Capítulo Cuatro.

1847 Words
Capitulo  Cuatro. Cuando la puerta se cerró tras su espalda, entonces ya no hubo manera de regresar el tiempo atrás. El sitio era de una elegancia que no había conocido en su vida. Hacia donde miraba reconocía celebridades de renombre con mujeres que sabía no eran sus esposas.  Hasta el aperitivo era algo que no había probado en todos sus años.  Los suelos eran de grandes planchas de mosaico con detalle en color rojo y n***o. Las paredes eran de color marfil y sus ventanas tan altas que llegaban al techo.  Las cortinas eran de color rojo, las mismas que hacían juego con el suelo, pero lo que más llamaba la atención, que lograba fascinarlo era la araña, de luces, en color n***o que caía del techo. Tenía una majestuosidad que no había visto en otra. Realmente le sorprendía cada espacio de ese sitio. El “escenario” era un círculo, cuya en toda su circunferencia, en medio de cada ventana, se podía ver, de un lado puertas negras y del otro rojas. Clara le explicó que cada una llevaba a una “sala de juegos” donde cada pareja podía elegir si tener sexo simple, con juguetes, utilizando maquinarias, dejándose ver ante desconocidos, participar en orgías o simplemente pasar por cada una a ser participe pero solo en observación, como si se tratará de una película condicionada que podía ver la grabación en vivo y en directo. -          ¿Te gusta lo que ves? – le susurra ella al oído, pero él no es capaz de decir una sola palabra. Santino no era de esas personas que les guste ver películas con esa carga s****l, dice que el placer que prduce el mirar no se puede comparar nunca jamás con la experiencia de estar con alguien disfrutando de lo que su cuerpo puede ofrecerle. Si quiera le contesto, estaba en un estado desconocido para él. En el sitio había sillones con formatos específicos para posiciones sexuales, eran unos tres o cuatro, pero que se ubicaban en un sitio alejado de lo que vendría a ser una pista de baile y que solo “los separaba” una delgada tela de seda blanca. Los que elegían y pagaban para follar allí en medio de una fiesta en curso, sabían perfectamente que cientos de ojos podrían estar mirándolos y nada más que provocar placer a otros, sin siquiera conocerlos y tocarlos era algo que les provocaba mucho morbo. A través de la fina tela podía ver cómo la silueta de una mujer meneaba sus caderas hacia delante y hacia atrás con movimientos que comenzaban de modo lento y suave y aceleraban a modo rápido, salvaje y con mucha pero mucha intensidad. Luego, si giraba su cabeza unos centímetros más, podía divisar a otra señorita, “abrazando” uno de los extremos del sillón y con sus piernas extendidas, en tanto el hombre, quien se encontraba de tras de ella, estaba fallándola tan duro que incluso entre el murmullo de las personas podía oír los gemidos de placer de ella. Santino creía que nunca experimentaría el sentirse extasiado con solo ver tanto sexo a su alrededor, para todo había una primera vez ¿verdad? -          Puedo sentir tu dureza. – No se había dado cuenta de que Clara había deslizado su mano por delante y apretado su entre pierna. Esta acción no era para nada desagradable en ese lugar, de hecho, allí se iba para follar o buscar con quien follar, entre otras actividades por lo que ese gesto con él no era raro ante los ojos de otras personas. Luego de decirle aquello pasó su lengua en el lóbulo de su oreja y sonrió al notar que su piel se le erizaba al momento de posar su mano libre en su cuello. -          ¿qué me ofreces? – dijo sin inmutarse ante las acciones de aquella mujer. Clara sonrió y entonces, sabiendo que él no era de mucho contacto físico y afectivo, le pidió que la siguiera. Se dirigieron a una de las puertas negras y justo antes de entrar se giró sobre su eje y le dijo algo breve. -          Ya estas aquí, solo falta que aceptes ser parte. Si lo haces, tendrás todo lo que desees en cuanto a placer y lujuria . . .  – le hablaba en tanto él, aunque la miraba, se concentraba también por observar y escuchar a su alrededor los gemidos de las sumisas y sumisos de excitación. -          ¿qué es todo? – quiso saber realmente interesado en ser parte. -          Tendrás exclusividad en el The Climax. Soy una de los miembros honoríficos del sitio y por tanto soy parte de aquellos que aceptan o rechazan a quienes quieren ser parte. Te ofrezco la posibilidad e ser uno de nosotros y poder elegir cuantas sumisas quieras y por supuesto, hacer uso de estas instalaciones las veces que quieras. Te ofrezco este lugar como la cuna del sexo, como el éxtasis de cada uno de tus sentidos y juro que no te arrepentirás.  Serás codiciado por miles y miles de mujeres que harán por ti, por estar contigo lo que en tu vida puedas imaginar. Además, tendrás todo el dinero que sueñes porque no solo esta es mi oferta, sino el otorgarte, los casos más resonantes e importantes del estudio jurídico. – Ser parte de un lugar como ese no era algo que hubiera pensando en su vida, pero en cierto modo le despertaba curiosidad y sabía por demás que experimentar algo más allá de sus propios conocimientos sería más que interesante. Santino no era del tipo que se desesperaba por tener cuantas mujeres pudiera, aunque debía reconocer que por donde pasara, no había una sola que no suspirara por él y por la fantasía de estar dándole duro.  