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Falso Amor

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Blurb

¡¿Fingir ser su esposa?!

Ese es el precio que debe pagar Kate si quiere sacar adelante a su madre.

Aceptar trabajar para una mujer que ofrece un servicio de damas de compañía a hombres de dinero, es algo que puede hacer.

Pero, engañar a la familia del hombre que la ha contratado, es diferente. Sin embargo, cuando Alessandro Caruso le ofrece el dinero que necesita para salvar a su madre. No hace falta mucha persuasión.

¿Qué podría salir mal?

Además, no es como si le gustará el frío y arrogante hombre.

Ambos, se embarcan en una serie de situaciones que hacen ver a Kate, quien es el verdadero Alessandro bajo esa fachada de rectitud.

Mientras se acerca el final de su convenio, deben elegir si seguir adelante juntos o tomar caminos separados.

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Capítulo 1
ALESSANDRO POV. —¡Tú, tienes la culpa de mi desgracia! Es lo primero que escucho, cuando contesto una llamada de mi hermana menor. —Ahora, ¿Qué hice? —inquiero, sintiéndome confundido antes sus palabras. —Arístides me ha pedido matrimonio. —¿Lo siento? —¡Alessandro! —gruñe mi hermana y la escucho hipar como una magdalena. ¡Señor! —No entiendo, ¿Es bueno o malo? —Vino a la villa a pedir mi mano y Mamma me dejo claro que no puedo casarme con él, porque tú no estás casado. Me paso la mano por el rostro. —¿No es cierto? —¡Si! —grita histérica—Yo le dije: Mamma. Me voy a quedar a vestir santos, porque tu niño es un gilipollas que no tiene relaciones serias. —¡Oye! —¡Es cierto! ¿Cuándo fue tu última relación duradera? —No es tu problema. —¡¿Lo ves?! —gimotea más—Arístides y yo nos amamos. No es justo que la Mamma me haga pasar por esto para cumplir tradiciones arcaicas. —Es ridículo— susurro. —¡Bien! Díselo a ella. Ni de coña. —Brisa. Sabes que mi trabajo es aquí dirigiendo el negocio. No tengo nada que hacer en Palermo. —¡Eres un egoísta! —chilla—sabía que no me ibas a ayudar. —¿Cómo coño, puedo ayudarte? —¡Casándote! —Como si fuera tan fácil —siseo—Además. ¿Por qué arruinaría mi vida atándome a una mujer? —Como siempre, Alessandro Caruso, solo piensas con el pene. —No te pases, Brisa o me harás ir a casa y lavarte la boca con una pastilla de jabón. ¡Joder! ¿Qué coño te pasa? —¡Me pasa! Que, estoy amarrada a una dictadura—sisea— ¡Me pasa! Que, por ser mujer, me toca jorobarme en esta familia, mientras tú estás allá viviendo como te sale de los cojones. —¡Esa boca! —grito antes de respirar profundo y calmar mi temperamento—Lo siento —digo sin saber cómo solucionar su predicamento. —Por supuesto que si —dice antes de colgar. De mala gana, tiro mi móvil sobre el escritorio. Parece surrealista lo que acabo de escuchar. Mi madre es una mujer que sigue las tradiciones a raja tabla. Brisa y yo somos consciente de lo estricta y poco flexible que es. Ahora, la pobre Brisa es desdichada. Cualquiera podría decir que debería salir de la villa y casarse sin importar el qué dirán. Sin embargo, ella sabe que si lo hace. Enviará a nuestra madre a su tumba. Mis padres creen en las tradiciones. La familia Caruso proviene de una dinastía hotelera. Por décadas, hemos incursionado en el mercado turístico y, nos hemos posicionado entre los hoteles & resort. Ofrecemos lujoso y exclusividad. Sí. Nos hemos actualizado de manera corporativa. Pero, ¿En lo familiar? Maldigo. Un golpe en la puerta me hace levantar la cabeza. —¿Estás ocupado? Niego. Lorenzo. Mi mano derecha entra a mi oficina. —Te traigo el balance de este mes—dice entrando a mi oficina. —Solo déjalo—hago un gesto hacia el escritorio. Me reclino en mi silla y paso mi mano por mi cabello oscuro y suspiro. Siento la parte de atrás de mi cabeza tensa, lo que quiere decir que estoy por sufrir uno de mis ataques de migraña. No tengo tiempo para esto. —¿Estás bien? —Lorenzo me mira preocupado. Sus ojos grises me estudian detenidamente. Miro a mi amigo desde la