Tanto en Asia, como en Rusia, lo utilizaban para matar políticos o personas en menos de seis meses sembrándoles “una rara enfermedad”. Ese veneno mata a las personas sin dejar rastros, atacando todo el sistema inmunológico de su víctima debilitándolos por completo. Los últimos dos meses de la víctima son fatales, ya que el “Fahkro”, toma alguno de los órganos de la persona afectada. Por ejemplo, si el perjudicado fuma mucho, el veneno toma los pulmones, y si la persona intoxicada le gusta el alcohol, el veneno toma el hígado, y así sucesivamente. En el caso de Greta, la hija del señor Salvatore le tomó sus pulmones, porque a ella le gustaba fumar mucho desde muy joven. Posteriormente, la madre de Andrés y Anna no pudo luchar más con esta enfermedad en sus pulmones, la cual estaba muy avanzada y murió el dos de diciembre del 2006 en el hospital. Fue un duro golpe para toda la familia. Luciano, el señor Salvatore, Anna y Andrés estaban destrozados. Greta la luz de la casa se había ido. El día anterior antes de su muerte, el medico de medicina alternativa le dijo al señor Salvatore que el principal causante del fallecimiento de la heredera era el veneno, y que Greta estaba siendo envenenada desde hace seis meses. —Señor ese veneno solo se consigue en el mercado de cosas ilegales… por lo tanto, alguien cercano a su hija la envenenó… Así que debe buscar el culpable de una vez por todas —dijo el médico muy preocupado. Entonces la pregunta del millón es: ¿Quién habrá envenenado a Greta Cavalieri?
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