El mismo día
New York
Mustafá
Quisiera decir que soy un hombre normal, más esta apartado de la realidad, soy el hijo del jeque de Emiratos Árabes Unidos, crecí sabiendo que algún día debía ocupar el lugar de mi padre, sin embargo, he podido mirar de cerca las dos caras del mundo, vivir bajo las costumbres de mi pueblo, pero también conocer las facetas de los occidentales, porque dentro de todo mi familia es bastante tolerante, por una simple razón, mi tía Amira abandonó todo por amor, se casó con un estadounidense, heredero de una familia acaudalada, más ellos se encontraron en el preciso momento apostando por su relación, así gracias a ese vínculo fue que conocí a Alessia, convirtiéndonos en amigos desde muy pequeños, más crecimos, cambiando muchas cosas entre nosotros sin hablarlas, porque podía perderme en sus ojos grises como un tonto por horas, emocionarme escuchándola contar alguna anécdota, aunque todo cambiaba cuando charlaba con una pasión de sus sueños, allí entendí que nuestros caminos nunca se unirían, teniéndome que apartar poco a poco de ella, sin más un día dejamos de hablarnos, quedándome con muchas dudas que hasta el presente me vivo reclamando, ¿Fui cobarde? ¿Por qué nunca abrí mi corazón con ella?
Lo cierto es que era un muchacho que apenas estaba conociendo la vida, no estaba seguro de mis sentimientos, tal vez estaba confundido, no quiere decir que dejé de pensarla, al contrario, vivía pendiente de cualquier noticia de Alessia, buscaba la forma de conocer de su vida por medio de mi primo Nadir sin ser tan obvio, al punto de saber su itinerario en sus giras con la compañía de ballet, más no he podido disfrutar de sus presentaciones, quizás por temor a lo que podía encontrar, por tener la certeza que todo lo que dice la prensa es real, tiene una relación formal, pero entendía que cada uno siguió con su destino, con sus sueños, era parte de tener una vida lejos del otro, queriendo dejarla en el pasado, más ella es una hermosa obsesión que quise borrar, pero es una batalla perdida, diría imposible, porque Alessia dejó de ser esa adolescente de trenzas doradas, ahora es una mujer con una belleza que cautiva a cualquier hombre, tiene unos ojos grises que brillan como un destello, una sonrisa que enamora haciéndote perder en sus labios carnosos como el carmín, una piel blanca como la porcelana, es esbelta de 1.70 cm de altura, además que su cabello rubio complementa su perfecta figura, solo enredando mucho más mi corazón, ya que en este tiempo distanciados no pude sentir nada por otra mujer por más que lo intenté, debido a que no hubo noche que no dejara de recordarla, sabiendo que era un castigo seguir viviendo de un recuerdo, una agonía que deseaba que termine, sin embargo, no tenía idea como buscarla, no era tan simple como aparecer en medio de una función de ballet diciéndole, hola Alessia, ¿Cómo estás? ¿Sientes algo por mí? Sonaba hasta absurdo, aunque unos días atrás, una tarde en medio de mi nostalgia mi padre recibió una llamada de New York, en su momento pensé que se trataba de una mala noticia por su reacción, creía que algo sucedía con mi tía Amira o con mis primos, allí me enteré que se casaba Adamis, sin pensarlo dos veces organicé mi agenda para estar presente en su boda, porque lo que más anhelaba era volver a ver a Alessia, más que todo necesitaba de una vez por todas tener claridad en mi vida.
Aunque ahora volver a verla me tiene con el corazón desbocado, con un brillo en mis ojos que intento ocultar, sintiendo que el tiempo sea paralizado al tenerla tan cerca, parece un sueño que muchas veces creí imposible, más es tan real que puedo percibir el aroma de su perfume, aquel con esa combinación a jazmín, cedro, ámbar, que se funde con el olor de su piel en perfecta armonía, despertando todos los recuerdos que tengo de ella, al punto de parecer un adolescente hechizado al contacto del roce de su piel cuando nos saludamos entre besos en la mejilla, pero me obligo a contener mis sentimientos siendo bastante conciso en mis preguntas, aunque estoy muriendo delante de ella por conocer todo lo que ha sido de su vida, aun así decido arriesgarme para averiguar lo que me pide mi ser entero, ¿Vino con alguien? ¿Es real esa relación? Sin darme cuenta su voz rompe la eterna espera.
–Mustafá para serte sincera me vi obligada a venir acompañada por mi compañero de baile, Julius Edmond, porque he venido en plan de trabajo, pero puedo organizarme para salir juntos a algún sitio– asegura sintiendo mi corazón bombeando a toda máquina de la felicidad.
–Me encantaría Alessia, sobre todo será bueno ponernos al día, para volver a tener esas largas charlas por horas, ¿Las recuerdas? –replico perdido en sus ojos grises, como si nadie más existiera a nuestro alrededor.
–Mustafá tantas cosas recuerdo, no solo las charlas, las travesuras que hacíamos, en verdad éramos unos niños terribles– expresa entre risas, volviendo a mi mente todas las cosas vividas con ella, hasta que el mágico momento se rompe por la voz de mi tía Amira.
–¡Hola Mustafá! Me alegra verte aquí, porque pensé que no vendrías, incluso Zhamir no me aseguro nada, por cierto, ¿Dónde están tus padres? ¿Vinieron contigo? –dice en tanto nos saludamos entre besos en la mejilla, para terminar, buscando mi mirada.
