- Entonces ¿Cuántos años tienes? – levanto la vista de mi comida y observo algo confundida al hombre frente a mí.
- ¿Para que necesitas saberlo? – no tengo ningún problema por decirle, solo que el primer día no parecía interesado sobre mí, luego llegué ayer y era todo desconfianza, siento yo, que es normal cuestionarle.
- Solo quiero saberlo, conocer a quien me salvó – suspiro y decido dejar de insistir sobre todas las dudas que están pasando por mi cabeza ahora mismo, no tengo tiempo para eso.
- Veintiocho ¿y tú? – doy otro mordisco al sándwich y debo decir que está delicioso, hace mucho no tomaba desayunos decentes, pero no tengo ninguna queja al respecto.
Este hombre puede ser cualquier cosa, pero entre ellas, es que es buen cocinero. Quien diría que un tipo con tanta pinta de “chico malo” cocina delicioso.
- Treinta y dos ¿por qué vives sola? – frunzo el ceño antes de suspirar y ponerme de pie. No quiero volver a llegar tarde, así que para recompensar lo ocurrido ayer, hoy llegaré antes. No quiero estar escuchando regaños de Burges.
- Porque sí ¿necesitas que te traiga algo más hoy? Volveré a pasar por la tienda – necesito un vino, y algo de jugo, quizás también compre yogurt.
- ¿Por qué no respondes? – vamos, que es intenso y a mí con la gente así no me va ni un poquito.
- Porque es mi vida y yo decido que contar y que no, siéntete satisfecho con que yo no te pregunto nada, no exijas que yo te dé respuestas – por el rabillo del ojo lo observo y otra vez tiene esa mirada calculadora.
Creo que, en lugar de un hombre, recogí un gato arisco que aun cuando lo alimenté, está preparado para arañarme a la primera señal de que vaya a lastimarlo.
Quien nos viera, podría decir fácilmente que entre los dos yo soy quien corre peligro, pero supongo que, si lo veo de otra forma, puedo sentirme alagada al saber que no me está subestimando.
Así de linda soy, que busco los lados positivos de las cosas cuando tengo todo el derecho de molestarme y botarlo a patadas de mi casa.
Pero no lo haré, todavía se pueden abrir sus heridas y sería un peligro que las personas que le hicieron esto vuelven por él. Según tengo entendido, las personas malas se encargan de sus trabajos al pie de la letra y confirman un par de veces antes de dar por sentado las cosas.
Al menos, eso supe que pasó con mi hermano.
- Lo siento, encanto, tienes razón, solo me pone inquieto no manejar mi situación actual, espero lo entiendas – sí, sé que no es un pobre hombre que solo se equivocó, él es algo más, tampoco luce como un estúpido que solo se metió en malos pasos por codicia o curiosidad, creo que ni siquiera por necesidad.
Él es algo más, y no estoy segura de querer saberlo. Lo único que haré es terminar de cuidar de él y después, podrá seguir con su vida, y ojalá no volver a encontrarlo, al menos no como la segunda vez.
- Sí, entiendo la paranoia – tranquilamente recojo mi chaqueta, esta vez también me pongo una bufanda porque está haciendo mucho frio últimamente.
- No estoy paranoico, estoy siendo cuidadoso – me encojo de hombros, realmente me da igual el término que utilice.
Veo un par de mensajes de Jessica comentando algo sobre un treinta y tres doce, me aterra pensar qué clase de situación puede hacer que esa Barbie antipática me pida ayuda cuando es tan orgullosa.
- ¿Seguro que no necesitarás nada? – pregunto otra vez con un poco más de apuro. Me preocupa asumir que la emergencia está relacionada a Violett.
No es porque ella sea débil, solo pienso que, en casos extremos, como, por ejemplo, que seamos golpeadas o heridas, Jess y yo lo podríamos manejar mejor, pero Letty es muy dulce para este cochino mundo.
- ¿Pasa algo, encanto? – al notar que ya dejó de darme esa mirada que me ponía incomoda y ahora luce preocupado, yo bajo los muros. Sí él no está a la defensiva, yo tampoco lo estaré.
- No estoy segura, primero tengo que llegar al hospital y ahí sabré ¿entonces…? – niega antes de darme otra sonrisa coqueta de medio lado.