Pero lo que sí lo sorprendió era esa propuesta de los casos. En primer lugar, a él lo único que le interesaba era hacer crecer su prestigio y por consiguiente su cuenta bancaria. Follar a las mujeres que deseaba era más un hobbie, un estilo de vida, pero u interés era ser el mejor en todo aquello que haga y ser el mejor en el sexo, ya lo era. Todos sabían que Clara se follaba al jefe, al dueño del estudio jurídico y esto era porque ella y su esposo tenían una relación bastante abierta, por tanto, estaba en conocimiento que ella influía en la designación de los casos por parte del licenciado Galindez por lo que podría sacar ventaja de ello.  Pero sabía que nada de lo que le ofrecía sería gratis. -          No creo que todo esto sea por nada. – le dice y no la sorprende. Ella sonríe y asiente. - ¿qué quieres? – pregunta directamente. -          A ti. – responde sin rodeos. – quiero que seas mi sumiso a cambio de todo lo que puedo darte. – y él, en vez de decirle que no, se queda pensando, pero al instante le hace una pregunta la cual ella no comprende si es su manera de responderle que sí, o es simplemente curiosidad. -          ¿Qué hay detrás de esta puerta? – él no dice nada, sin embargo, la abre para que pueda ver. -          Velo por ti mismo. –   Cuando la puerta se abre, sus ojos se abren de par a par ante todo lo que allí podía ver. La ambientación del sitió no era muy diferente a la del gran salón, solo que en sus paredes podías ver diferentes imágenes de personas con máscaras y haciendo uso de la maquinaria que había en ese espacio de cuatro metros por cuatro metros. Allí no había una cama, solo una placa inclinada de acero con cadenas de contención. En uno de los extremos había una mesa del mismo material que aquella placa amurada al suelo y sobre ella se podían ver diferentes juguetes que verdaderamente él no conocía, por ejemplo, unos anillos de forma rara y algo parecido a un pene, pero de acero y con un candado. -          ¿qué es eso? – ese falo le llamó la atención no solo porque nunca vio uno sino porque no podría imaginar para qué lo utilizaría. -          Eso es un cinturón de castidad masculino. – los ojos del se abrieron de par a par y la observaban mientras ella se dirigía hasta allí y lo tomaba entre sus manos. – ten, míralo bien. – y él lo toma entre sus manos. -          ¿este candado? – tenía una idea de para qué sería, pero era tan desconocido para él que dejó que ella le explique. -          El m*****o flácido se introduce dentro de la parte más larga, y llegando al extremo es que se cierra y coloca el candado cuya llave esta en poder de quien domina. Con esto puedo no podrás tener una erección completa y el control de tus orgasmos no pasaran a ser de tu parte. Es decir, es el amo quien controlara ello. Esto serviría más, desde mi apreciación, no solo para control sino para castigo. – concluye y se le acerca lo suficiente como para sentir la respiración caliente y el deseo que emana cada centímetro de su cuerpo. -          ¿me quieres castigar? – le pregunta tomándolo a modo de mofarse de sus dichos, pero ella niega. -          Quizás. Aun no me has contestado si aceptas mi propuesta. – Es entonces que él camina por el sitio y se pone a observar y tocar todas y cada una de las cosas que hay allí y no puede negar la curiosidad que le despierta. Así mismo, el deseo de poder ascender profesionalmente y considerar que el precio que debe de pagar no puede ser más excitante. Por unos momentos se quedó inmóvil ante la placa inclinada con cadenas y no tuvo que pensar demasiado para hilar cada detalle. Ella quería usar esos juguetes con él y este rol, este nuevo rol quizás no sea tan malo. Ser parte del The Clímax, integrar los miembros vip se volvía interesante ya que podría experimentar el éxtasis de sus propios sentidos llevando a sus mujeres a sus futuras sumisas a vivenciar el mejor de los polvos de sus malditas vidas. -          ¿y bien? – insiste Clara, cuando vé que él se gira sobre sí mismo y quedan frente a frente. -          Acepto. – lo escucha decir y con una enorme y triunfante sonrisa, toca el botón rojo de la puerta, para mostrar a los visitantes que el club s****l más importante de toda Latinoamérica iría a tener un nuevo m*****o y que no sería cualquiera ya que aquellos que de la mano de esa hermosa morena ingresan, consiguen un poder, allí dentro, que más de uno desea. -          Bien. Comencemos. – le dice acercándose lo suficiente a él. -          ¿y con qué? – le pregunta desafiante y dejando ver una media sonrisa. -          Con tu castigo pro haberme echo esperar demasiado tiempo. – y la observa girar su cabeza para mirar aquel objeto de acero que tenía en sus manos hace minutos. – juguemos. -  
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