El tráfico de la ciudad no colabora con los nervios que siento. Sentada en la parte trasera del auto de Alessandro, miro a través de la ventanilla y reprimo un bostezo. Había pasado la noche casi en vela. Y, durante el desayuno, el cual, por cierto, tome a solas. No podía dejar de pensar en lo que estamos a punto de hacer. Suspiro. Una mano se posa en mi rodilla encima de mis vaqueros y detiene el movimiento rítmico de la misma. Volteo para encontrarme con Alessandro que, tiene la vista en su móvil. — Podrías relajarte— espeta, en tono serio. — Es tan fácil para ti hacer esto, ¿No? Suspira con irritación y baja el móvil. — ¿Crees que es lo que quiero hacer? — murmura. Deja mi rodilla y toma la mano donde descansan los anillos que me pude antes de salir. — Esto, lo hago por mi h