Estar en la misma mesa con esa mujer me tenía muy turbada, tenía que aguantar que la amante de mi esposo estuviera allí, justamente sentada frente a él como incluso coqueteándole. —Gracias por estar aquí en mi cumpleaños, aunque no esperaba la visita de Flor— dijo Santiago clavando sus ojos sobre aquella mujer, quizás le estaba enviando algún mensaje subliminal. —Siento mucho no haber avisado antes, además de haber sabido que era tu cumpleaños te traigo un regalo— Respondió Flor. —Pero ya estamos aquí, solo nos queda brindar por ti amor, levantemos nuestra copa y brindemos— Dijo Leila. Levantamos las copas y brindamos por la vida de Santiago, confieso que sólo quería salir corriendo de allí, en cierto punto me sentía fuera de lugar, sentía que sobraba allí. —Leila necesito ir al baño—