Casada con el CEO, sin amarlo

Una señal

"La mentira es un triste sustituto de la verdad, pero es el único que se ha descubierto hasta ahora."

Elbert Hubbard

Después de conversar con Aminah, Akran regresa a su apartamento, se recuesta, toma su celular y le envía un mensaje a Ariadna. Ella no está conectada; mientras espera una respuesta, contempla la belleza de la chica, su rostro es delicado y sus facciones finas. Sin embargo, hay en él cierta curiosidad ¿por qué buscar una relación con un desconocido? Se pregunta a sí mismo. Él tenía razones para hacerlo, ¿ella cuales tendría? Justo en ese momento le llega un mensaje de Ariadna.

—Hola, ¿Cómo habeis pasado tu día?

—Realmente, pensando en ti…

—Whoa! Entonces debeis andar con un dolor de cabeza.

—¡Jajajaja! ¿Tan mala eres?

—No, por el contrario, excesivamente buena. ¡Jajajaja!

—¿Qué haces en este momento?

—Pues, hacia llorar a mi guitarra con algunas canciones.

—¿Tocas la guitarra? ¿Cantas?

—Digamos que la obligo a sonar y bueno canto en la ducha y pues cuando lo hago termina yéndose la luz. (Emoji carcajada)

—¿Si te pido, me cantas algo y me lo envías por audio?

—¡Uff! Haré lo que puedas, no te vayais a burlar de mí, ¿Vale?

—¡Lo prometo!

Ella toma la guitarra, aclara su garganta, bebe un poco de agua de la jarra que siempre deja al lado de su cama. Piensa en un tema que le guste y que pueda gustarle a él, también. Escoge entonces “One of us” de Joan Osborne y comienza a grabarlo para enviárselo a Akran. Graba apenas una primera parte y el coro de la canción y se lo envía.

Al recibirlo, Akran imagina encontrarse con algo común, sin mucho que esperar. Cuando escucha el audio queda sorprendido de la manera en que ella no solo interpreta aquel tema, sino como toca la guitarra, siente la piel erizarse cuando ella canta el coro:

What if God was one of us?

Just a slob like one of us

Just a stranger on the bus

Tryin' to make his way home?

—Realmente cantas maravillosamente bien. Me has hecho estremecer con ese tema.

—¿De veras te ha gustado?

—Sí, eres muy buena de verdad.

—Gracias por ese cumplido.

—A principios de semana, compraré tu boleto. No aguanto las ganas de verte.

Aunque se cubre la boca para no gritar de emoción; da saltos, sobre la cama, de alegría.

—Bien, estaré preparándome para ese momento.

—Te dejo, solo por algunas horas para que descanses.

—Gracias, igualmente sueña con los angelitos. Hasta mañana.

Ella deja el teléfono sobre la mesa de noche, su corazón late con fuerza, pronto estará en New York, pronto volverá a ver a Mateo. Danza de felicidad… de una felicidad momentánea porque su amor, su gran amor ya no está disponible.

Durante esa noche ambos permanecen con insomnio, mientras Akran escucha aquel audio a cada momento, ella no deja de pensar en Mateo. Imagina su reencuentro, sus besos y la felicidad de estar nuevamente juntos. Mateo era la razón de su vida, por él era capaz de todo, hasta de utilizar a un hombre como Akran para poder estar con su novio de siempre.

Akran por el contrario siente un poco de remordimientos por tener que mentirle a Ariadna sobre sus verdaderas intenciones. No se trataba de tener la herencia de su abuelo, sino de no permitir que aquella mujer, Sarah, se quedara con todo lo que su abuelo había logrado tras años de lucha y trabajo. Finalmente se le escapa un bostezo, se voltea y duerme.

La emoción de Ariadna es tanta, que al ver que pronto serán las tres, decide acostarse, debe cumplir con su trabajo como empleada de una librería que queda cerca de su apartamento. Con eso ha podido costearse sus gastos básicos: renta/comida, de cada mes. Durante las pocas horas que logra dormir, tiene un sueño algo particular. En él se ve llegando a un apartamento, es recibida por Akran, quien emocionado la recibe con un beso, la invita a pasar, ella entra con algo de desconfianza, es un lugar gigante, con muchas cosas de lujo, grandes lámparas colgantes y una escalera muy alta, ella comienza a subir lentamente, pero algo le dice que es mejor no continuar subiendo, ella voltea hacia atrás y allí está Akran parado, sonriendo. Ella continúa subiendo las escaleras, hay dos pasillos. Ariadna toma hacia el lado derecho, abre la puerta de una única habitación y se encuentra con Akran acostado, sonriéndole nuevamente y pidiéndole con la mano que entre, mas ella no entra. Se regresa y va al lado izquierdo, otra puerta de una habitación. Ella abre y frente a ella sobre una cama está Mateo, abrazado con una mujer. Sobresaltada despierta con el corazón agitado. Aquel sueño le provoca un extraño escalofrío.