- Estoy bien, muchas gracias, cualquier cosa puedo llamarte ¿cierto? – asiento, ya antes le anoté mi número de celular en un papel – Espero que tengas un buen día, encanto – no diré nada en contra del apodo que no deja de repetir, incluso me hace pensar que olvidó mi nombre.
- Igual, buen día y no hagas esfuerzo, será malo si se abren las heridas – se acerca y besa suavemente mi mejilla.
- Ve con cuidado – asiento con una pequeña sonrisa y sigo mi camino cambiando mi gesto a uno más serio, hasta diría que voy con mala cara.
No quiero que nadie me hable ni me detenga, necesito llegar lo más pronto posible y más le vale a esa tonta Barbie que Violett esté bien.
****
- Bien ¿qué pasó? – me cruzo de brazos frente a las dos mujeres que senté apenas les puse el ojo encima. Al menos físicamente, Violett está bien.
- Díselo – la Barbie se cruza de brazos y voltea a la castaña, que parece encogerse en su asiento. Seguro que, si se ve por fuera la escena, parece que la intimidamos.
- Tuve un sueño – cierro los ojos con fuerza. No es primera vez que mi linda Letty llega diciendo que los sueños son señales. No digo que no, a veces si le ha funcionado, pero otras no, y algo me dice que esta vez es una de las que no salen bien.
- ¿Puedes creer lo que dice? Que por un sueño – la señala Jessica interrumpiéndola.
- No, Jess, no sé qué le dijo el sueño, deja que termine de hablar – la regaño – Por favor, continua – le pido amablemente, ya confirmando de antemano que no me gustará.
Puede que choque mucho con Jessica, pero normalmente nuestras opiniones coinciden, entonces es seguro que, si a ella no le agradó, a mí tampoco me gustará.
- Voy a declararme, le diré a Bruce que lo amo – si fuese alguien torpe, seguro me iría para atrás. Pero yo no soy del tipo que va por la vida tropezándose y cayendo.
- Violett, hermosa, me encanta verte tan ilusionada, y si, el tipo es atractivo – dice la Barbie con una mueca de asco que me hace querer reír. Bruce es atractivo, pero definitivamente eso no es en lo que nos fijamos – Pero es mala persona, mal doctor, y no necesito tocarlo para saber que es mala cama, confía en mí, sé de estas cosas y yo quiero lo mejor para ti.
- Él no es mal doctor – bueno, definitivamente no lo es porque no estaría ejerciendo, al menos no bajo el mando de Jason Burges – Solo no obtuvo las mejores notas en prácticas, pero sabes que la inteligencia es más que una calificación – lo defiende con las mejillas sonrojadas y quiero apretárselas después de prohibirle declarársele.
Pero todas aquí somos adultas pensantes y responsables de nuestros actos, y por mucho que queramos apoyarla y evitarle malos ratos, ella es la única que tiene poder sobre sus decisiones.
- Eh, sí, la inteligencia si es una calificación, ese tipo reprobó anatomía, estoy segura que no sería capaz de identificar un deltoide ni aunque lo golpeara en la cara – veo como Violett se ofende y abre la boca. Esto no será lindo.
- Por supuesto que sabe lo que es un deltoide, y solo lo reprobó una vez, es normal, muchas personas reprueban alguna materia de vez en cuando, lo importante es aprender de los errores – ella tiene un corazón más grande que el continente, pero me mantengo callada y las veo discutir.
- Pues yo soy muy normal y nunca lo hice, tampoco tú, consíguete a alguien que te merezca – suspiro un poco cansada mentalmente y acerco una silla para sentarme frente a ellas. Al menos estoy tranquila porque me quedan diez minutos antes de que comience mi turno.
- ¡Yo elijo a quien me merezco y lo elijo a él! ¿no dijiste que podría tener al hombre que quisiera? – bueno, no es lindo tener una discusión, pero siempre que Violett pelea me hace sentir orgullosa.
Creo que porque la mayor parte del tiempo es muy sumisa y termina siguiéndole la corriente a los demás aun cuando no quiere hacerlo, entonces, me hace feliz ver que pelea por sus gustos y opiniones.
Aun así, sigo sin estar de acuerdo en que se le declare a ese patán, pero como mencioné antes, nosotras ni nadie más puede imponerle que o no hacer. Igual no pienso frenar esta discusión.
