Narra Eva.
Sonreí mientras salía del auto. Finalmente estábamos de regreso y nunca había estado tan feliz de ver nuestra casa en la colina. Tobías rodeó el auto y me acercó a él.
—Lo hicimos. Dios, no pensé que lo lograría—comente.
—Sí, pero sé que te cabreó—respondió. Bese sus labios mientras él me pasaba las manos por el culo. Estaba muy consciente de que no estábamos solos. Sus guardias patrullaban por todas partes.
—Alguien nos vera—dije.
—No, no lo harán. Saben mirar para otro lado —me respondió.
Negue con la cabeza y reí.
—Espero poder acostumbrarme a eso—dije—. Aunque dudo que alguna vez lo haga—agregue.
Apretó mi trasero aún más fuerte.
—Vas a necesitar acostumbrarte. Este es quien soy. Lo que hago—dijo.
—¿Leíste a mi tío? ¿Alguna señal? ¿Cualquier cosa?–pregunte poc
