Tapeo y litros

2167 Words
"Siempre es más difícil que te dejen atrás que ser el que se va." Brock Thoene Lucía La convence de tomarse aquel café, Ariadna acepta, bajan del auto, se sientan en la entrada, cerca al ventanal donde pueden ver el transitar de las personas. Lucía adora hacer fotografías por lo que aprovecha el ángulo donde está Ariadna para hacerle varias tomas. —Para Lucía, ¿no ves que tengo el ánimo por el suelo? —Por eso mismo, casi nunca tomo fotos de personas realmente tristes. —Ariadna se cubre el rostro con ambas manos— Esa pose me gusta. A ver otra. —Ya deja de molestar, sabes que no me agrada tomarme fotos donde me veo triste. —Ya deja de quejarte Ary, estás viva, te vas a NY, verás al tonto de Mateo. ¿Qué más esperáis de la vida, joder? —¿Crees que no me pone triste, tener que salir de acá? Son sentimientos encontrados, incluso dejarte a ti, que a veces resultas insoportable. —Vamos, Ary. Nada de tristezas, piensa en todo lo que has hecho para lograr ir hasta allá. No puedes desistir a última hora. —Por eso te soporto, porque siempre que quiero desistir, me tiras de la mano. —se inclina hacia adelante y la abraza— Te quiero un montón. —Yo también te quiero. No os pongáis melancólica, sabéis que no me gusta llorar. ¿Cuándo viajáis por fin? —El lunes. —respondió con un dejo de tristeza —Wtf, ¿el lunes? Pero es muy pronto, ahora creo que si voy a llorar—se aferra a su amiga y llora sobre su hombro, mientras la apreta con fuerza. Lucía y Ariadna siempre habían estado juntas, desde la secundaria, en la universidad. Ambas habían compartido tantos momentos de su vida juntas que más que grandes amigas, eran como hermana. Ahora tener que alejarse una de la otra era realmente difícil para las dos. —Joder tía, me habéis hecho llorar. —se limpia las lágrimas con una servilleta; aunque siempre demostró ser la más fuerte y arriesgada de las dos, Lucía es la más vulnerable y sentimental.— Entonces antes de irte debemos celebrar juntas. Toma ese café, que lo que sale hoy es cervezas. ¡Nos vamos al garito para echáros unos litros!—hace señas al mesonero, saca un billete y lo deja sobre la mesa. Se levantan y salen del lugar, abrazadas y dispuestas a convertir aquella mañana en un lindo recuerdo para ambas. Suben al auto, Lucía conduce rumbo a uno de los bares donde suelen ir los fines de semana. Entran al bar, se sientan en la barra, Lucía pide dos cervezas y brinda con su amiga: —Brindo porque siempre has ido por lo que deseas, siempre que te propones algo vas por ello y me enorgullece ser tu amiga. —¡Salud! Porque aunque no tuve una hermana, Dios te puso en mi camino y te convertiste en esa persona especial que todos deseáis tener a vuestro lado. Entre dos grandes amigas, los tragos y la complicidad son una bomba explosiva. Risas, recuerdos, travesuras juveniles les llena de alegría mezclada con melancolía. —Vamos a bailar tía que es tu despedida. De aquí no salimos sino de gaupasa—la jala de la mano y van hasta la pista. Danzan al ritmo de la musica electrónica, el reggaeton y del flamenco, exhaustas, sedientas regresan a la barra, piden un trago, lo toman de un sorbo y de nuevo a la pista. Transcurren las horas sin que ellas lo perciban. —Sentémonossss —le grita Ariadna, a su amiga. —¿Qué? No te oigo —continúa bailando con la bulliciosa música. Ariadna regresa a su asiento, un poco de cordura llega a su cabeza, saca su celular de la chaqueta, tiene varias llamadas perdidas y un mensaje muy explícito de su jefa “¡ESTÁS DESPEDIDA!” Aquello provoca en ella una risa descontrolada que jamás penso sentir, ríe hasta que le duele el estómago, para ella aquello era el cierre con broche de oro de su imperfecto día. Lucía se acerca a ella, al verla reír de aquella manera no puede sino sumarse a su alegría. —¿De qué…—hace una pausa entre