—Pierre, ven, bebe un poco de té —insistía Clara para que tomara asiento y bebiera la infusión, pero este solo se negaba
—No quiero nada, solo quiero que amanezca pronto y que los incompetentes investigadores digan algo importante sobre la investigación
—Mañana iré a las empresas con tu permiso Pierre y veré como puedo hacer para que sin ti puedan seguir funcionando
—Haz lo que creas prudente Clara, por ahora no tengo mente para nada
—También hable con tus suegros, los gemelos estarán al cuidado de ellos y de las niñeras que les asignaste, justo como como querías
—Que bien, no puedo ver a mis hijos, no así, siento que el dolor me está matando, no sé qué hacer
—Tranquilo, estamos aquí para ti, no estás solo.
Pierre se sentía tan angustiado que salió al jardín, permaneciendo allí sin importarle el frió nocturno. Solo pedía al cielo que Melania estuviera bien y que la pudieran encontrar.
—Franco, debemos encontrarla y saber quién fue tan cruel para hacer esto
—Lo se Clara y créeme que el que esté detrás de este vil hecho es alguien con mucho odio, pero tendrá su merecido cuando lo encontremos.
Esa noche al hacerse presente el dolor y la impotencia en Pierre, abatiéndolo como nunca antes lo estuvo, en otra parte del mundo, Melania se encontraba dormida después de haber sollozado toda la noche.
—¡Vamos, despierta que ya es de día! — Escuche de pronto esa incomoda voz, al haber despertado por completo lo comprobaba, era ese hombre de ayer, el que se hacía llamar Antonio
—Levántate y desvístete preciosa, debes darte una ducha para poder marcharnos
—¿Te quedarás mientras me desvisto?
—Por supuesto que me quedare, pero no te preocupes, no te tocaré a menos que tú lo quieras, ya no repetiré el mismo error que cometí hace mucho contigo. Además, no debo seguir lastimándote, para el sitio donde iremos debes lucir lo mejor posible y aun tienes daño de lo de ayer, así que limítate a obedecer y no me provoques —enfatizaba al aproximarse.