Romeo Greco pasó la noche en vela y la mitad del día siguiente repasó una y otra vez los recientes acontecimientos ocurridos. Se había enterado de hechos que desconocía y todo apuntaba a la culpa de su progenitor, cosa que lo tenía profundamente abatido. Su padre siempre había sido una persona temerosa y sumisa con la que nunca estuvo de acuerdo, pero jamás imaginó que llegara hasta esos extremos (aunque debía admitir que admiraba profundamente su cabalidad y alto sentido para hacer siempre lo correcto). Lo peor que podía hacerse en una situación como esa era suponer o dejarse llevar por solo una versión de la historia, así que esperó con paciencia a horas de la tarde. Cuando su padre, como de costumbre se disponía a trabajar desde el despacho de casa mientras recibía los consejos e in