universidad. —Brisa llamo para decirme lo mal hermano que soy. —No entiendo —frunce el ceño. Me enderezo en mi silla. Y lo miro. —Arístides, pidió su mano en matrimonio y mi madre se la negó. Según Brisa, por mi culpa. Lorenzo hace una mueca. —Ella dice que Brisa, no puede desposar a Arístides antes de que yo me case. —Eso es una mierda. Hombre. —¡¿Crees que no lo sé?! —gruño—Mi madre es una mujer tradicionalista. Papá la apoya en todo y de seguro, tiene atada de mano a Brisa. —¿Qué piensas a hacer? —Prepararme para la machacada de por vida, que mi hermana pequeña me dará hasta mi último aliento. Lorenzo se ríe. —Podemos buscar una solución. —Solo puedo hablar con mi madre e intentar dialogar y llegar a un acuerdo. —Joder tío, ¿Me necesitas? Niego. —Vete en paz— murmuro— ¿A dónde vas? —Es mi último día con Patricia. —Todavía usas ese servicio —ruedo los ojos. —El servicio de Margot es el mejor —se encoge de hombros. De repente sus ojos se abren y sonríe. —¡Eso es! —me señala—Contrata a una de las chicas de Margot y hazla pasar por tu esposa. Así como una locura de amor. —Te has golpeado la cabeza en el baño, ¿Cierto? —lo miro con preocupación. —Es una buena solución. —¿Cómo coño quieres que le presente una prostituta a mi madre? —¡Hey! No son prostitutas. Son hetairas de este siglo. Bufo. —Que elegantes —murmuro con desdén. Las hetairas eran mujeres de la antigua Grecia. Se caracterizaban por ser cultas e inteligentes. Y que, podían ejercer de damas de compañía. Como de prostitutas. Así que, no veo la diferencia. Margot llamaba a sus mujeres de esa manera. Nunca he contratado una. Pero, Lorenzo y muchos hombres de negocios que conozco, lo hacen. Solo quieren a una mujer que los escuche decir lo fantástico que son y presumir de mujeres espectaculares de su brazo. —No he necesitado una de ellas antes, y no será la primera vez. —Nunca, digas nunca. —Lorenzo —gruño. —Únicamente te di una solución. Mira, vas a la boda de su brazo y cuando regresen solo di que se les murió el amor—rompe a reír cuando dice lo último. —Vete con tu dama y déjame resolver esto de otra manera. —Tienes otra solución —me corta—Bueno, dos. Sé que me voy a arrepentir de preguntar. Sin embargo, lo hago. —¿Cuáles, genios? —Te comprometes con Jazmín—le hago una peineta al desgraciado—También puedes fingir tu muerte. —Lárgate de aquí —señalo la puerta. Lorenzo levanta las manos en rendición y sale como un cohete de mi oficina. —¿Comprometerme con Jazmín? —repito y un escalofrío me atraviesa. Mi última pareja fue Jazmín Sosa. Una hermosa mujer que, a pesar de ser buena compañía, me hacía sentir que estaba con un robot. Jazmín es de esas mujeres que siempre van perfectas. Ni un solo cabello fuera de lugar. Sí. Me gustan las mujeres que se cuidan para sí mismas. Pero, Jazmín es una mujer cuadrada y acartonada que, al final, quería un esposo con apellido y una casa con valla. Salí de esa relación lo más rápido que mis excusas me permitieron. Ahora, mi madre quiere presionarme para que me case. Lo sé, lo de Brisa es una excusa para amarrarme. Tengo treinta años y a mi edad, mi madre ya nos tenía a ambos y mi padre se dedicaba al manejo de los hoteles. Ahora, yo estoy al frente. Pero, he traído la sede principal a Miami. Eso no le gusto para nada a la matriarca. En cambio, a mi padre le pareció una buena idea debido a las oportunidades de crecer. Miro el trabajo sobre mi escritorio y no quiero saber de él. Cuanto más pienso en todo, más siento que estoy por sufrir un episodio de migraña. Odio tener esa maldita debilidad. Es una afección que me persigue desde adolescente. Estoy por levantarme e irme a casa, cuando el móvil suena por todo el lugar. Lo tomo y miro quien es. Mi madre. La fiera, Donna Caruso. —Eso fue rápido—susurro antes de tomarlo. —¡Mamma! —respondo en tono alegre. —¿Has hablado con Brisa? Directo al grano. —Así es—confieso—Y me parece que es algo absurdo. —Absurdo es que yo tenga que preocuparme por ti, cuando ya eres un hombre hecho y derecho. Las tradiciones