Capítulo Uno.

1845 Words
Capítulo Uno. Junio 2011, Buenos Aires Argentina. Dos años llevaba trabajando para uno de los bufetes de abogados más exitosos del país y en tan poco tiempo había logrado un reconocimiento en el “Estudio Jurídico Galindez” qué ninguno de sus otros colegas en más años de trabajo. La forma de llevar a cabo cada caso y el éxito obtenido en cada uno lo había posicionado en los cinco abogados más reconocidos a nivel Latinoamericano y esto le había dado la posibilidad de una suba de doscientos porciento de su sueldo y un lugar “vip” en el estudio. Justo al lado de su jefe, el Dr. Galindez Mauricio. Llegar a ese nivel, le permitió conocer a otros colegas que apenas sí le devolvían el saludo al ingresar al edificio y con ellos a la esposa de uno de los abogados más renombrados del staff y quien había sido nombrada como secretaria del Licenciado Galindez el mismo día que ingresó a trabajar él. Su relación con ella no era diferente a cómo era con los demás, pero Clara de Navales tenía algo que no la igualaba con otras colegas y eso era su belleza y su libertinaje para vivir su matrimonio. para nadie era un secreto que ella y el Licenciado Navales llevaban una relación abierta donde cada quien podía tener aventuras con otras personas, pero lo que sí era un secreto es su interés por aquel joven y exitoso abogado, cuya personalidad lograba excitarla sin siquiera mirarla. Él tenía la capacidad de llevarse las miradas de cada una de las mujeres por donde estuviera y no era ajeno a eso, pero había algo en sí mismo que no le permitía poder responder si quiera a un coqueteo y eso era que no sabía lo que son los sentimientos y por consiguiente no le interesaba más que su trabajo. Aumentar el numero de casos ganados era su único interés, como seguir escalando en el campo para ser reconocido como el único y mejor abogado de todos los tiempos. ¿ambicioso? Más de lo que cualquier mortal era capaz de comprender. Para Clara no existía hombre que se negara a sus encantos, pero la forma en la que él la ignoraba lograba aumentar el deseo a tal punto de obsesionarla. Una tarde, cuando en el estudio no quedaban más que ellos dos atendiendo un caso, hizo algo para despertar en él, el mismo deseo s****l, aunque sea generarle algo de curiosidad. Moría por sentir su m*****o entrar en ella. -          Srta. Navales necesito que imprima estas notas para juntarlas al caso. Así mismo necesito que a primera hora envíe el pedido a la fiscalía y a los señores De Armas que los veré el próximo jueves a las diez de la mañana para comunicarles el avance de su caso. – le ordena sin siquiera molestarse en mirarla. -          De acuerdo Licenciado Rivas. – le dice, pero en ningún momento sale de su oficina. Estaba dispuesta a obtener de él la pasión y lujuria que había ido a buscar. -          ¿necesita algo más? – pregunta él al notar que ella no se ha movido y es entonces que se regresa por sobre sus pasos y cierra la oficina con llave. Esto provoca que le dedique su completa atención. -          ¿qué haces? – indaga elevando una de sus cejas. – abre esa puerta inmediatamente. – le ordena sin siquiera inmutarse, pero ella no se la haría fácil ¿quería que lo dejase ir? Entonces deberá quedarse a mirar lo que le había llevado. -          Claro, señor. Pero antes quiero que vea algo. – dice dando unos pasos hacia atrás.   Clara había estado intentando que aceptara su invitación a un supuesto club The Clímax, un club donde personalidades de muchísimo dinero se reúnen para conocer gente o bien darle riendas sueltas a la lujuria y el deseo en cada una de las “atracciones” que ofrece el sitio. Muchos van con sus “parejas ocasionales” o cómo allí se las conoce esclavos o esclavas sexuales. Aunque ese termino sea demasiado chocante, eso son por eso algunos prefieren llamarlos sumisos o sumisas. Cuando ella le fue con la propuesta de ser su esclavo, fue la primera vez que su expresión facial cambio completamente, de estar todo el tiempo serio a escuchar su imponente sonrisa. Él se sentía un hombre poderoso y el hecho de que una mujer, que según lo que pensaba, estaba por debajo de su statuss le pidiera ser su ama era algo que en miles de vidas se lo hubiera imaginado. Sin embargo, sus gustos en el sexo no tenían nada que ver con el amor. De hecho, la primera vez que tuvo relaciones con una mujer, fue a sus dieciocho años, cuando tomando una bebida en un bar y una mujer de muy buen pasar económico y reconocida mediáticamente le propuso una aventura de una sola noche y creyó que tener su primera vez con una mujer quince años mayor que el sería una aventura interesante. Aquella noche esa casi desconocida le hizo un pedido que forjaría su destino con las mujeres de ese momento en adelante y sus gustos sexuales. Porque desde el primer instante en la que ella le pidió, le suplicó que la folle duro sometiéndola como si fuese su esclava y desde entonces, abriendo las puertas de la sumisión y dominación es que comenzó a conocer otras formas en el sexo y fue adoptándolas una a una con cada mujer que encontraba en su camino y se le regalaban. Durante muchos años ha sido simplemente una maquina cuyo motor de funcionamiento era el sexo duro y salvaje, donde sea quien lleve el control. A la edad de veinte años ya tenía en su haber s****l más de noventa y cinco mujeres con las que rara vez tenía más de un encuentro íntimo. Y a la edad de veinte dos años, se decidió por realizarse una vasectomía ya que no tenía intenciones de tener descendencia y quería dejar de cuidarse. Aunque obligaba a “sus mujeres” a realizarse estudios de enfermedades de transmisión s****l antes de acostarse con ellas.   