Capitulo Dos.

1753 Words
Capítulo Dos. Esa tarde nunca imaginó que aquella experiencia se volvería algo fascinante para él. Tener el control hasta de sus orgasmos era algo que en su propia práctica no había podido lograr y que el uso de juguetes sexuales podía darle. Sus gemidos lograban seducir sus oídos y eso lo incentivaba en seguir aumentando la intensidad del aparato. Estaba extasiado de deseo y por primera vez ella le provocaba ganas de poseerla. Mientras miraba cómo se retorcía en el sillón, él no podía dejar de apretujarse el m*****o y sentir el dolor agudo que eran como punzadas justo en el glande. Cada vez que veía su interior contraerse, se proyectaba de rodillas lamiendo hasta la última gota que dejara salir de su interior. Cuando estaba por alcanzar el orgasmo, Santino detenía el aparato y dejaba que los espasmos se detuvieran en ella, para volver a comenzar el ciclo. Hacía poco más de media hora que llevaba admirando su cuerpo retorcerse de placer, cuando de pronto se olvidó de detenerlo y su grito desgarrador invadió sus tímpanos e incendio sus ganas. Ver como aquel líquido, como cataratas, salían desde lo más profundo de su interior llegando a mojar el suelo y parte de su escritorio, lo impulsaban a poseerla y ya no quería seguir viendo como ella disfruta, necesitaba estar dentro suyo, y lo necesitaba ahora. Sin más y casi desesperado, como si hubiera perdido el control, deja el aparato sobre su escritorio y se acerca a ella, pero justo en el momento en el que intenta sacarle el doble consolador ella lo detiene. - ¿pero qué haces? – le pregunta completamente incorporada, él se detiene. - Voy a follarte. – dice sin vueltas. Si había algo que lo definía al exitoso en ascenso era lo frontal que podía ser para expresarse en lo que sentía, en lo que deseaba hacer y al ser un apersona que no ha experimentado ningún tipo de emoción y sentimiento que no sea el gozo por dejarse llevar por la libido. - Tu no vas a follarme. – le dice sacándose ella misma el aparato y comenzando a tocarse sin quitar sus ojos de encima. - ¿y para que me quieres aquí? – su respuesta lo ofendió y francamente quería salir de allí porque si había algo que no le gustaba y que detestaba era que le hagan perder el tiempo y por sobre todo que le digan que tiene o que no tiene que hacer. – al demonio – se insulta negando y dándole la espalda para terminar de acomodar sus cosas y retirarse, pero ella, aun desnuda se puso de pie y caminó hacía él. - Espera. – toma su brazo y el no solo no se inmuta, sino que siquiera se voltea a volver a verla. – aquí no puedes follarme, pero en el The Clímax puedes hacerlo. – él puso los ojos en blanco “otra vez con lo mismo” el asunto del club era algo que ya lo tenía cansado. - ¿Qué tanto tiene ese sitio que crees que puedes convencerme? – Francamente no le interesaba ni ir, ni mucho menos follarla, pero si tenía que ser sincero consigo mismo que eso de controlar sus orgasmos le parecía hasta entretenido, pero no le iba a demostrar. - Tiene todo lo que te imaginas en el sexo. – le dice intentando convencerlo, pero el solo levanta una ceja. - ¿y qué es lo que, según tú, me imagino en ese aspecto? – quiso saber. Él dejó su maletín sobre su escritorio y se volvió a sentar, recargó su espalda en el respaldo del sillón y luego de cruzarse de brazos esperó la explicación de ella. - Mujeres, juguetes . . . exclusividad. – comienza a enumerarle, pero la detiene inmediatamente. Toda esa situación ya le estaba cansando. - Puras habladurías. – le dice haciéndole gestos con las manos, pero ella sin molestarse en cambiarse, se acerca lo suficiente como para decirle algo que hace que le explote la cabeza. – Si había algo que los hacía parecidos a ambos era lo fríos que podían ser y no refiriéndose a lo s****l, porque en ese sentido eran fuego ardiendo, sino en cuanto a su personalidad. A los dos solo les importa su propia satisfacción y no de la persona que esta junto. Es decir, mientras que ellos lleguen al clímax, su disfrute será el de sus acompañantes, de lo contrario, entonces no les sirve. - Me he encargado de averiguar todo lo que respecta a tu intimidad. – comienza a decir y él frunce el ceño. – tu eres un maldito cretino con las mujeres, como yo lo soy con los hombres. A tí te importa un demonio complacer al otro si no es que lo disfrutas al máximo tú, por eso no has tenido muchos encuentros con una sola en particular. Las tienes para saciar tu hambre de sexo y luego las descartas cómo si no valieran nada, porque eso son para ti, nada. – él suelta una casi inaudible risa y termina asintiendo con la cabeza. - ¿alguna otra cosa le ha faltado agregar? – la desafía, pero ella aún tenía que