- ¡Sí! Pero me refería a un buen hombre, con mucho dinero y que no ande de falda en falda, estoy segura que él ha tocado más v*****s que Rogers – tapo mis labios para no reír. Amelie Rogers es una amable mujer en sus cincuenta especializada en ginecología.
- ¡No es cierto! Y si vamos al caso, tú también has tocados muchos… muchos… - se pone tan roja que me pregunto si está respirando.
- ¡p***s! Decir la palabra no es un pecado, Violett, dios no te castigará por decirlo – dice con molestia – Y sí, he estado con muchos hombres ¿y qué? Soy una mala opción para mantener una relación, no soy fiel, me aburro rápido y me gusta el sexo casual, pero no hablamos de mí, sino de ti queriendo tener una relación con alguien igual a mí – sí, bueno tiene razón.
- ¡Eres una… una…! – comienza Violett tan roja como un tomate - ¡Una puta flaca! – Jess se echa para atrás sorprendida, Letty cubre su boca como si no creyera lo que acaba de decir, y yo me caigo de la silla por la risa.
Eso fue totalmente inesperado.
- ¡Hey! calma tu culo gordo – a duras penas me enderezo limpiando mis lágrimas. Eso definitivamente no lo esperaba.
Me cuesta un poco recuperar la respiración, y cuando lo hago, noto a Letty con los ojos cristalizados y a Jess entrar en pánico.
- No, no, tener el culo gordo no está mal, al contrario, esa es la moda, todas quieren tener un culo enorme, no llores – acomodo mi silla otra vez y todavía riendo un poco, las observo, ignorando las malas miradas que me dirige la puta flaca.
- Lo-lo siento, yo no quise – Jessica se lanza a abrazarla y a consolarla mientras yo las veo con una sonrisa. Sí, fue buena idea llegar temprano, no me arrepiento, y después de esto Violett se declare o no, yo me sentiré satisfecha.
La última vez que la escuché insultar fue de una manera lamentable, me llena de orgullo haberla escuchado enfrentar de esa manera a la Barbie aun y cuando ella es la que terminó llorando. Se está haciendo más fuerte.
- ¡Y tu deja de reírte y di algo de una buena vez! – escupe Jess aun abrazando a Letty y viéndome con mala cara.
- Violett, eres una adulta, puedes hacer lo que quieras, nosotras como tus amigas solo queremos lo mejor para ti, y si te decimos que no estamos de acuerdo en que estés con él es porque hemos visto innumerables veces que es un mal hombre y no te valorará como te lo mereces, pero si aun sabiendo eso quieres hacerlo, adelante, aquí seguiremos nosotras.
Letty me observa con sus ojitos de perrito lastimado y se lanza a mis brazos, por otro lado, Jessica parece que también se quiere lanzar sobre mí, pero con un objetivo menos amigable.
- ¿Es en serio? Tanto que hemos luchado contra esto y tú la apoyas – me encojo de hombros.
- Ella puede tomar sus propias decisiones, así como tú, y no veo a nadie diciéndote que es inmoral o algo por el estilo, estar con tantos hombres en lugar de tener una relación seria y crear una familia cuando estás tan cerca de los treinta – aprieta sus labios antes de voltear a otro lado y permanecer callada.
Sabemos que tengo razón.
- Pero eso sí, si veo que él te hace daño y tú sigues con él soportando cualquier cantidad de cosas, yo misma me encargaré de alejarte de ese hombre y hacer que lo despidan – digo con serenidad.
- ¿Puedes hacer eso? – voltea rápidamente la puta flaca con curiosidad, lo que me hace pensar que tiene a alguien que quiere sacar de aquí.
- Sí, soy la favorita de Burges, seguro que si me invento una buena excusa lo hace – no es por alardear, pero ya conozco a su esposa y lo he escuchado decir que soy la mejor de su sección.
- Bien, me alegra saber eso – y sin más, se levanta y se va a no sé dónde con esa aura misteriosa. Ya después nos contará.
- Gracias por apoyarme – escucho bajito desde mi pecho.
- Él tampoco me agrada y apoyo bastante la opinión de Jessica, solo estoy confiando en tus decisiones, igual sabes que nosotras estaremos para ti y te escucharemos ¿bien? – asiente con un pequeño puchero antes de apretarme más fuerte entre sus brazos.
Ah, crecen tan rápido.