Sofía Que Romeo Greco se apareciera sin aviso a unas calles de mi casa solo me confirmaba lo que ya sabía, esa familia era como un grano en el trasero. Para colmo, Fernando había dejado la casa sin decir ni una sola palabra, darse una ducha o al menos cambiarse de ropa. Lo que resultaba ser preocupante ya que él era una persona demasiado pulcra con su imagen como para perderse la oportunidad de un baño y nueva muda. Si no se había permitido el lujo de bañarse, seguramente las cosas serían más graves de lo que imaginé. Llamé a su celular cerca de tres veces, pero nunca contestó. Harta de tantos intentos en vano. Pensé en llamar a Alonzo o Angelo para saber si se encontraban junto a él, pero la llamada entrante de Patrizia, mi asistente, me cambió los planes. –Patrizia, por favor, ah