decir. - Claro ¿o crees que, a un hombre como tú, sexualmente se lo define con dos o tres palabras? – suelta y ambos ríen. Mira, seré franca. Quiero follarte . . . – él eleva una de sus cejas. Santino Rivas es el que folla, porque a él nadie, si quiera ella lo puede follar. – Bajo mis propias reglas. – y fue solo escucharla nuevamente insistir en esto que se le rio en la cara. - Deja eso de querer follarme. No me interesas, no tienes nada que . . . – pero se le había olvidado el deseo con el cual le miraba el cuerpo retorcerse de placer hace tan solo minutos. Se le olvido las ganas de tocarla cuando sus pezones se le pusieron tan duros que solo quería pellizcarlos. Se le olvidó la sed de su boca por querer beber del jugo de su cuerpo. Se le olvido la pasión que ardía en su piel por tomarla y hacerla suya. Se le olvidó. - Mira, simplifiquemos esto. Yo quiero follarte y no aceptare una no cómo respuesta. – dice tajante y él solo quiere saber una cosa respecto a su actitud. - ¿porqué piensas que puedo darte eso que me pides? – Claramente ella estaba obsesionada con y a éste ya estaba comenzando a molestarle su actitud, pero se veía tan segura en sus palabras que realmente quería saber que e año que le daba tanta seguridad de que no le diría que no. - Porque estoy convencida que lo que tengo para ofrecerte del The Clímax es algo que te fascinara. – Una vez más ese sitio. Se hartó y sin más de puso de pie y le exigió de una buena vez que sea franca con ese asunto. Se puso de pie y caminó hacia aquel sillón donde había estado sentada gozando de los consoladores que tenía en su interior y cogió del suelo su tapado, para entregarlo y pedirle que se cubra. No le interesaba verla desnuda. - Sin rodeos. – dijo al fin y con una sonrisa, Clara comenzó a vestirse. Mientras que él estaba de pie esperando a que ella hable, ésta se tomaba todo el tiempo del mundo para iniciar la conversación. No se puso ni su sostén, ni sus bragas. Si quiera se interesó por cubrirse bien su cuerpo desnudo, ya que no había abrochado los botones de su saco y estaba entre abierto. Tomó asiento sobre el escritorio y luego de cruzarse de piernas y prender un cigarro, darle un apitada y tirar el humo hacia el techo, se dio el lujo de comenzar hablar. - Bien. – tomo aire luego de esta primera palabra y continuó. – como ya te había mencionado, el The Clímax es un club que ofrece diferentes experiencias en el ámbito de lo s****l. Muchos hombres van con sus . . . – él elevo una ceja esperando a que continúe, después de todo ya sabía lo que iría a decirle – sumisas, quienes aceptan serlo bajo un contrato de exclusividad con sus amos. Así mismo, semanalmente se realizan fiestas de todo tipo, desde beneficencia hasta sexuales, donde esas mismas personas que forman parte del circulo, buscan una nueva sumisa o sumiso o bien buscan una segunda. – explicaba en tanto él asentía, pero todavía no le despejaba de dudas. - ¿y que tengo yo que ver en toda esta historia? - fue entonces que Clara sonrió y luego de volver a incorporar se y acercarse lo suficientemente a él, es que le dice sus verdaderas intenciones. - Deseo someterte. – dice finalmente y él solo mira hacía a un lado y suelta una risa. – quiero ser tu ama y que tú seas mi esclavo. – le habla tan cerca, embriagada de deseo que no es consciente de que el personal de maestranza puede entrar a la oficina a cumplir su trabajo y verla desnuda. – quiero verte arrodillado a mí, a mis deseos. Quiero que me pidas más cada vez que me este moviendo sobre ti, con tu m*****o enterrado en mis partes íntimas. – Los ojos de él estaban dilatados ante lo que veía y lo que sus oídos escuchaban. Pero a su vez, se sentía ofendido por sus palabras. Si había algo que jamás aceptaría, eso sería ser sumiso de una mujer, por lo que le chocó mucho que ella lo propuso. Pero debía admitir que la situación comenzaba a excitarle. - No me interesa. – le dice tajante y queriendo salir de allí, pero ella podía ser demasiado obstinada. Cuando algo se le metía en la cabeza, no paraba hasta conseguirlo. - Mira. Hagamos algo. Ven conmigo al The Climax y ve por tus propios ojos lo que podrás encontrar allí, para comprender lo que te ofrezco. Estoy segura que en cuanto pises ese lugar no podrás dejar de ir. – Ni bien concluye aquello, comienza arreglar su tapado, a cubrirse bien su cuerpo, aunque no se ha vestido con alguna prenda por debajo. Tenía la idea fija de llevarlo a su cama y estaba un cien por ciento segura que ese club le permitiría aquello. Y cuando quiso responderle, se había marchado de su oficina dejándolo solo y pensando si en verdad no le interesaba ese lugar.
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