Almas Gemelas VI

Todo será diferente

ALICE

Antes de que la bomba estallara...

Y solo esas tres palabras bastaron para que yo, Alice Cooper, creyera nuevamente en él, creyera en sus estúpidas palabras, en sus estúpidos sentimientos y mi corazón le diera una nueva oportunidad. Oportunidad que por supuesto mando al carajo a la primera oportunidad y yo, ciega, como siempre, creí que de verdad había cambiado, cuando solo fingía haberlo hecho.

—¿Por qué no lo dijiste antes? —pregunte un poco aturdida— ¿estás hablando en serio?, o solamente lo haces porque me viste a lado de otro hombre, de verdad entenderé si…

—Alice, estoy hablando completamente en serio, por favor, no dudes de mis palabras, sé que tienes tus dudas, pero te aseguro que esta vez, será completamente diferente, ya no buscaré a nadie más, solo tú serás la dueña de mi cama, ¿comprendes? —sonreí como tonta, porque este hombre tiene una labia impresionante— te juro que no habrá nadie más, excepto que tú.

—Andrew, espero que estés hablando completamente en serio, porque esta es la última vez que te perdono, ya no habrá otra oportunidad más, ¿entiendes? —trato de besarme, pero me aleje, es indispensable que comprenda que estoy hablando muy en serio.

—Te aseguro que he comprendido a la perfección, ahora —me tomó de la cintura y me acercó a él— ven para acá, no tienes una idea de cuánto te extrañe, no sabes las noches que pase en vela imaginando que alguien más tocaba tu suave piel —con la mano que tenía libre, comenzó a tocarme suavemente— que alguien más besaba estos dulces labios —con su pulgar dibujo el contorno de mis labios— que cualquier imbécil se encontraba entre tus piernas, escuchando esos gemidos que solo me pertenecen a mí —bajo su mano lentamente hasta mi entrepierna, ni siquiera me di cuenta la hora en que mi vestido ya no me cubría las piernas, el calor de su mano se sentía demasiado bien, a pesar, de solamente estar tocando por encima del tanga.

—Andrew… —intente detenerlo, pero al carajo, ahora solo pensaba con el coño.

—¡Vamos Alice!, sé que quieres esto tanto como yo —no pude hacer nada más, comencé a besarlo y desabotonar su camisa, el de inmediato me ayudo con el cierre del vestido, una vez que le quité la camisa, seguí con el cinturón y el pantalón, de inmediato toque su polla y el siseo en cuanto sintió mi mano.

Mi vestido cayó a mis pies, la única prenda que me cubría el cuerpo era una diminuta tanga, como con ese vestido no necesitaba sostén, pues no me había colocado ninguno. Andrew retrocedió un par de pasos y me miró de la cabeza a los pies, disfrutando de la vista, se lamió el labio inferior y me miró a los ojos, pude notar el deseo en ellos. De pronto bajó sus manos y de una se quitó el bóxer.

A pesar de haber pasado muchas noches con él y saber exactamente lo que me esperaba, el verlo, aun así, me causaba cierto… conflicto, además, de que hacía semanas que no lo veía tal y como Dios lo trajo al mundo.

El mirar, su enorme falo, de nueva cuenta, me dejo totalmente embobada y ahora quien no podía dejar de mirar era yo, sonreí de medio lado y me mordí el labio, en seguida miré a Andrew y supo lo que estaba a punto de hacer.

—Alice, no es necesario que lo hagas, de verdad, no quiero obligarte a…

—Pero esta noche yo si quiero hacerlo —me coloque de rodillas y con el dedo índice le pedí que se acercara, por supuesto que él no tardo ni un segundo en obedecer mi orden.

—¿Te encuentras completamente segura? —asentí y él se acercó más.

Entonces tome su falo con mi pequeña mano y comencé a bajarla y subirla lentamente, acerqué mi boca y saque la lengua para que solo tocara la punta, volvió a sisear y sonreí, porque sé que iba por buen camino. Me atreví a meter un poco más y un leve gemido salió de lo más profundo de su ser.

—Alice, sigue como hasta ahora, lo estás haciendo perfecto cariño.

Ahora, ya envalentonada por sus palabras, use mi lengua un poco más, sé que parezco una mojigata, pero he visto un par de videos porno para saber un poco sobre lo que tengo que hacer a continuación.

