Esa noche noche no pude dormir en lo absoluto, estaba tan ansiosa que no pude casi conciliar el sueño, sin embargo pude hacerlo en la madrugada.
La mañana siguiente desperté porque Paola hizo que abriera mis ojos de manera brusca.
—Valeria levántate por favor, no puedes estar durmiendo— Decía Paola desesperada.
—Paola déjame dormir por favor, no pude dormir casi nada y Justo hace unas horas pude hacerlo— Le respondí aturdida.
—Valeria debes levantarte, así que por favor hazlo ahora. Tu futuro esposo está aquí, está en la sala y espera por ti— Finalmente dijo.
Abrí mis ojos y empecé a reír a carcajadas, no creía que realmente eso fuera cierto.
Así que sin decir nada, me levanté de la cama, salí de la habitación aún riendo, y para mi mala suerte, todo había sido cierto, Alejandro Cooper estaba en la sala, a pesar de estar en sillas de ruedas lucia radiante.
Me sorprendí tanto que no pude controlar un grito un grito que salió de mi garganta.
—Buenos días Valeria— Dijo Alejandro mientras me miraba rápidamente de arriba a abajo.
—Buenos días, ¿Qué hace aquí?— Pregunté con nervios.
No podía creer que estuviera viviendo este momento tan vergonzoso, aún estaba en pijama y acabada de levantar.
—Solo quería ver las condiciones en la que vive mi futura esposa, que por cierto hoy a las 4:00pm de la tarde nos casaremos— Respondió.
—¿Hoy a las 4:00pm de la tarde?— Pregunté asombrada.
—El juez civil irá a mi empresa, por favor sea puntual, odio a las personas impuntuales— Respondió, después de eso, se retiró sin decir nada más.
El corazón iba a salir de mi pecho, no podía creer que haya recibido la visita de Alejandro y que tan solo en unas horas fuera a casarme.
—Valeria te dije que él estaba aquí— Dijo Paola riendo.
—No te burles por favor, me siento fatal, Alejandro me vio en estas fachadas— Le respondí aún nerviosa.
—Tu te burlabas primero y no me creíste, ja, bueno amiga me voy al trabajo, te deseo un buen día, finalmente vas a casarte con un hombre rico y elegante.
—Cuídate por favor, espero que estos cinco años no me maten antes— Le respondí.
Regresé a la habitación, tomé una ducha reparadora, después empecé a buscar en mi closet la ropa que me pondría para el gran momento.
Estuve durante el día completo comiéndome las uñas, no sabía cómo iba a ser ese momento, sin embargo tenía muy claro que iba sí o si a casarme.
Finalmente llegó la hora.
Tomé un taxi para que me llevara hasta la empresa de Alejandro. Mientras subía el ascensor respiraba profundo para calmar mi nervios.
Caminaba por el pasillo que había antes de llegar a la Oficina, notaba que las personas me miraban sin parpadear, lo cual provocaba que me sintiera aún más nerviosa.
Toc Toc Toc— tocó la puerta.
Santiago abre la puerta, entró sin pensarlo y me paro frente a Alejandro. No pudo evitar mirarme, me había vestido para la ocasión.
Tenía un vestido blanco de encaje que daba hasta mis rodillas, hacía que mi escultura corporal quedara a la vista.
—Buenas tardes— Pude pronunciar.
—Buenas tardes— Respondió Santiago.
Alejandro parecía ser un grosero cuando se lo proponía, así que no me sorprendió que se comportara así.
Sin esperarlo el juez civil llegó a la oficina, pero además la prensa también lo hizo, supongo que esto tenía que pasar para que fuera creíble.
Tomé asiento al lado de Alejandro mientras que el juez civil iniciaba a dar sus palabras.
Como siempre hablaba de la fuerza del amor y del todo lo que se hacía por el. Una realidad que no era la nuestra.
—Señora Valeria Clerk, ¿Acepta usted como esposo al señor Alejandro Cooper?— Preguntó el juez civil.
—¡Si, acepto!—Respondí con una sonrisa.
—Señor Alejandro Cooper, ¿Acepta usted como esposa a la señorita Valeria Clerk?— Le preguntó el juez civil.
—¡Si, acepto casarme con esta hermosa mujer!— Fue su respuesta.
—Ahora por favor firmen el libro que certifica su matrimonio— dijo el juez civil.
Ambos finarnos el libro, después de eso el juez civil certificó nuestras firmas.
—Los declaro marido y mujer. Señor Alejandro, puede besar a su esposa— Finalmente dijo el juez civil.
Almendro me miró lentamente, nuestra miradas se encontraron al mismo tiempo, sentía muchos nervios por lo que estaba a punto de acontecer.
Alejandro acarició mi mejilla, luego se acercó y besó mis labios.
Por primera vez nuestros labios se entrelazaron, me sentía en las nubes, un beso totalmente correspondido, no quería separarme de ellos.
La prensa tomaba fotos, y nosotros aún seguíamos besándonos, se sentía bien a pesar de ser fingido.
Finalmente Alejandro se detuvo, el juez civil se retiró, también lo hicieron la prensa. Alejandro no dijo nada, ellos solo estaban allí para presenciar ese momento y que por sí mismo hablaran sobre lo que había pasado.
Santiago se retiró de la oficina también, así que Alejandro y yo nos quedamos solos.
—¿Ahora que sigue?— Pregunté mientras me levantaba de la silla que estaba a su lado.
—Vaya a casa, recoja sus cosas y yo pasaré por usted para irnos a mi mansión desde hoy— Respondió con seriedad.
—¡Está bien!— Respondí.
Antes de salir de la oficina Alejandro me detuvo, hizo que regresara para mirarlo y escuchar lo que tenía para decirnos.
—Delante de las personas debe llamarme cariñosamente, lo mismo debo hacer yo— Dijo Alejandro.
—¿Y como quiere que le diga?— Pregunté con nervios.
—No lo se, solo sea creativa— fue su respuesta.
Después de eso me retiré de la empresa, para mi sorpresa el chofer de Alejandro me esperaba fuera para llevarme hasta mi casa.