Narra Valeria.
Después de calmarme un poco por lo ocurrido, regresé a la oficina, tomé asiento en silencio.
Durante todo el día no cruzamos palabras, seguro era lo que Alejandro quería que hiciera, y bueno tomé la decisión de solo hablarle cuando tuviera que hacer mi parte del contrato o por cuestiones de trabajo en la empresa.
Después que finalizó el día de trabajo, Alejandro recogió su maletín, se puso su saco y salió sin mediar una palabra de la oficina.
Su ignorancia me hizo sentir rechazada, eso me generó un poco de frustración, pero era claro que debía hacer un esfuerzo.
Arturo me llevó hasta la mansión, cené con Amaya y Brígida. Ellas estaba conversando muy alegres, mientras que yo no podía dejar de pensar en las duras palabras de Alejandro.
Esa noche me fui a dormir temprano,