Yo sé que se estarán preguntando ¿por qué debería esperar los resultados de un estudio para para tener sexo con un imbécil que se cree la última gota de agua en el universo? Sencillamente porque ese imbécil es Santino Rivas. Cuando ingreso a ser parte del staff vip de “Estudio Jurídico Galíndez” Clara se había encargado de investigar todo sobre él y lo que más le había llamado la atención era su vida s****l. No podía negar que ese hombre tenía un amanera peculiar para tratar a las mujeres y pensó que sería interesante tenerlo a sus pies, por lo que se obsesionó inmediatamente. Ella no era una mujer de dar vueltas, porque si había algo que le interesara iba directo al grano y con Santino eso estaba haciendo. Lo quería arrodillado a sus pies, obedeciéndole cada orden y haría lo que fuera para lograrlo y esa mañana estaba decidida hacerlo. -          ¿Si viene de nuevo con esa estúpida propuesta? vuelvo a decirle que no me interesa y que deje de insistir. – le dice tajante. – abra esa puerta inmediatamente. – le ordena de manera inminente, pero ella solo se acomoda en medio de la oficina y sin decir una sola palabra, comienza a desvestirse.  – no me interesa follar con usted, si es a eso a lo que ha venido a buscarme hoy. – le dijo una vez más, pero ella negó. -          No me ha escuchado, solo vengo a mostrarle algo. - Sin más y ante su pesado suspiro, comenzó a quitarse una a una sus prendas hasta que se quedó tan solo en prendas intimas de pie frente a él. En tanto Santino, no se le movía un solo pelo. Había visto tantas mujeres desnudas que una más no hacía diferencia. -          ¿te gusta lo que ves? – le pregunta coqueta, pero a él le valía madres, porque se encogió de hombros. – me lo sospeché – admite y busca en el bolsillo de su saco una caja roja con detalles en n***o. Él elevó una de sus cejas y pensó que quizás lo que ella quería mostrarle era alguno de esos juguetes sexuales que conocía pero que no le despertaba interés por utilizar. De echo lo más lejos que había llegado en la sumisión y dominación era el uso de fustas, ataduras y consoladores básicos, pero nada del otro mundo. Le gustaba el sexo rudo y no era fanático de “las previas” decía que eso le hacía perder el tiempo. -           No estoy para juegos. – le dice él e intenta retirarse, pero ella lo detiene y le entrega la caja. Ella quería mostrarle el placer de tener el verdadero control de un orgasmo que no era el suyo porque si bien gustaba su rol de dominante en las relaciones, lo cierto es que le faltaba experiencia. La experiencia que solo una ama dominante podría darle. -          ¿y esto qué es? – le peguntó tomando en sus manos algo parecido a un control remoto. -          Un control. – le dice lo obvio, pero su pregunta iba para el “para qué” es que se lo está dando. Ella iría a jugar su última carta. Se había introducido un doble consolador en sus zonas íntimas y le entregó a él el control remoto por lo cual dejaba en sus manos no sólo funcionamiento de aquel aparato s****l, sino el control de cada uno de sus orgasmos. Arrastró uno de los pesados sillones hasta el centro de la oficina y luego de quitarse la prenda inferior se sentó abierta de piernas, dejando ver aquel “aro” de goma cuyos extremos estaban dentro de su zona anal y vaginal. -          El botón azul es para ritmo pausado, el verde para ritmo lento, el rojo es para ritmo acelerado. – le dice, pero el aparato tenía cinco botones y tres. Cuatro podía identificar, ya que aparte de los que le nombró, estaba el de encendido y apagado, pero el botón n***o ¿para qué era? – antes que preguntes, ese otro botón, el n***o, es para agregar pequeños shocks eléctricos y puedes combinarlo con cualquiera de los tres. – él miró inspeccionando el aparato, más luego la miró a los ojos y le hizo esa pregunta que tanto estaba esperando. -          ¿y qué quieres que haga con esto? – ella sonríe de lado y dedicándole una de sus miradas más eróticas que tenía y con una simple orden él se sintió no sólo seducido sino intrigado. -          Follarme. – dice sin vueltas y él creyó comprender. -          ¿Quieres que maneje la intensidad del vibrador? – necesitaba asegurarse, pero ella negó. -          No. Quiero que lo que tú controles sean mis propios orgasmos. – Y entonces, cumpliendo por primera vez las reglas de una mujer, es que puso en funcionamiento el consolador dentro de ella.
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