carcajada y palabra— nos reímos, jajajajaja. —Me, me, me botaron ¡Jajajaja! —¿Y por qué te ríes? —Porque era lo único que me faltaba ¡Jajajaja! Ambas ríen sin poder controlarse. Ya un poco más calmadas, piden otro par de cervezas. Es un tanto loco que siempre que de comienza riendo con cervezas, se termina llorando: —Te quiero mucho, Ary, tú eres mi hermanita —llora desconsolada. —Y yo te quiero a ti —se sacude la nariz. —Mejor nos vamos, no me gusta hacer el ridículo en la calle. —Está bien, pero llévame a comer, tengo mucha hambre… —Y yo también —lloran ambas. Salen abrazadas pero está vez buscando sostenerse una en la otra para no caerse. Suben al auto. —¿Estáis segura de que puedes manejar en ese estado? —Ostia tía, que ebria manejo mejor que Michael Schumacher. —responde con la lengua trabada intentando pronunciar el apellido del corredor alemán. —¡Jajajaja! Ya hasta habláis perfectamente el alemán. —¡Jajajajaja! Lucía conduce hasta Johnny Rockets, se sientan en una mesa, piden hamburguesas americanas y gaseosas. —Nada más exquisito que una hamburguesa —comenta con la boca llena Lucía. —Este es el lugar más increible para comer luego de un buen tapeo. Luego de comer, Ariadna le pide a Lucía que la lleve a su casa, está agotada y no ha hablado en todo el día con Akran por lo que para ella, es importante conversar con él, lo del viaje. —¿Me lleváis a casa? Tengo que hablar con este tío, no vaya a ser que se arrepienta porque ando perdida todo el rato. —¡Joder! Pensé que seguiríamos de farra. —Estoy agotada, muchas emociones fuertes en un mismo día. —¡Vale! Te dejo, pero me promtéis que mañana nos vamos para la playa. —¡Vale! Os lo prometo. Media hora después, Lucia deja en la puerta del edificio a Ariadna. Durante ese tiempo, no se habia dado cuenta que en su cartera estaba su documento de identidad. ¿Cómo iba a hacer sin él, para viajar? Como pudo, Ariadna logró abrir la puerta del edificio y se sentó en las escaleras. No podía creer que aquello le estuviese pasando. Todo habia sido perfecto, excepto por lo de su ID y las enormes ganas que tiene de vomitar. Se levanta y piensa subir, pero no llegaría a tiempo, aún faltaban dos pisos, prefirió abrir la puerta y vomitar en la jardinera. —¡Joder! Que no hay nada peor que vomitar hamburguesas. —se limpia con el antebrazo la boca, y se quita el cabello de la cara. Ariadna no sabe si aquello es una alucinación o realmente está volviéndose loca, pero justo, enredada entre las macetas, está su cartera, la toma, revisa, ya no tenía el dinero, eso si sería un milagro, abrió el cierre del bolsillo interno y pudo enconttar su ID. Aquello era un milagro, sí lo era. Ariadna entró nuevamente, subió hasta su apartamento, aún sentía el sabor amargo de la bilis. Se desvistió y se metió a la ducha, necesitaba refrescarse y que se le pasara un poco el efecto del alcohol. Sintió el agua en el rostro, y la invadió la melancolía, tenía que irse de aquel lugar, abandonar su vida ¿Valía la pena, todo lo que estaba haciendo? —Mateo por qué no apareces y me devuelves la calma —dijo en voz alta como discutiendo con la regadera. —sintió enorme ganas de llorar, se sentó en la bañera y dejó que el agua limpiara su tristeza. Minutos después, salió de la ducha, se puso su camisón de algodón y se sentó con una taza de café en la mano. Era poco más de las 9:00 de la noche, por lo que posiblemente Akran estaría durmiendo. Aún así, entró al chat, tenía algunos mensajes suyos. Le respondió tardíamente, por lo menos los leería al despertar. Mas, parecía que estuviese esperando su respuesta porque inmediatamente se conectó y le respondió. Ariadna se disculpó con él por no haberle respondido a tiempo y le contó sobre el incidente en la librería y sobre su encuentro con su amiga, mas sin lujo de detalles. No necesitaba que