Trate de no volver el estómago, sé que no sería una tarea sencilla, pero en este momento, todo lo valía. Metí su polla un poco más dentro de mi boca y las arcadas no se hicieron esperar, Andrew trato de detenerme, pero no paré. Mi mano, al compás con mi boca, bajaba y subía, sé que le gustaba lo que le estaba haciendo porque su respiración, además de sus leves gemidos, lo delataban. Entonces tomo mi cabello y lo enrollo en su mano, para el poder guiarme a la velocidad que necesitaba.

Comenzó lentamente, hasta un punto en el que estuve a punto de detenerlo, pero no quería arruinar el momento, por ello aguanté hasta que él se detuvo. Sé que aún no terminaba y no entendía por qué se detuvo, quizá hice algo mal y no me quiso avergonzar, pero para nada era eso. Me ayudo a levantarme y en cuanto lo hice me beso apasionadamente.

—Lo hiciste demasiado bien para ser tu primera vez —dijo, una vez que terminó el beso— pero ahora es mi turno.

Me cargó y yo lo abracé con mis piernas a la altura de su cintura, mi cuerpo se encontraba apresado contra su musculoso cuerpo y una pared fría. Volvimos a besarnos con desespero, mientras nuestra agitada respiración inundaba cada rincón de esta habitación, después colocó sus manos en mi culo y me llevo cargando hasta un mueble para poder quedar sentada sobre este, acto seguido, fue su turno de arrodillarse frente a mí.

—Abre las piernas para mi cariño —ahora, se habían invertido los papeles, era yo quien obedecía sus órdenes sin rechistar.

Las abrí de inmediato, mi centro chorreando, fue el elemento que Andrew esperaba ver. Comenzó pasando su lengua por mis piernas, sé que solo me estaba provocando cada vez más, pero tengo que admitir que esta parte juguetona de él me encanta.

Siguió con sus provocaciones, hasta que finalmente su lengua toco esa pequeña protuberancia que tanto necesitaba atención. Eché mi cabeza hacia atrás en cuanto sentí su lengua deslizarse de arriba abajo, abrí aún más mis piernas para darle un mayor acceso.

Mientras introducía su lengua lo más dentro posible, con su pulgar tocaba ese pequeño botón que podía hacerme sentir el mayor placer que una mujer puede desear. De pronto comencé a sentir un leve calambre que iniciaba a recorrerme desde la punta del pie y mientras Andrew seguía haciendo tan bien su trabajo, este iba en aumento, lo tome por el cabello para que no se despegara un solo momento, pero de un momento a otro, simplemente se detuvo. Se levantó en toda su altura y me di cuenta de que su falo no había perdido ni una pizca de su dureza, sino al contrario, se veía más imponente.

Y en un solo movimiento, se introdujo dentro de mí. Ambos nos miramos, él esperó un momento para proseguir y con un solo gesto le pedí que continuara. Retomó sus movimientos, pero ahora con su enorme falo llenando mis entrañas y su pulgar de nuevo en esa pequeña parte de mi cuerpo que tanto placer me puede proporcionar. Sé que ambos no tardaríamos más de lo debido, así que coloque mis brazos hacia atrás para poder sostenerme arqueando al mismo tiempo mi espalda.

Andrew se movía rápidamente, mis gemidos era lo único que podía distinguir, pero sinceramente no me importaba, todos estos meses sin él a mi lado, habían sido una verdadera tortura y obvio que estaba disfrutando cada nueva sensación.

De pronto ese calambre llegó nuevamente a mí, pero ahora con mucha más intensidad y esta vez no hubo nada ni nadie que lo detuviera, sino todo lo contrario. Sus movimientos eran cada vez más rápidos, mis gemidos se hacían más fuertes y le pedí que no se detuviera, ese calambre finalmente llegó hasta mi centro y no pude evitar retorcerme de placer.

Poco tiempo después, Andrew se detuvo, ambos con la respiración demasiado agitada, pero a pesar de su cansancio, él me volvió a cargar, se sentó en un sofá que ni siquiera había notado que se encontraba allí y nos quedamos ahí descansando un momento.

—Gracias por confiar de nuevo en mí, te prometo que no te arrepentirás —asentí y cerré los ojos, pensando en las palabras que acababa de pronunciar y en cómo, a partir de ahora, todo sería diferente.