Dicen que los sueños son parte de nuestros miedos, Ariadna trata de creer en ello, las palabras de Lucía estaban gravadas en su mente.

Pero, también hay quienes aseguran que en un sueño, puede haber algunas premoniciones.

Ariadna observa la hora en su despertador, aún faltan algunos minutos para sonar. Da algunas vueltas para tratar de dormirse nuevamente, pero no logra hacerlo. Prefiere entonces, levantarse y darse una ducha fría que logre despertarla por completo. Aquel sueño la dejó un tanto aturdida e incluso bastante agotada. Son pocas las veces que ella soñaba o que recordaba haberlo hecho, pero cuando eso ocurría, ella despertaba muy cansada, como si no hubiese dormido nada.

Se prepara un café, algo cargado, toma una taza. Se coloca un jeans prelavadl, un suéter a rayas rojas y negras, y sus converse negros favoritos. Mira desde la ventana, el tiempo algo nublado, toma del guardarropas una chaqueta para el frío, el pronóstico de su día anunciaba tempestad de emociones.

Salió del edificio, caminó un par de cuadras, sacó las llaves y abrió el local. Fue hasta la parte de atrás, encendió la cafetera para calentar el café, necesitaba otra taza de café que terminará de subir a 100% su energía. Desde allí, vio entrar a un chico, sirvió la taza aun sin calentar y caminó hacia el mostrador para atenderlo.

—¿En qué puedo ayudaros? —preguntó con amabilidad, pero el joven no pareció escucharla. Ella volvió a hacerle otra pregunta en un tono más alto. —¿Necesita algo?

El joven volteó, fingió no oirla, quitándose la capucha del suéter hacia atrás y sacando uno de los audífonos.

—Buenos dias, ¿necesita que lo ayude?

El joven algo nervioso, sacó de su sudadera un arma y la apuntó.

—Quiero que me des todo el dinero que tengas en la caja —sacó de si bolsillo una bolsa de papel doblada y se la entregó para que la llevara.

Ariadna estaba nerviosa, no sabía cómo hacer para explicarle a aquel joven que apenas estaba comenzando la jornada y no tenía el dinero. La mano que sostiene el arma, está temblorosa por lo que el novato, trata de controlar sus nervios sujetando con su otra mano, la muñeca.

—Dije que me des el dinero, joder.

—Por favor, cálmate, apenas acabo de abrir no he hecho ni un puto euro —abre la caja registradora para que el chico corrobore que no le está mintiendo— pero si quieres puedo buscar mi cartera y te fot lo que tengo, ¿vale?

—Muévete y no intentes pendejadas por que te descargo la pistola.

—No haré nada, te lo juro. Mira ve, no tengo nada —camina de espaldas al pasillo para no hacer algo que pueda ponerlo más nervioso, entonces, lo inevitable. Toma la cartera y se la entrega al chico.

El joven la agarra con fuerza, arrebatandósela. Aún así lanza un disparo y ella cae detrás del mostrador desmayada, abre lentamente los siente el liquido frío sobre su pecho.

—¡Joder! Me voy a morir y justo cuando iba a ver a Mateo, de pronto mira hacia el lado, la taza de café está en el piso, se incorpora lentamente y ve la mancha marrón en su camisa. Se queda allí unos minutos tirada, pensativa.

¿Aquello era una señal, debía irse de allí? Se pregunta a sí misma. Se levanta, llama a Lucía para que vaya por ella. Cierra el local y minutos después Lucía la recoge en su auto.

—Creo que no es mi día. Necesito relajarme, casi me mata un tío por cien euros.

—¡Oh mi Dios! Trata de calmarte, vamos a la cafetería y conversamos.

—No, no, no. Esto debe ser una señal de que debo dejar de beber café.

—No exagereis es solo un día de esos en que más vale quedarse dormida.

Ariadna recuerda su sueño. No sabe que era peor, aquel susto o saber que Mateo la engañaba hasta en sus sueños.