él pensara que era una alcohólica o que no era una “buena mujer”. —Te ausentaste todo el día. Pensé que ya no querías conversar conmigo. —No tenéis que pensar de esa manera. Estaba con mi amiga, ella ya sabe que debo viajar y pues no quería dejarla sola. —Entiendo, pero ¿cómo hago para no extrañarte? ¿Tú no me extrañaste? —¡MUCHO! —dijo exagerando, aunque sí, en instantes, mientras tomaba con Lucia, pensaba en como sería verlo en persona. Akran era un hombre atractivo y sensual, ella se había masturbado pensando en él. Sin haberlo visto, podía imaginar sus besos, a pesar de todo era un excelente prospecto y la trataba de forma cariñosa en sus mensajes. —Me hace feliz, saberlo. No sé cuál sea mi reacción al verte, pero quiero que sepas que por una extraña razón, siento que será especial. Ella no contesta, se estaba quedando dormida, cabeceando mientras conversaba. Se espabiló de pronto y solo respondió. —¡OK! —¿Estás ocupada? —No, no, con algo de sueño, un poco agotada. —Te dejo entonces, espero descanses y sueñes conmigo. Ariadna rió, ¿Soñar con él como el sueño anterior? Era lo que menos quería. —Igualmente, espero que sueñes conmigo. —Eso ya lo he hecho, desde el primer día que conversamos. —¡Whoa! No sé si ruborizarme o asustarme. —¿Por qué lo dices? —Pues ostia tío, es joda. No te lo tomes en serio. Descansa Akran. —Igualmente mi princesa virtual. Los días siguientes, Lucía estuvo acompañando a su amiga; la dueña de la librería le había transferido el pago de los meses que trabajó con ella. Por lo que esa tarde, un día antes del viaje, fueron de compras. —Tenéis que comprar ropa íntima nueva, no podéis llevar esa ropa con remiendos, ni vieja. —Pero no tengo tanto como para comprar un conjunto para cada día. Además tampoco sé si quiera estar con él, recuerda que voy es por Mateo. —'¡Que no te pispas del cielo que tenemos!' —Sí, me pispo, es guapo pero joder, amo a Mateo. —Tienes que estar segura de lo que harás. Ese hombre va a querer probar la mercancia que pagó. —No habléis de esa forma. Me hacéis sentir como un objeto. —Tu objetivo es ver a Mateo, y para ello, te metiste en esto, tía. Es un hombre joder, quieras o no, vas a tener que estar con él. —No quiero que hablemos de eso, ¿vale? Compraré uno o dos por no dejar. Lo único que quiero es estar allá y ver a Mateo, por el hice todo esto. —Yo de verdad, espero que valga la pena, aunque si lo ves de forma positiva, conocerás a ese majo y viajarán a New York. Que más da lo que pase luego. —Mejor apuremonos, tengo que hacer la maleta. Lucía sonríe a pesar de que muy dentro está triste, su amiga se iría lejos y si Mateo realmente la estaba esperando, quizás no volvería a verla. Nunca fueron muy amigos ella y él, siempre le pareció muy poco hombre para su amiga, pero eso era algo que ella no podía decirle. Sabe que cuando se está enamorada, no se ven los defectos del otro. Ella tiene un postgrado en fracasos amorosos. Luego de las compras, cenan pizza y regresan al apartamento de Ariadna. Verla recoger sus cosas, le pone el corazón como pasa de panetone navideño. —Te extrañaré mucho, Ary. —Y yo a ti. Seguiremos en contacto. No me hagáis esto. —la abraza con fuerza.— Voy a dejarte a Lola. —¿Lola? ¿Quién es Lola? —Mi guitarra. Ella te acompañará cuando yo no esté. —Joder que le habéis puesto nombre a tu guitarra. Y lo peor es que no me habéis invitado al bautizo. —¡Jajajaja! —Ariadna ríe con las ocurrencias de su amigas, no imagina que Lucía solo evita enfocarse en aquella triste despedida. —Voy a quedarme con Lola, solo porque sé que volverás a tocarla estando conmigo. Lucía abraza a su amiga, ya no se pudo aguantar, el amor y la tristeza nunca se pueden ocultar por mucho tiempo porque ambas se reflejan en los ojos de quien lo siente.
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