–¡Hola tía! Te ves bien, por ti no pasan los años, pero lamento decepcionarte, porque mis padres no me acompañan, la verdad es que decidí llegar antes a la ciudad, sin embargo, me aseguraron que estarán presente en la boda de Adamis.
–Mustafá por el bien de tu padre, espero tenerlo presente en la boda junto con Jade. Me tendrán que disculpar chicos, voy a tener que poner orden para comenzar con el ensayo, de lo contrario no tendremos ceremonia mañana– explica mi tía, para luego ser sorprendida por mi prima.
–Mamá no digas tal cosa, mañana tengo que casarme, por último, lo hare sin nadie a mi lado– reclama Adamis en tanto se aleja en compañía de mi tía.
–Mustafá, pobre nuestra prima, pero si yo hubiera estado en los zapatos de Adamis, no dudaría en escapar de la familia con tal de casarme con mi príncipe azul– expresa Alessia entre risas.
–Alessia, no recuerdo que siendo niña hubieras soñado con príncipes azules, pero tal vez la mujer que tengo delante de mí lo hace– aseguro con una mirada penetrante buscando algún indicio en sus ojos grises, quedándome un segundo con mi rostro pensativo.
–Porque ahora es una aclamada bailarina, una estrella de fama mundial que tiene a sus pies a cualquier hombre– termino la frase soltando una sonrisa afable.
–¡Mustafá! Como te burlas de mí, porque la mujer que está delante de ti es solo una chica más, aquella niña que viste crecer, tu compañera de travesuras, tu amiga– reclama para terminar dándome una mirada penetrante mientras se muerde los labios.
¡Mi amiga! Pues nunca te vi de esa forma, eras más mi novia, sería tan fácil repetirlo en voz alta, pero no estoy listo para confesárselo, prefiero esperar un poco más, a pesar que mi corazón me exige que grite lo que siente, aunque no es tan simple, porque tenemos un pasado juntos que no quiero arruinar.
Alessia
Quisiera decir que no siento ese hormigueo al tener delante de mí a Mustafá, es hasta raro, porque nosotros no tuvimos nada o todo a la vez, éramos mucho más que amigos, fuimos pareja sin serlo, sin embargo, ahora somos dos adultos con vidas diferentes, con sueños cumplidos, con relaciones fallidas, pero él fue por quien hice un montón de locuras, hasta pasaba horas hablando por el celular solo para escuchar su voz, aunque se esfumó todo en un abrir y cerrar de ojos, desordenando mis pensamientos, llenándome con miles de dudas, y ahora es un extraño que conoce todo de mí, aunque, por más que busqué otros ojos donde reflejarme no los he encontrado, sigue presente él en cada paso que doy, porque de alguna forma absurda le pertenezco sin siquiera haber rozado mis labios, sin tocarme, solo se adueñó de mi vida sin buscarlo.
Más deseo cerrar mis ojos porque me inquietan las miradas de Mustafá, siendo imposible contener los latidos acelerados de mi corazón, además que me inunda su fragancia varonil descolocándome mucho más, pero no queda allí lo que me sucede con él, debido a que en cada palabra que repite quisiera expresar algo entre líneas, es una sensación diferente o un coqueteo peligroso, en verdad me tiene tan confundida con su forma de actuar, más no quiero cometer una imprudencia por dejarme arrastrar por algo que ni siquiera entiendo, incluso existe una gran verdad imposible de ocultar, él es el hijo de un jeque, un príncipe, como tal debe tener miles de conquistas, y yo no quiero ser una más en su larga lista, al contrario, me gustaría ser la única mujer en su vida cuando logre descifrar lo que sucede entre nosotros.
Lo sé soy complicada, pero tengo todas las razones para tener el corazón enredado, porque son muchas cosas que vivimos juntos, no es tan simple como involucrarte con cualquier hombre, sobre todo somos de mundos diferentes y creo que me asusta que lo nuestro quede solo en mi mente, en un bello sueño que jamás podrá hacer realidad, más sigo como una tonta queriendo controlar mis nervios teniendo que morderme los labios ante cada insinuación, al punto de seguir escuchando sus palabras confusas.
–No eres una chica más, por mucho que puedas repetirlo, la verdad es que no hay dos Alessia en el mundo, porque la niña que conocí era muy especial, sobre todo me encantaba esa rebeldía tuya, todas las locuras que hacíamos juntos, claro que ahora te has convertido en una mujer muy hermosa– asegura teniendo una mirada penetrante.
–Mustafá crecimos, maduramos, más creo que nuestra esencia la conservamos, por ejemplo, te veo recordando aquel chico con sus jeans todos rasgados que me retaba a cometer locuras, sin embargo, mírate ahora como estás vestido, todo formal hasta con una corbata puesta– replico con sinceridad.
–En mi defensa no podía asistir con unos jeans rasgados, tenía que estar vestido para la ocasión, más podemos solucionarlo, nada de corbata, ni saco, incluso me subiré las mangas de la camisa para estar más informal, como tú estás vestida. No significa que no estés esplendida, es otra cosa– se burla de mí quedándose como describe, para terminar, mirándome de una forma particular hasta que escucho aclarar la voz de alguien.
–Amor, me canse de estar sentado esperando que empiece el bendito ensayo, ¿Será que podríamos dar una vuelta por la ciudad? –dice Julius abrazándome por la cintura con una gran sonrisa, queriendo morirme por el momento tan incómodo, mucho más al mirar el rostro de malestar de Mustafá.