Caruso son para cumplirse—sentencia—En eso estamos de acuerdo, tu padre y yo. —Pues, yo no estoy de acuerdo con tus métodos, madre. —Eres un hombre inteligente, querido. Sé que, no vas a defraudar a tu hermana—dice en tono optimista—Y, da gracias a Dios que tu testaruda posición solo está afectando a tu hermana. Bien podría perjudicar tu lugar frente de la empresa. —¿Me estás amenazando? —Por supuesto que no querido. Solo deseo lo mejor para ti. —Bien. Porque dudo que encuentres a alguien más dedicado y capaz para este puesto. He maximizado el patrimonio desde que me senté al frente de los hoteles Caruso. Eso, no lo olvides. —Y tú. No olvides que hablas con tu madre—replica en tono seco. Maldigo. —Te espero en dos semanas para el cumpleaños de tu padre—es una orden directa. —Hasta entonces— digo antes de colgar. Le doy un golpe a la mesa. Es tono será fácil. Debo encontrar la manera de ayudar a Brisa y salir airoso de lo que pretende mi madre. Las palabras de Lorenzo hacen eco en mi cabeza, pero las descarto rápidamente. Salgo de mi oficina y cuando llego a la salida, mi conductor está listo para irnos. —¿Todo bien, Omar? —Sin problemas—replica antes de cerrar la puerta y conducirme a mi departamento en Brinckell. ⭐⭐⭐⭐ UNA SEMANA DESPUÉS. —Necesito una esposa falsa—digo sin rodeos, entrando a la oficina de Lorenzo. Este, levanta la mirada de su portátil y me mira con la boca abierta. —Cierra la maldita boca—me siento a su lado—Tiempos desesperados, requieren medidas desesperadas. —¿Qué ha cambiado? —Mi madre no ha dado su brazo a torcer. —Entonces, ¿Déjame ver si entiendo? —murmura reclinándose en su silla— Vas a llevar a una mujer que finja ser tu esposa para que así tu madre de su visto bueno —Sí. También la necesito para no perder mi lugar por sus ideas arcaicas. Brisa me había llamado alterada porque, había escuchado a mi madre hablar con papá respecto a que, mi puesto estaba absorbiendo mucho de mi tiempo y me impedía cumplir con mi deber familiar. ¿De verdad? —Me he partido el culo por esta empresa y, no voy a dejar que los caprichos de mi madre me quiten todo lo que he conseguido. —Entiendo—asiente El problema es conseguir a alguien que sea perfecta para el engaño. —Pensé mucho en tus palabras. Sus ojos se abren. —¿Una de las mujeres de Margot? —Sí. Pero necesito que sea una mujer con clase. —No seamos exigentes —rueda los ojos. Extiende la mano y tomo su móvil. —Déjame llamarla y que me envié el catálogo con las mujeres disponible —¿Catálogo? — Jesús. Me froto la cara vigorosamente— ¿En qué me voy a meter? —Quieres salvar tu cuello, ¿Si o no? —Qué más da —susurro—llámala, no es como si fuera a pedírselo a Jazmín. Se ríe el muy cabrón. —Eso supuse. Veo a Lorenzo hablar por teléfono y me parece inverosímil que mi madre me esté orillando a esto. La parte rebelde quiere mandar todo a la mierda y decirle a mi madre que puede obtener mi puesto. Sin embargo, mi lado orgulloso y que piensa que, ha trabajado duro para tener todo lo conseguido, me insta a luchar. No importa cómo. Pero, voy a solucionarlo. —Bien—dice Lorenzo colgando—Me enviará el catálogo en unos minutos—anuncia—Los precios son por días. Pero, como vas a convencer a la mujer que finja ser tu esposa. —Será un negocio aparte —digo en tono seco. —Está demente. —La necesito por un par de semanas. —Y, ¿Después? —Negociaremos para que este a mi disposición hasta la boda. —Eso puede durar meses. Me rio. —Mi hermana solo necesita como máximo tres semanas para organizar una boda —asevero—Brisa sabrá que es una farsa. Ella me conoce mejor que nadie. Va a apurar las cosas. —Eres un demente. —Lo sé. Mira su portátil. —Aquí está—anuncia, antes de darle la vuelta a su portátil—Que comience la búsqueda de la esposa falsa perfecta. Resoplo con disgusto. —Empecemos. Solo una cosa—levanto la mano—No quiero a una que tú hayas contratado. —Que dedicado me saliste. Ni que te fueras a acostar con ella. —¡Vete a la mierda!

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